"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 1 de abril de 2010

La conciencia del daño...

Perdonar es un trueque que abre la posibilidad de establecer un diálogo en igualdad de condición, que transforma la ofensa y abre camino a la Esperanza.
Si bien el perdón no cancela, cuando se asume en el pasado y se asimila en la memoria, concede la anulación de la seriedad de los actos, concesión que siempre supera, sólo cuando la conciencia del daño provocado se demostrara. Recordar cuanto se hizo mal será un estímulo pare vivir de otra manera, percibiendo la grandeza de cuanto antes se perdía por pequeño.

Tal vez y curiosamente, relacionemos el perdón con lo religioso para eximirnos de tan incómodo momento, utilizándolo como oportunistas para minimizar su efecto, mostrándolo como un acto de exclusivo bienestar personal. Incongruencias que nos alejan de toda reflexión y entonces no sabríamos si damos, castigamos o demandamos.

Cuando se ocupan lugares de decisión desde donde se podría con-ceder inicios de solución, debiera pre-ocupar aquella correspondencia, porque si no se hiciera cuanto pudo estar al alcance y se permaneciera en el círculo en el cual se compite por el mayor daño, quien se viera implicado sin solicitarlo, tal vez a futuro no pueda perdonar.

Y si el perdón fuera una simple dis-culpa, significaría que sólo otros serían siempre los responsables de toda culpa, miseria e infidelidad a la dignidad humana, y en lugar de hacer más pequeñas las grandes carencias, se disimularían las culpas. Y si fuera empleado tan solo como un componente más de la habilidad manipuladora, lejos de intentar subsanar, fijará con una respuesta indebida la amargura de la elección errada.

El perdón incluye la grandeza del sentimiento solidario, del dar, del re-conocimiento, siempre posible, por humano.

¿Cómo se concede?
Cuando los actos que se perdonan no se iteren ni intenten repetirse.
¿Cómo se ofrece?
Viendo a la sociedad como imagen de tolerancia que otorgará indulgencia sólo cuando ella misma reciba en reconciliación la acción. Pero claro, sin reconocimiento del daño ¿por qué ser perdonado?

Aprender a perdonar es oportuno, y hasta necesario, porque no está implícito en cada mal acto, porque el camino se elige para la realización o se rechaza para la alienación. Y cuando se pierde algo, si se busca, se encuentra.

Perdonar no significa sentirse como antes de la ofensa sino que vamos por algo mejor – Cristian Romano.

Mara Martinoli

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