"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 9 de julio de 2010

Te Deum del 9 de Julio en Tucumán. Palabras de Monseñor Luis Villalba



Periodismo de Verdad: 9 de Julio de 2010

Con un día de sol brillante los tucumanos recibieron el día de la Patria. Monseñor Villalba fue implacable en su homilía durante el Te Deum en la Catedral tucumana.
El Primer Mandatario José Alperovich y su señora, la Senadora Beatriz Rojkés parecían en verdad incómodos a lo largo de toda la ceremonia religiosa.
Más allá de que ellos profesan la religión judía, todo indica que fueron las palabras del Obispo de Tucumán (el segundo en orden de importancia luego de Monseñor Bergolgio en la Conferencia Episcopal), lo que molestaron al matrimonio gobernante.

Por supuesto que la Presidente NO ASISTIÓ AL TEDEUM.
Si bien Monseñor Villalba habló con tono respetuoso, el punto más tenso para la Senadora Rojkés fue cuando se refirió al matrimonio gay y dijo que “LOS TUCUMANOS DEMOSTRARON MAYORITARIAMENTE QUE ESTAN EN CONTRA DE ESE PROYECTO”...
Cabe aclarar que la señora del Gobernador adelantó su voto positivo y que será la única Senadora por Tucumán que acompañará el proyecto.
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Homilía completa de Monseñor Luis Villalba en el Te Deum del 9 de Julio en la Catedral de Tucumán

1. El Bicentenario de la Patria

El 25 de mayo pasado comenzamos la celebración del Bicentenario de la Patria que se extenderá hasta el 9 de julio de 2016.

A lo largo de estos años, debemos vivir el Bicentenario teniendo presente que el Congreso de Tucumán de 1816 es el hecho más saliente de toda nuestra historia. Joaquín V. González afirmó: “Es justo decir que el Congreso de Tucumán ha sido la asamblea más nacional, más argentina y más representativa que haya existido jamás en nuestra historia”
El Congreso de Tucumán significa nuestro pleno nacimiento a la independencia.

El 9 de julio de 1816 a las dos de la tarde se declara por unanimidad la independencia de nuestra patria.
Al día siguiente se participó de la Misa de Acción de Gracias en la Iglesia de San Francisco, cuya oración patriótica pronunció el Presbítero Pedro Ignacio de Castro Barros.
A la Misa asistieron las máximas autoridades: el Director Supremo Pueyrredón, el presidente del Congreso Francisco Narciso de Laprida y el gobernador Bernabé Aráoz.

El Congreso de Tucumán adopta la bandera celeste y blanca, creada por Belgrano, como distintivo de las Provincias Unidas.

Mérito de Fray Justo Santa María de Oro fue que el Congreso declarara a Santa Rosa de Lima, Patrona de la Independencia de América.

Hay tanta relación entre el Primer Gobierno Patrio y el Congreso de Tucumán que ya en 1835 se decreta igualar las fiestas del 25 de mayo y del 9 de julio, determinando que se celebrará el Tedéum por los favores que Dios nos ha dispensado.

Nicolás Avellaneda dijo: “... siempre que la patria argentina no haya desaparecido de la tierra, y mientras exista un pueblo noble y generoso que responda a este nombre, el Congreso de Tucumán atravesará los tiempos eternamente glorificado”
Y agregó sobre los diputados de 1816: “Los congresistas de Tucumán se emanciparon de su rey, tomando todas las precauciones para no emanciparse de su Dios y de su culto... Querían conciliar la vieja religión con la nueva patria”

2. La historia es maestra de la vida

Necesitamos conocer y honrar nuestra historia, pero no para quedarnos en el pasado, sino para seguir caminando hacia adelante.

Vivimos un momento muy especial, que no se podrá superar sin grandes sacrificios.
Hay hombres y mujeres, niños y ancianos que se encuentran en situación límite y su necesidad debe convertirse en un fuerte clamor para nuestras conciencias.

Nos encontramos ante un desafío gigantesco, de honestidad, de inteligencia, de creatividad y de eficacia.
La respuesta a este desafío histórico, depende de cada uno de los argentinos.
Requiere que nos decidamos a un mayor compromiso ciudadano.

La mayoría tenemos algún grado de responsabilidad por los males que nos afectan.
Sin embargo, ésta es sobre todo una crisis de la dirigencia.
Quienes tenemos mayores cargas en la conducción de algún aspecto de la vida del país, somos más responsables de lo que está sucediendo.

Ante esta situación debemos decir algo desde el Evangelio.

