"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 8 de octubre de 2010

¡Cuidado con el golpe!

Carlos M. Reymundo Roberts / LA NACION

A estas alturas ya podemos afirmar, sin lugar a dudas, que golpes, lo que se dice golpes, eran los de antes. Algunos incluso llegaban a ser revoluciones.
Hoy, por fortuna, esa especie se ha degradado, y a tal punto la cosa perdió glamour que al pobre Correa, en Ecuador, se le acaban de animar diez o veinte policías. Policías tan ligeritos de todo que, a falta de un cuartel o de un avión, retuvieron al presidente en un hospital, por lo que pasará a la historia como "el golpe de las enfermeras".
Pero entre nosotros no podemos tomarnos las cosas con tanto humor, porque los Kirchner nos han advertido una y otra vez, con voz y gestos trémulos, que hay un espíritu destituyente dando vuelta. Como siempre, yo les creo.
El campo lo intentó y estuvo a punto de conseguirlo.
Si el golpe de los sojeros no llegó a buen puerto fue por la actitud valiente y resuelta del matrimonio, que enseguida mandó a Moreno y al ex campeón de kick boxing Jorge "Acero" Cali a la Plaza de Mayo, donde enfrentaron a los sediciosos -40 o 50 protestones- con la misma entereza con que el secretario de Comercio libra su lucha contra los precios.
Precios, todo hay que decirlo, aumentados por gente vocacionalmente golpista como los empresarios.

A mí nadie me quita que también los de la Corte Suprema están en una conjura, o mejor dicho, estaban: la señora Hebe de Bonafini ya los debe de haber convencido de que con las instituciones republicanas no se juega.

Es posible que también la Iglesia esté tramando algo.
Bergoglio, que por poco no llegó a ser Papa, seguro que anda con ganas de por lo menos ser presidente (como Lugo), o de bendecir a un presidente puesto por él.
Con los curas hay que tener cuidado: miren si al millón y medio de jóvenes que fueron a Luján de pronto les cambian la consigna y les dicen que la marcha termina en la Plaza de Mayo...

Por escuchar y leer a los de Carta Abierta yo ya vivo obsesionado con el tema y me parece ver destituyentes en todos lados: por supuesto, en los grandes diarios nacionales, que le disparan a la democracia con sus letras de molde.

En el macrismo, que ya tiene bien aceitada su red de espías; en el cobismo, que urde revueltas mientras la Presidenta viaja por el mundo porque el mundo cada vez viaja menos para estos lados; en Scioli, obvio, porque nadie cree que vaya a acompañar a Néstor hasta adentro del cementerio.
Los radicales odian el golpe, pero si triunfa, uno de ellos será ministro del Interior.

Claro que en estos tiempos hay que ser más audaces a la hora de imaginar dónde puede esconderse el enemigo. Si antes atacaban los generales, después los coroneles y finalmente los cabos de policías, me animo a advertirles a los Kirchner: ¡ojo con los boy scouts!
. Con ese pelito corto y ese tufillo derechoso y católico, un día van a querer acampar en la quinta de Olivos.
. Ojo también con los camioneros de Moyano, que después de tomar tantas empresas y caminos, y después de reclutar trabajadores de otros gremios, ya son una fuerza de choque nada despreciable, guiada por un comandante que se anima a todo, que lleva mucho tiempo ahorrando y que está convencido de ser el Lula de las pampas.
. Ojo con los barrabravas, muchachos de carácter, que todavía tienen la sangre en el ojo porque el amigo Aníbal Fernández no les mandó a Sudáfrica, a través de su socio Julio Grondona, todas las entradas que les había prometido.
. Ojo además con Milagro Sala, la indomable. Acaba de mostrarle los dientes al Gobierno en la interna de la CTA (en realidad le mostró que cuando muerde, muerde), y no quiero imaginarme qué puede pasar si un día se despierta de mal talante y decide bajar a Buenos Aires con su tropa, que por su jefa está dispuesta a matar y a morir.

En fin, cuidado, Néstor, cuidado, Cristina, que tantos años en el poder necesariamente crean resentidos.
Ha de haber mucha gente agazapada, conspirando, conjugando el verbo destituir en todos los idiomas políticos posibles.
Cuidado con los ambientalistas de Gualegaychú, con los uruguayos (y ahora con los chilenos), con los ahorristas de las ex AFJP, con los antimatrimonio gay, con el club de los expulsados (Redrado, Lousteau, Alberto Fernández...), con los que van a expulsar, con los que se van a ir bajando solitos, con los fondos buitre, con el Fondo Monetario Internacional, con el monopolio, con Antonini Wilson, con los "progre" desilusionados (que son los verdaderos). Y, especialmente, cuidado con los que aportan a la cuarta categoría, que un día se creyeron que ustedes habían eliminado la tablita de Machinea.

¿Y los militares?
No, a los militares no hay que tenerles miedo.
El Gobierno se ha encargado muy bien de reducirlos.

© LA NACION

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