"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 6 de noviembre de 2009

El derrochador es otro... NO los ciudadanos

Alejandro Vivas
Opinión Alejandro Vivas ND

El derrochador es otro, no los ciudadanos

Los venezolanos, con el buen humor que nos caracteriza, hemos hecho chistes de las ocurrencias del Presidente de la República, sobre el tema del racionamiento eléctrico y de agua.

Que si bañarse en tres minutos (y no quedar hediondo) es imposible porque o me lavo el pelo o me enjabono, que si las totumas para bañarse vienen ahora en diversos tamaños, que si tomarse los ocho vasos diarios de agua para mantenerse sano debe hacerse de una vez en la ducha de los fulanos tres minutos o que si la cena debe hacerse a la luz de las velas y de paso revivimos el romance.

Pero lo cierto es que aún con humor, los venezolanos que no somos ni brutos ni ingenuos, sabemos claramente que estamos inmersos en un gravísimo problema que no es nuestra responsabilidad, sino del gobierno que tiene ya casi once años al frente del país.

La falta de agua y de luz no es consecuencia de nuestro derroche, aunque haya sectores con piscina en residencias como mencionó Chávez, todos nos hemos topado en las calles con tuberías rotas que permiten botes de agua y pasan días sin ser reparadas, y cuando en nuestras viviendas vemos televisión de noche en un cuarto mientras nuestros hijos culminan sus tareas en otro cuarto (con luz encendida por supuesto), no estamos malgastando la energía como pudiéramos pensar que sí sucede en las transmisiones dominicales al aire libre del jefe del Estado, en las cuales usa al menos dos aires acondicionados portátiles para mantenerse fresco.

Así que estamos claros, el derrochador es otro, no los ciudadanos.

El derrochador es quien en promedio ha viajado al exterior más que ningún otro Presidente, con comitivas enormes para exportar su proyecto político, que según vemos es una vuelta al pasado.

El derrochador es quien ha preferido regalar (aunque diga que son donaciones fraternales) nuestros recursos a otras naciones para que construyan vivienda (en Estados Unidos, al Bronx de Nueva York) o para plantas eléctricas (Bolivia), por citar tan sólo dos ejemplos.

El derrochador es quien ha decidido no gobernar sino permanecer en perpetua campaña electoral, con mítines, conciertos “gratuitos”, giras nacionales, publicidad, movilizaciones para nutrir marchas.

El derrochador es quien ha hecho incrementar el presupuesto para los gastos de la Presidencia de la República, en vez de invertir en la construcción de nuevos embalses y redes de transmisión. Además de echarnos la culpa, nos amenaza diciéndonos que si incrementamos nuestro consumo eléctrico por dos meses consecutivos nos suspenderán el servicio.

¿Será que no se ha dado cuenta que los edificios públicos mantienen pisos con las luces prendidas, que los anuncios lumínicos de PDVAL, por ejemplo, están encendidos siempre?

El asunto es sencillo, los venezolanos le molestamos al Presidente, porque como no ha podido trabajar para garantizarnos el mantenimiento de los servicios, no sólo nos responsabiliza sino que nos mete miedo con retaliaciones disciplinarias.

¿Reírse por no llorar?
No.
En Venezuela necesitábamos de un gobierno que tras profundos análisis de crecimiento de la población, se diera cuenta que con más habitantes se incrementaría la demanda de electricidad y de agua, así como de vías de comunicación.

Somos más venezolanos no sólo para votar, sino en el día a día, y ni el Presidente ni su elenco rotativo entendieron que había que procurar mayor capacidad de almacenamiento de agua y de producción de electricidad.
Y creemos que debemos ser conscientes en el uso de los recursos, creemos en una utilización medida e inteligente para bien del planeta (que por cierto procura cada vez el menor consumo de baterías o pilas, de esas que se colocan en las linternas también sugeridas en esta autollamada revolución).

Pero no podemos tolerar que nos culpen de la falta de planificación de quienes están en el poder hace dos gobiernos si los comparamos con los quinquenios de la anterior Constitución.

Es hora de exigir respeto a nuestra calidad de vida (cuando la mantenemos en un clima exacerbado de inseguridad), demandando efectividad no sólo en discurso si no en acciones.

Que se pongan en marcha las que no están actualmente en funcionamiento (las siete turbinas que no están funcionando en Guri), que se cumpla con el cronograma de ampliación de la red hidroeléctrica, que se construyan los embalses programados antes y durante este gobierno.

Y que por cierto, no sólo apague la fuente que ve desde su despacho en Miraflores, sino que también sufra el racionamiento allá y en La Casona, que según versiones, dejó de ser la residencia oficial del Jefe del Estado.

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