El Evangelio nos enseña que la raíz de los males está en el corazón del hombre. Debemos cambiar el corazón. Y para cambiarlo, es necesario que realicemos un serio examen sobre los deberes sociales que tiene cada uno de nosotros y, de modo particular, los dirigentes de la sociedad.
Recordemos que Jesucristo considera hecho a Él mismo lo que hagamos por sus hermanos más pequeños (ver Mt. 25,40)

3. Hace falta un nuevo estilo de liderazgo

Necesitamos generar un liderazgo con capacidad de promover el desarrollo integral de la persona y de la sociedad.
El verdadero liderazgo supera la omnipotencia del poder y no se conforma con la mera gestión de las urgencias.
Todo líder, para llegar a ser un verdadero dirigente debe ser, antes que nada, un testigo. Es decir, alguien que, con su testimonio personal sea expresión de coherencia y ejemplaridad.

El dirigente merecedor del respeto de sus adversarios, escucha, genera confianza, dialoga, busca consensos y sabe construir, defendiendo su posición con argumentos nobles. Extrañamos al dirigente que, sin mentir y con lealtad a sus convicciones, antepone el “bien común” a sus ambiciones personales de poder.
El dirigente auténtico sabe y tiene presente que el poder es servicio.
El verdadero fundamento de todo poder y de toda autoridad es servir a los hermanos.

El ejemplo preclaro es Jesucristo: “No he venido a ser servido, sino a servir”
El Señor nos enseñó diciendo: “Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos” (Mc. 10,42-44)

El Papa Juan XXIII, en la Encíclica Pacem in Terris, decía que no se puede actuar en las instituciones de la vida social y no se puede obrar eficazmente en ellas, si no se es científicamente competente, técnicamente capaz y profesionalmente experto (nº 148)
Pero si la competencia es necesaria, no es suficiente.
Para vivir un compromiso social según auténticas reglas éticas se debe dar el primer lugar a la vida del espíritu.
Eso significa que no puede utilizar medios inmorales.
Necesitamos líderes que participen en la reorientación y consiguiente rehabilitación ética de la política.

Debemos pasar de un modelo de conflicto a un modelo de convivencia armoniosa, respetando las diferencias. Para ello es fundamental el diálogo que posibilite una acción mancomunada a favor del bien común.
Como repetidas veces hemos dicho los Obispos argentinos, el diálogo es esencial en la vida de la Nación.
Sólo el diálogo hará posible concretar acuerdos para proyectar el futuro del país.

El diálogo entre los distintos grupos sociales en los que cada uno quiere mantener su identidad y proyectar en la sociedad sus propuestas, pertenece a la esencia de la democracia.

4. Abramos el corazón a la esperanza

Renovar nuestra esperanza en el futuro del país significa, para cada cristiano, para cada hombre de buena voluntad, asumir su propio compromiso de construir la Nación. Para ello debemos recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas.

Dentro de pocos días se debatirá en el Senado de la Nación la ley sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Está en juego una ley que pretende orientar la cultura del pueblo.
El pueblo tucumano, perteneciente a diferentes credos religiosos, por abrumadora mayoría, expresó estar en desacuerdo con este proyecto de ley.

La unión en pareja de personas del mismo sexo es naturalmente distinta a la unión de una pareja heterosexual a la que llamamos matrimonio.
A realidades distintas corresponden en justicia denominaciones distintas, para no dar lugar a una apropiación indebida del concepto de matrimonio.

La unión del matrimonio hombre-mujer abierto a la vida, no es una unión cualquiera entre personas, tiene características propias e irrenunciables que hacen del matrimonio la base de la familia y de la sociedad.

Este tema no ha de ocultar los grandes desafíos que tenemos y que reclaman las energías y esfuerzos, especialmente de los dirigentes de la sociedad.

A luz del Bicentenario se debe proyectar como prioridad nacional:

ü erradicar la pobreza e

ü impulsar el desarrollo integral de todos.

Anhelamos celebrar el Bicentenario con justicia e inclusión social.

Debemos avanzar en la reconciliación en la sociedad, en fortalecer las instituciones republicanas,

Hay que afianzar la educación y el trabajo como claves del desarrollo y de la justa distribución de los bienes,

Es preciso promover el federalismo, que supone la necesaria y justa autonomía de las Provincias y sus Municipios.

No debemos olvidar que Dios nos acompaña desde los orígenes de nuestra Patria.

Lo agradecemos hoy con nuestro compromiso y con nuestra plegaria.

Por esto, entonamos el Himno de acción de gracias a nuestro Padre Dios:
Te Deum Laudamus.
A ti Señor, te alabamos, porque eres el autor de todo.
Nos comprometemos a que tu obra sea fecunda en nuestras manos.
Que la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Merced, mire con cariño y ternura a nuestra Patria, que se acoge a su amparo y maternal protección.

Gentileza Oficina Prensa del Arzobispado de Tucumán

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