Por Macky Arenas
Fuente: GENTIUNO.com
"A veces vuelven" titulan algunos comentaristas la reseña de la película que hace algunos años sacudió el cine de horror.
Se refieren a esas criaturas terroríficas que salen de sus tumbas en un regreso macabro de la muerte.
Los rostros blancuzcos y sanguinolentos, los ojos y labios inyectados de negro, caminan sin rumbo en una tétrica marcha en medio de la nada.
Hay uno en especial, titulado "Dead snow", que refiere a un grupo de jóvenes que decide irse de vacaciones a una zona montañosa para practicar deportes de alto riesgo.
En el lugar, durante la II Guerra Mundial, funcionó un laboratorio nazi dedicado a experimentos maquiavélicos que esperaban lograr la inmortalidad a partir de la combinación de tecnología con magia negra.
Los jóvenes en cuestión despiertan a un pelotón de soldados-zombies, sedientos de carne humana, resueltos a cumplir el sueño enloquecido de Adolfo Hitler.
Abunda la sangre vertida y se destaca "el bello contraste de esta sobre la nieve". Junto a ello se utilizan efectos especiales para mayor realismo en el diseño de los cadáveres ambulantes y el modo cruento en que se representa la locura fascista.
Lo llaman "film de culto"
El film es noruego, como la mayor parte de los más exitosos y creativos thrillers que se producen.
¿Cómo extrañarse de que un joven de esa nacionalidad, cuya gesta podría perfectamente equipararse a los más terribles episodios de la historia en cuestión, evoque esas "glorias", se identifique con aquellos horrores, imite sus métodos, apele a similares argumentos y produzca "hermosa" sangre y muerte a su paso?
Los héroes son exterminadores y la "razzia" es el producto del sueño de un tirano con la cabeza extraviada.
La exaltación de una locura que deriva en el culto a un loco.
El rojo de la sangre es excitante en contacto con la nieve y eso genera la atrevida conexión con los "bastardos sin gloria" que describió Quentin Tarantino.
Un modelaje equivocado que induce conductas casi imposibles de imaginar por mentes sanas.
Alguno dirá que la realidad superó a la ficción, lo cual es cierto.
Pero, ¿para qué emular la realidad forzando la ficción?
Pero no se trata de cuestionar por hacerlo.
Simplemente revisemos lo que ocurre en Venezuela.
Llevamos 12 años en función continuada presenciando un Thriller que no recurre a actores ni a la ficción, que no requiere fabricar héroes o retrotraer el pasado.
Sucede ante nuestros ojos y el realismo no es mágico.
Día tras día se escenifica un discurso de odio, se instiga a la agresión, se enfrenta a unos venezolanos con otros.
Se insulta, calumnia y descalifica de manera impune, desde la sede misma del poder y sus medios de comunicación que hoy ocupan un porcentaje mayoritario del espectro radioeléctrico.
Quienes señalan, advierten, condenan y alertan son calificados de desestabilizadores y acusados de colocarse al margen de una ley que preserva, por encima de la seguridad y dignidad de los ciudadanos, la "majestad" de cargos del gobierno, ocupados por personajes célebres por sus faltas a la legalidad y el irrespeto a su propia función pública.
Ese es el modelaje en que se ha levantado toda una generación en este país.
¿Cómo pretender que esto no estalle, en el momento menos pensado, como una olla de presión y se lleve por delante a los mismos que despertaron esos demonios?
Aquí no se puede imaginar un film que describa la realidad desde la ficción.
La ficción se quedaría corta ante el presente, el aquí y el ahora.
Pero no hay héroes en esta historia. No hay sueño.
Se aferran al poder sin el menor apetito de gloria.
No hay nieve para que el contraste sea bonito, se estrella sobre el concreto de la más pavorosa impunidad. Y siguen despertando los zombies del odio.
Pero cuidado, que a veces vuelven.
Macky Arenas
Socióloga y periodista
mackyar@gmail.com
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