"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 21 de julio de 2010

VENEZUELA Hugo I en Canossa...


Visto por Alfredo Coronil Hartmann

Una Tribuna para voces del decoro
Por Alfredo Coronil Hartmann
Fuente: GENTIUNO.com

La alharaca de gallinero -vertical, desde luego- protagonizada por el “poseso” como diría el admirado Pedro León Zapata, en sus epilépticos ataques contra las iglesias y en particular contra el Arzobispo de Caracas, Jorge Cardenal Urosa Savino, ha llegado a extremos bochornosos, y que da “Pena ajena” como suele decirse, tiene antecedentes históricos que se pierden en la bruma del tiempo.

La celebérrima “Querella de las Investiduras” que opuso a varios monarcas del Sacro Imperio Romano Germánico al Papado, alcanzó su clímax en el enfrentamiento de Enrique IV -1084-1105- con el romano Pontífice Gregorio VII. El poderoso alemán en temeraria jugada convocó al Concilio de Worms en el año del Señor de 1077, allí el osado Hohenstauffen hizo destituir al Papa, quien un mes después recuperó la triple corona y excomulgó al monarca.

Enrique IV, hijo de Enrique III y de Agnes de Poitou, era el segundo monarca de su dinastía, que produciría -entre otros príncipes- al legendario Federico “barbarota”. El orgulloso teutón se vio forzado a humillarse públicamente, concurrió a Canossa, residencia pontificia, vestido de harapos, la cabeza cubierta de ceniza, tuvo que ayunar durante tres días y rogar de rodillas al Vicario de Cristo, para obtener un muy condicionado levantamiento de su excomunión.

A partir de entonces el papado, con los naturales vaivenes de la historia, tuvo un importante poder temporal, que conoció momentos estelares, como cuando ese esplendido animal político que fue el español Rodrigo Borgia, Papa Alejandro VI, intentó una muy adelantada unificación de Italia a través de la espada del Gran Gonfalonero de la Iglesia y Duque de Romaña, su hijo César Borgia, años después fue su adversario Giulano Della Rovere -Papa Julio II- quien personalmente llevara las armas por buena parte de la geografía peninsular.
Así, continuaron las cosas, hasta que a finales del siglo XIX, en 1871, ya derrotados militarmente los ejércitos papales desapareció el poder temporal del Papa. No obstante, fue sólo en 1929, cuando entre el duce Benito Musolini y el papado se llegó al Pacto de Letrán, que condujo a la creación del Estado Vaticano y al regreso de la Iglesia a su natural carácter de mayor poder espiritual del mundo."

Este “paneo” por la historia universal, lamentablemente muy abandonada para la formación de los políticos contemporáneos, puede darles una idea de la enormidad del disparate del Teniente Coronel retirado, al agredir con insolencia bastarda a Su Santidad Benedicto XVI y al hacerlo a la Iglesia toda, incluidos los cientos de millones que, en los cinco continentes, militamos en la Santa Iglesia Católica Romana.

No creo que el egregio agraviado dignifique al insolente agresor, excomulgándolo, no tendrá que cumplir una penitencia como aquella a que se vio sometido el “Sacro Romano Germánico emperador”, pero como diríamos en Venezuela: “tiene el plomo en el ala” ya no levantará vuelo como no sea un torpe vuelo gallináceo, de tropezón en tropezón.

Los ritos satánicos, los paleros, los sacrificios sangrientos, nunca han prevalecido sobre la fe y el amor.

No será en Canossa pero yo no apostaría por el futuro del monarca de oropel...


Alfredo Coronil Hartmann
Abogado e Internacionalista
corbertomel@cantv.net

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