"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 27 de octubre de 2010

Hambre y mortalidad infantil

Misiones: 6000 niños desnutridos

Lo admitió el gobernador, que dijo que en el 2010 murierion 206 chicos

Miles de chicos misioneros crecen en condiciones de extrema pobreza en el interior de la provincia.
Evangelina Himitián

El gobernador de Misiones, Maurice Closs, admitió ayer que en lo que va del año "ya murieron 206 niños en la provincia" y precisó que hay unos 6000 desnutridos; 1000 de ellos, de extrema gravedad. El gobernador, un radical cercano al gobierno de la presidenta Cristina Kirchner, formuló esas declaraciones en el día en que se conoció una nueva muerte de un niño desnutrido, beneficiario del plan Hambre Cero. El caso, el tercero que trasciende en los últimos días, se sumó a las muertes de Héctor Díaz, que tenía 2 años y vivía en Apóstoles, y de Milagros Benítez, de un año y tres meses, de la localidad de Montecarlo, ambos inscriptos en el mismo programa asistencial.

"Obviamente, algunos se nos van a morir, porque la mortalidad infantil es un problema", dijo Closs, crudamente, al referirse a la gravedad de la desnutrición en la provincia. "En lo que va del año murieron 206 chicos por distintas causas. En octubre del año pasado eran 253. Quiere decir que mejoramos el 22 por ciento. La mortalidad infantil afecta aquí a 12,3 de cada mil niños, un valor que es similar a la media nacional. En la década del 90 eran 33 por mil", apuntó el gobernador.

En Misiones hay 130.000 niños cuyos padres reciben la asignación universal que otorga el gobierno nacional. Además, desde mayo se aplica el programa Hambre Cero, que identificó a 6000 niños desnutridos, con situación de riesgo alimentario, en función de una evaluación de peso y talla. "Hay 1000 que están más complicados y tienen extrema vulnerabilidad social y 30 de ellos son casos irreversibles", reconoció Closs.

"Lo que ocurre en Misiones es otro crimen cometido por el Estado. Son como crónicas de muertes anunciadas", denunció la presidenta de la Federación Argentina de Asociaciones Profesionales de Servicio Social (Faapss), Silvana Martínez.

"Cuando no se distribuye equitativamente la riqueza, cuando no hay políticas serias y efectivas, continuará la tragedia. Más allá del dolor por estas familias que perdieron a sus hijos, sabemos que hay 7000 chicos en situación de indigencia. En tanto, el gobierno local gasta grandes sumas en obras públicas faraónicas, deslindando su responsabilidad social en la figura de padrinos que se ofrecen para proteger a la infancia en el contexto de un programa que, hasta el momento, muestra serias deficiencias en su aplicación", denunció Martínez.

El gobernador se mostró disgustado con la repercusión que cobraron las muertes de niños en su provincia. "Nadie se muere por desnutrición. Es como el sida, se mueren por otras enfermedades. Uno de los chicos tenía hidrocefalia, otro tenía un problema cardíaco. Y la chiquita tenía un problema de vómitos. Tres pediatras la atendieron unas horas antes y no notaron síntomas que indicaran que iba a morir esa noche, Además, la familia le daba medicina alternativa, remedios caseros...", dijo el gobernador.

"Acá la gente no se está cayendo muerta de hambre -enfatizó-. En mayo, decidimos impulsar el programa Hambre Cero, porque sabíamos que iba a haber chicos que aunque recibieran la asignación universal sus padres no lograrían cubrir las necesidades básicas. Entonces, nos metimos en el corazón mismo de la pobreza. Hicimos un plan para revertir la situación. Lo jodido es que ahora nos pegan porque esos chicos estaban en el programa Hambre Cero", se quejó el gobernador.

El programa incluye un sistema de padrinazgo. Los padrinos son voluntarios que visitan regularmente al niño, intentan verificar que el dinero de la asignación universal se use para comprar alimentos e incluso le enseñan a cocinar a la madre, si fuera necesario. "Uno de los chicos que murieron, su padrino era un periodista, que lo asistió todo lo que pudo, pero aun así no se pudo evitar su muerte. De todas formas, hemos logrado reducir la situación de vulnerabilidad de unos 800 chicos", dijo Closs.

Cuestión de imagen
"Antes del lanzamiento del plan, mis asesores de imagen me recomendaron que no me metiera con el tema de la desnutrición. Yo les dije que no, que teníamos que salir a buscar los casos más extremos. Si les hubiera hecho caso hoy tendría muchos menos conflictos que los que tuve ayer y hoy (por ayer y anteayer). Ahora, si se muere alguien que está en este plan, salen a pegarnos. Mañana se puede morir otro chico, puede pasar. Pero si se hubiera muerto el año pasado, cuando el plan no existía, nadie se enteraba", apuntó el gobernador.

"La situación nos avergüenza", admitió la vicegobernadora Sandra Giménez, de profesión médica, quien antes de ocupar el cargo actual estuvo al frente del hospital Madariaga de Posadas, el más completo de la provincia.

"Pero no es sólo responsabilidad del gobierno sino del cuadro social en el que vivimos. Por eso creamos la figura del padrinazgo, del acompañamiento que necesita una mamá o una familia para poder salir de ese proceso de anomia, de hasta desinterés y desesperanza en el que subsiste, a partir de una situación de indigencia y pobreza extrema. No se reduce a la vivienda, al agua, la luz ni el baño instalado, ni tampoco si reciben subsidios si los mayores tienen o no trabajo. Hay que recuperar la fe en sí mismo ante una crisis de valores muy compleja", concluyó la vicegobernadora.

lanacion.com

Con la colaboración de César Sánchez Bonifato

La paradoja del granero del mundo

Abel Albino

Existe una máxima postulada en nutrición: la mortalidad infantil es un indicador indirecto de la desnutrición. Si en Misiones tenemos tasas de 12,3 por mil (cifra optimista), tendremos eso de desnutrición. Muchos pueden decir que no son cifras altas. Ahora, cuando les toca a los hijos de uno, es alto. Otros pueden considerar que los desnutridos graves no son tantos. Los que saben saben que éstos nunca aumentan del 3 por mil por una sencilla razón: porque se van muriendo.

Debemos reconocer que como país hemos cometido algunos errores. Los especialistas, cuando hablamos de desnutrición, estamos mal vistos; creen que estamos detrás de algo o de alguien. Pero nuestro país produce alimentos para 400 millones de personas y no puede mantener alimentados a 38 millones.

Es comprensible que esto ocurra en Africa, porque no hay recursos. Allí sí que hay mortalidad por hambre. Pero un país que produce alimentos no tiene hambre, tiene desidia. La Argentina tiene el doble de mortalidad infantil que Chile, un país con muchos menos recursos.

Es hora de dejar de pensar en las próximas elecciones y pensar en las próximas generaciones. Algunos suelen preguntarse acerca de la utilidad de que en el país haya cada vez más bocas que alimentar. Cuando hay más bocas hay también más brazos para trabajar y más cerebros para pensar. Hay que atacar la pobreza, no al pobre. Tenemos que terminar con la estúpida guerra del hombre contra el hombre e iniciar la única guerra que vale la pena: la del hombre contra el hambre. La desnutrición es la raíz de los problemas sociales argentinos; sin embargo, no es una política de Estado ni una preocupación.

El autor es director de la Fundación Conin

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