Mensaje del Arzobispo
Durante el tiempo de Cuaresma el tema de la conversión y el crecimiento espiritual están presentes como parte de un camino, que tiene por finalidad hacer realidad en nosotros la vida de Jesucristo.
Conversión y crecimiento más que obras de un instante o un momento en nuestra vida, pertenecen a esa fecunda continuidad que sólo se da en el tiempo, es decir, se trata de algo que necesita hacerse camino.
Así el tiempo, en su fecunda duración, no es una gris rutina sin esperanza, sino un ámbito de vida siempre nueva. En este sentido podemos hablar de la Cuaresma como un tiempo propicio y necesario en el camino de nuestro crecimiento espiritual.
Para el cristiano la conversión dice referencia a una Persona y a un proyecto de vida que tiene, en esa misma Persona, su fundamento, contenido y posibilidad. Por ello, se hizo común repetir aquella frase del Santo Padre: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Ap. 243).
La conversión mira, precisamente, a este encuentro con Jesucristo en el hoy de nuestro tiempo. El tiempo es lugar de encuentro.
Esta introducción me sirve para hablar del Evangelio de este domingo que nos presenta la imagen, diría, de la paciencia de Dios, que se muestra en la figura de un viñador. Dice el texto: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró.
Dijo entonces al viñador: Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala ¿para qué malgastar la tierra?.
Pero (el viñador) respondió: Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante” (Lc. 13, 6-9).
Esta simple imagen tiene la sabiduría de hablarnos del amor y la paciencia de Dios, porque El busca nuestro crecimiento.
No se asusta del estado en que nos encontramos, la voy a cuidar dice, la abonaré, porque le tengo confianza.
Esta actitud crea el marco de ese tiempo de conversión en el que debemos remover muchas cosas, tal vez podar otras, para que nuestra vida crezca y de frutos.
Esta paciencia de Dios es signo de su amor personal por cada uno de sus hijos, que se convierte en fuente de paz y de esperanza.
¡Para esto ha venido Jesucristo!
Qué importante es tener una imagen clara de la bondad y la espera de Dios.
Cuando somos conscientes de la paciencia que Dios tiene para con nosotros, aprendemos a ser pacientes también con nuestros hermanos.
Que en este tiempo de Cuaresma sepamos mirarnos a la luz de Jesucristo, para descubrir en que debemos trabajar en nuestra vida y en nuestras relaciones para crecer como hijos de Dios, y fortalecer nuestra condición de hermanos.
Dios nos espera y nos da el tiempo como espacio de conversión y de encuentro con su Hijo.
Reciban de su Obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.
Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
Boletín Info-RIES nº 1102
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Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
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