Por: Marcelo A. Moreno
Cada uno tiene sus héroes y villanos personalizados.
Me permito sugerirle al amable lector dos, ya instalados en nuestra cultura global.
Lubna Ahmed al Husein es una periodista de Sudán que fue arrestada hace unas semanas en un restorán, junto a otras doce mujeres, por usar pantalones, vestimenta que, según la policía moral que aplica la ley islamita, resulta "indecente"
El castigo estipulado para tal presunta falta era un tanto brutal: 40 latigazos.
A las víctimas las autoridades les ofrecieron una reducción de la pena, a cambio de declararse culpables: 10 azotes.
Las compañeras de Lubna aceptaron tan generosa oferta y recibieron la dolorosa y humillante salvajada.
Lubna no.
Utilizando la cobertura -y la publicidad- que supone trabajar para la ONU, recusó la legitimidad de esas leyes y fue a juicio.
La sentenciaron a pasar un mes en la cárcel.
Desatada la turbulencia internacional, el tribunal le conmutó la pena por una multa de unos 200 dólares, que ella se negó a pagar.
Finalmente, la Unión de Periodistas de Sudán puso la plata y Lubna quedó libre.
Hoy Lubna se fotografía en pantalones y jura que los seguirá llevando.
¿Qué duda cabe que se trata de una heroína?
El que de héroe tiene poco y nada, es Silvio Berlusconi, increíble primer ministro de la increíblemente culta, próspera y civilizada Italia.
Este abuelo de 72 años sigue protagonizando lo más tranquilo un escándalo propio de una revista del corazón, esta vez sí indecente, que comenzó a revelarse cuando su esposa inició los trámites de divorcio alegando que a "Il Cavaliere" le gustaban demasiado las menores, acusación nada menor, por cierto.
Luego de que se publicaran las fotos de fiestas que el gobernante protagonizaba en una villa que posee en Cerdeña, con abundantes señoritas y señores en cueros y que una prostituta de lujo confesara, con lujo de detalles, lo que allí ocurría, Berlusconi se defendió de forma extraña: dijo que jamás pagó a cambio de sexo y que los italianos lo envidian.
Y quizá tiene sus razones: Gianpaolo Tarantini, el arquitecto de las fiestas del primer ministro, era quien contrataba a las mujeres y ahora está detenido acusado de tráfico de cocaína.
Lo que seguramente recibía era alguna gracia oficial a cambio de tanta señorita ligera.
Se trata de dos casos emblemáticos de formidable resistencia - una, a pura honra; otro, deshonroso - que traspasan fronteras y asombros.
Por lo demás, aquí sobran villanos al estilo de los de Batman, guiñolescos, miserables y patéticos.
Lo que se viene sintiendo fuerte es el faltante de héroes.
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 4 meses
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