La vida en un chip, decía Puyal, pero más parece la vida en un SMS; vivimos más, pero más breve...
PILAR RAHOLA
Llegaron. Una piensa que nunca llegan, porque la inercia de la vida secuestrada en la que vivimos nos aleja del sentido de la proporción.
Es como una telaraña que va envolviéndonos en una fina red de obligaciones y responsabilidades, donde a veces brilla lo más rutilante, pero no lo más profundo. Y así pasan las horas y los días, haciéndonos trampas al solitario, mañana lo hago, mañana le llamo y nos regalamos una charla, mañana me apunto a aquel curso, mañana me voy de baile, mañana..., y ese mañana etéreo se convierte en la quimera que decora las excusas.
Porque lo cierto es que vivimos en un hoy permanente, tan atrapados en nuestras cuitas, que hemos perdido la capacidad de planificar nuestros pequeños sueños.
La vida pasa, y no pide permiso para devorar cada uno de los días de nuestra biografía, inexorable, impía, implacable.
Y, sin embargo, permitimos el festín con la misma capacidad de reacción que el manjar que tenemos que el plato: ninguna.
¡Qué difícil parar y atrapar la belleza del instante que vivimos!
¡Qué difícil parar y darse un respiro!
Nuestra gente, nuestra música, nuestros paisajes, todo lo que nos debemos y nos negamos, ansiosos de llegar a ninguna parte.
Vivimos deprisa, comemos deprisa, amamos deprisa, lloramos deprisa y deprisa nos despedimos.
Algunos, incluso, por e-mail.
La vida en un chip, decía el maestro Puyal, pero más bien parece la vida en un SMS, con la gramática sacrificada en el altar de la brevedad.
Vivimos más y, sin embargo, todo parece menos sutil y trascendente, más breve...
Pero llegaron.
Agazapadas en un rincón del calendario, quizás miedosas de caer bajo la picota de algún seductor trabajo de última hora, llegaron finalmente, las anheladas vacaciones.
Un tiempo robado al tiempo, un respiro, un paréntesis.
¿Sabremos vivirlo con pausa, después de tanta aceleración?
Porque si las vacaciones tienen algún sentido, más allá de lo obvio, es que recuperan el ritmo de la vida. Los pasos del camino.
Y, sin embargo, a menudo, ni ello entendemos, y nos llenamos las vacaciones de frenesí, asustados de tanto tiempo sobrante, enfrentados a nosotros mismos, sin excusas.
¡Qué tentación de correr hacia algún lado, porque es en la carrera donde nos sentimos seguros!
El ocio contiene tanto vacío...
Algunos lo llaman "aburrimiento", y atiborran su maleta de todo tipo de actividades, por si acaso no sobreviven al intento de dejarse llevar.
Leer, la bella acción solitaria...
Charlar sin ton ni son...
Dormir a destiempo.
Notar las horas entre los dedos, suaves, lentas..., todo ello es tan idílico en la retórica, como complejo en la realidad, porque estamos hechos de una pasta que corre frenética hacia la nada. Y pararse en seco asusta al más valiente.
Dijo Abraham Lincoln:
- "Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años"
Debe de ser cierto.
Felices vacaciones...
Fuente: La Vanguardia.es
Boletín Info-RIES nº 1102
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Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
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Hace 1 mes
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