"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 4 de abril de 2010

Domingo de Pascua: De la tristeza de la novedad, a la alegría de la plenitud"

Tenemos este domingo, la posibilidad de gozar la presencia consoladora de Jesús Resucitado en nuestra propia existencia.

MIGUEL MEDINA FERNÁNDEZ

Los textos de la Biblia utilizados este Domingo de Pascua del 2010, nos ofrecen todos los elementos para lograr vivencia de la gran Solemnidad de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Después de haber celebrado la hermosa y trascendental Vigilia de la Resurrección, tenemos este domingo, la posibilidad de gozar la presencia consoladora de Jesús Resucitado en nuestra propia existencia.

Los relatos del sepulcro vacío y de las apariciones de Jesús a distintas personas y en distintos lugares, no se pueden leer como simples hechos históricos, pues son relatos de fe, que han sido reflexionados por todas las generaciones de creyentes que han existido desde que sucedieron hasta hoy, y que nosotros también leemos y reflexionamos.

Dice San Juan que el primer día de la semana, el domingo para nosotros, muy temprano fue María Magdalena y las otras María al sepulcro. Con las palabras “el primer día”, San Juan quiere decir, el DÍA GRANDE esperado por Israel, el anunciado por los profetas, el comienzo del nuevo mundo recreado por la Muerte y la Resurrección de Jesucristo, la Nueva Alianza, la Nueva Creación, el nuevo modo de creer, esperar y amar a un Dios que nos ha enseñado, con la Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo lo que es el verdadero amor, el amor de Dios a los humanos, el amor con que los humanos han sido enriquecidos.

Nos dice también, que Juan y Pedro, advertidos por María Magdalena que el sepulcro estaba vacío, fueron corriendo a la tumba y ésta estaba vacía.
Jesús había Resucitado; y que Juan “Vio y creyó”, es decir, pasó, de ver la realidad, a otra realidad, con ojos de fe: "Con ésta se ve de otra manera, se da un cambio en el mirar cosas y personas, cosa que la pura ciencia humana no puede alcanzar.

La luz de la Resurrección lo ilumina todo: el dolor, el gozo, lo bueno y lo malo.
Lo material lleva a lo espiritual, lo humano a lo divino.
Sucede como cuando una persona ve la luna llena del Jueves Santo, no sólo a la simple vista, sino con un poderoso telescopio, ve más, ve mejor, ve de otra manera la misma realidad.

. La fe en Jesucristo Resucitado lleva al creyente a sentirse nueva creatura, pues la fe transforma la realidad del sufrir, a la alegría de testimoniar con ese sufrimiento el amor de Dios.
. La fe transforma el gozo humano en acercamiento a lo que será el gozo de la bienaventuranza en el Cielo.
. Lo fe nos lleva, no a dejar de ver nuestra vaciedad, sino a llenarla del gozo de Cristo que es Nuestra Pascua, es decir, de un mirar miope, a un mirar espléndido.

Al ver el sepulcro vacío, puede llevar a la desesperación y a confundir a Jesús con el jardinero, como le sucedió a María; pero cuando escuchamos que Jesús nos llama amorosamente por nuestro nombre, viene a nosotros la feliz Pascua de Resurrección.

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