"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 14 de julio de 2009

¡Hambre cero, ya...

Por Marcos Aguinis / La NACION

Mucho se habla y mucho se hace para terminar con el absurdo del hambre en la Argentina.
Sabemos que es un absurdo y sabemos que no debería postergarse su solución. Porque la solución está al alcance de los dedos.

El admirable Juan Carr ha vuelto a reiterar su sueño desde la Red Solidaria: ¡que para el año 2020 se termine con la atroz tragedia!

Pero, ¿debemos esperar tanto?
¿No es como pedirle a un enfermo que aguante mientras impedimos que le lleguen los medicamentos apropiados?

He dicho "impedimos".
Claro que sí, impedimos. Porque los medicamentos - es decir el dinero para conseguir la comida necesaria- se derrocha con impunidad en otros rubros con sucios fines políticos.
Para colmo, incentivados por ideologías paleontológicas y mezquinos intereses sectoriales.

No desplegaré el catálogo del ineficiente uso que se hace de las multimillonarias cifras que se recaudan. Sólo me concentraré en un solo caso que, repito, no es el único, por desgracia.

Acaba de informarse que "nuestra compañía" o "su compañía" - como prefiera llamarla- la querible, manipulada y deteriorada Aerolíneas Argentinas gasta más de 6 millones de pesos por día.
¡Por día!, insisto, de cada semana, de cada mes, de cada año.
Son centenares de millones de pesos por mes, miles de millones por año.
Tantos millones deberían ser tenidos en cuenta, imaginados, pasados ida y vuelta por cada una de nuestras oxidadas neuronas.
Porque aún no han suscitado el escándalo lógico, no han prendido en una lúcida indignación, no nos hacen preguntarnos en qué clase de manicomio hemos convertido a nuestro país.

¿Es imprescindible que se cometa semejante derroche? No.

Pero ocurre que nos metieron en la sangre la idea envejecida de que debemos tener una aerolínea de bandera nacional que surca gloriosa los cielos del mundo.
Países más relevantes que el nuestro, dejaron morir aerolíneas quebradas, como Suiza o Dinamarca o Estados Unidos, para no citar muchos otros.
Para salvarlas no las estatizaron ni "nacionalizaron" (palabra que se utiliza para disimular la estatización al servicio del gobierno o sus corporaciones asociadas, no del pueblo confundido)

Chile, en cambio, tiene una compañía ejemplar, que luce la bandera tricolor de su país en todas las naves y folleterías, que ofrece un servicio de excelencia y se ha convertido en una de las más prestigiosas del mundo.
Se llama Lan Chile (dice por todas partes Chile) Y es... ¡privada! ¡Qué pecado!
Sí, es privada, a nadie se le ocurrió estatizarla ni nacionalizarla, pese a que el gobierno chileno es socialista desde hace tres lustros.
Lan Chile rinde buenos dividendos a sus accionistas y éstos pagan con puntualidad sus impuestos.
No le cuesta un dólar al ciudadano.
Y fíjese: el ex secretario de Transporte argentino, Ricardo Jaime, para regresar a su provincia lo hizo en la puntual y segura Lan Chile. Paradoja interesante, ¿no?

Con el despilfarro descomunal de Aerolíneas Argentinas en un sólo día se puede acabar de inmediato con el hambre que afecta a millares de conciudadanos.
No hace falta esperar hasta el año 2020.

El viejo y sabio Aristóteles dijo "lo que es de todos no es de nadie".
Así nos va con las estatizaciones, que la administración K ha vuelto a poner en marcha con su fogosa ideología setentista.

Inumerables ciudadanos creen que, de esa forma, las empresas se convierten en propiedad de todo el pueblo.
Mentira.
No son del pueblo, sino de un sistema perverso que rinde beneficios directos o indirectos a quienes ocupan el Gobierno, más las corporaciones afines.
El pueblo paga, gasta y sufre para que esas empresas estatizadas o nacionalizadas ni siquiera tengan la delicadeza de rendir cuenta de sus fechorías o ineficiencias (por ahí, excepcionalmente, guardan algunos estrechos islotes de honestidad)

En síntesis, mientras quemamos 6 millones de pesos por día, sufren hambre centenares de miles de familias.

¿La Red Solidaria y Juan Carr han pensado en tan siniestro ridículo?
¿Se atreverán a manifestar su indignación?
¿Advertirán que las entidades que "son de todos", en realidad no son de todos? ¿Comprenderán que no es preciso aguardar hasta el 2020, sino dar un fuerte, inteligente, moderno y enérgico giro de timón?

No hay comentarios: