J. J. ARMAS MARCELO
ITINERARIOS
Vivimos un tiempo de gran impostura.
Una característica esencial: más vale parecer que ser. o
Otra: triunfan casi siempre los mediocres con fachada de buenos
Otra más: el esfuerzo no vale gran cosa
Una cuarta: hay que sumar, nunca restar.
¿Sumar qué, mediocridades e imposturas, caprichos e imprevisiones?
De vez en cuando un enano inmoral, una modelito sin cerebro o un politicastro logrero repiten la cantinela de la impostura: hay que sumar, no restar.
En tiempo de imposturas, las clases dirigentes caen bajo sospecha y quienes tenían que ser objeto de respeto lo son de rechifla y chiste.
Para los miles de impostores que nos irritan, la memoria es un músculo engorroso y lo mejor es ignorar la etimología y la semántica de las palabras.
Recordemos que «minister» y «magister» son palabras latinas. «Minister»: el que menos; «magister»: el que más.
En español: ministro y maestro.
Curiosa impostura: aquí el que más es el que menos, y el que menos es el que más.
En general, en tiempos de impostura la gente se queda con el perfil del impostor, pero no saca consecuencias morales.
Si el impostor tiene poder, no importa que sea un ladrón consumado y un inmoral sin escrúpulos, incluso podrá escribir sus memorias de la cárcel y será aplaudido por las masas que le admiran (aunque no lo leen ni leen nada: otra impostura).
En la impostura abunda el «complejo de Dios»: Basta que uno de estos perejiles se mueva mucho para que la gente quede convencida de lo que él se ha convencido previamente: ser como Dios es estar en todas partes.
Una diferencia: al impostor se le fotografía incluso en los entierros de sus enemigos y a Dios no se le ve ni cuando lleva a cabo un milagro.
Boletín Info-RIES nº 1102
-
*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 4 meses
No hay comentarios:
Publicar un comentario