"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 9 de junio de 2009

La siesta inolvidable...

www.mariazaldivar.net

Si algo nos dio Néstor Kirchner en todos estos años, es tiempo y si algo hicimos, todos, fue desperdiciarlo.
Arrancó con el 22% de apoyo si se computan a su favor los porotos que le arrimó su mentor, Eduardo Duhalde.

Tras un fugaz 70% de imagen positiva, más atribuibles al berretín argentino de comprar a las apuradas cualquier novedad que a una auténtica habilidad personal, tocó un 45% de adscripción popular en las elecciones de 2007, en cabeza de su elegida.
Desde entonces, las simpatías hacia él, su señora, incondicionales, aliados, formas, modos y estética kirchneristas, vienen mermando, sin prisa y sin pausa.

Mientras tanto, mientras su poder crecía, la oposición que, en promedio redondea el 70% del pueblo argentino, papa ñateaba.
Cualquier novato podría haberle advertido a Mauricio Macri que el gobierno central iba a tener entre sus prioridades, complicarle la existencia, de modo que no es admisible el triste papel del macrismo lagrimeando en gira de prensa por los programas de televisión mientras señala con el dedo a los malos que impiden la concreción de sus planes para la Reina del Plata.
Kirchner les dio un año de gracia en el que prácticamente, los ignoró.

Va a estar bueno Buenos Aires (afiche publicitario del Gobierno de la Ciudad) cuando estos chicos crezcan y descubran la dinámica de la política y se le animen; o no, pero dejen de intentar la imposición de reglas propias. La partida es sin flor y sin maldón.
Y además, señalar con el dedo no es PRO.

El caso de los damnificados del oficialismo, una especie de divertículos que invariablemente crecen alrededor de cualquier administración peronista, es algo diferente.

Algunos empezaron acompañando.

En el trayecto, votaron muchas barbaridades en tándem, dieron quórum con una disciplina partidaria digna de mejores causas, silbaron distraídos ante innumerables atropellos a leyes, personas y sectores y un día declararon su independencia del yugo kirchnerista. Entonces salieron a hermanarse con otros “compañeros” adversarios.
Pero se enredaron entre quejas, reuniones y, por qué no, algunas peleítas para luego, exhaustos, tomar la misma siesta macrista.

La otra oposición se concentró en su propio ombligo.
De partido centenario devinieron en diáspora y en un momento había que poner mucho empeño para encontrar dos que estuvieran de acuerdo.
Primero se dividieron, luego se ignoraron por algún tiempo y más tarde, cuando las papas empezaban a oler a quemado, se volvieron a juntar.

Mientras tanto, el mundo había seguido girando, está claro.

El campo, primer enemigo elegido por Cristina, creyó ganar la partida cuando torció el brazo matrimonial y logró frenar la implementación de un sistema de impuestos a las claras confiscatorio.
Aquello resultó ser una batalla histórica, pero sólo la primera de una larga serie que aún está en el aire.
El sector no lo evaluó así y tras el episodio “Resolución 125”, como si fuese el séptimo día, también descansó.

Los empresarios, para no ser menos y responder a históricas conductas corporativas, se peleaban por llegar primeros a besar la mano kirchnerista, lo mismo daba que fuera la de Cristina o la de Néstor.
La cosa era besar, aprobar, acompañar, palmear y, por qué no, acordar, arrimar y negociar.
Cuando el gobierno fue por el campo, como ellos no eran ganaderos, callaron.
Cuando el gobierno fue por los ahorros depositados en los fondos de pensión, como ellos no eran jubilados, callaron.
Después de una larga siesta, ahora que vienen por las empresas, recién ahora, quieren protestar.
Tarde reaccionaron los empresarios a la voracidad estatista del gobierno y pretenden poner freno a la ola arrebatadora que recién vislumbran amenazante.
Tarde los macristas se aprontan tímida e inorgánicamente a repeler la ristra de chicanas de que son objeto.
Tarde los peronistas (no kirchneristas), intentan diferenciarse del presidente del partido al que todos pertenecen.
Tarde los radicales y sus desprendimientos predican a favor del cambio de paradigma mientras colectan lo que dejaron ir no hace mucho…
Y, tarde el campo avanza con la estrategia de treparse a las listas legislativas, en un intento desesperado de evitar que se desdibuje su reclamo.
Apurados todos, cada uno en sus variedades, ensayan argumentos para convencer al electorado de la necesidad de bajar a Kirchner del caballo.

Claro…

Fracasadas o insuficientes sus gestiones, ahora somos nosotros los que tenemos que salir a cuidar las urnas, a garantizar la limpieza del comicios, a custodiar las boletas y a parar a Kirchner.

Y, más vale que lo hagamos, porque, en países como el nuestro, las clases dirigentes siempre zafan.

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