Del doctor ELOY SONEYRA
Los fundamentos que sostienen quienes equivocadamente o por algún tipo de resentimiento social, han ingresado al país ideas cuyas nefastas consecuencias están a la vista
El autor del trabajo ...
El autor del siguiente trabajo es doctor en Psicología, especializado en factor humano, calidad y derechos humanos, muy conocido por sus trabajos que abarcan distintos aspectos de la convivencia en la sociedad. Prestigiado y con larga experiencia en su materia, el doctor ELOY SONEYRA desarrolla en esta ocasión, un tema que preocupa a gran parte de la población que ve las consecuencias negativas que trae a la Argentina la pretensión de abolir el sistema penal.
A continuación se transcribe el artículo:
“Terminemos con la falacia garantista:
Los garantistas sostienen que el delincuente es la víctima de la sociedad, sin tomar en consideración, que esa misma sociedad ha venido gestando millones de personas buenas, mientras que son unos pocos los que obran al margen de la ley, sean las autoridades romanas que ofrecían los enfrentamiento de fieras contra indefensos ciudadanos creyentes en su fe, como lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial del lado alemán en el Holocausto, por el cual se cumplía la persecución y el asesinato sistemático de las comunidades consideradas inferiores, o en Japón donde en la Unidad 731, y en la Masacre de Nankin, los prisioneros fueron despojados en el sentir de los carceleros de su identidad como personas sometiéndolos a terribles experimentos con armas, o en operaciones sin anestesia.
Y en nuestras tierras americanas el inca Marcos Capac (1472 DC), rindiendo culto a Pachacamac, dios emparentado con el Sol, impulsaba sacrificios humanos para mantener la fertilidad de la tierra donde germinaba el maíz .
Los garantistas sostienen también que al ser el delincuente víctima de la sociedad, debe anularse el Código de Derecho Penal, pues mal se puede castigar un accionar que la sociedad propició, posición que olvida que así como en la naturaleza hay leyes que permiten desarrollar la vida, explicar el tiempo, comprender la física, la química y la salud, los hombres crean leyes para articular su acción en una sociedad.
De esto el ejemplo más sencillo son las leyes de tránsito, donde su incumplimiento es penado para bien de todos, como también en el deporte con distintas tarjetas amarillas o rojas se sancionan acciones antideportivas.
Los garantistas más o menos “zaffaronianos”, ocultan que las actitudes delictivas eran vistas como tales desde la antigüedad, así el matar estaba ya sancionado en distintos textos como el código de Hamurabi de 1692 AC, o el no matar del Decálogo de Moisés, de 1250 AC, y como acto criminal en las primeras líneas del Cilindro de Ciro de 539 AC, sintético listado bibliográfico que muestra que desde antiguo hubo Caines y Abeles, y más recientemente por el año 1945 George Orwell, seudónimo de Eric Arthur Blair, que en su última intervención radial para la India como periodista inglés, señaló que los Hitler eran resultado de personas que reencarnaban al Macbeth shakesperiano, asesinos desde el poder para afirmar su poder, actitud no solo propias de esos tiranos, sino también posibles en un mero oficinista o en un hombre común.
El objetivo de los garantistas está inspirado en esta idea fuerza:
La intelligenza tiene que apoderarse de la educación, de la cultura y de los medios de comunicación social, para desde allí apoderarse del Poder Político y con el dominar la sociedad civil. (Antonio Gramsci).
Estas primeras reflexiones nos surgen de analizar el horrendo crimen de las francesas Houria Moumni (24 años) y Cassandre Bouvier (29), que antes de ser violadas fueron desnudadas cortándoles las ropas con un machete, acto que uno pudo concretar si otro sujetaba fuertemente a la víctima, sádica actitud que se repetirá con la otra mujer y con las violaciones, donde resulta probable que mientras una de ellas estaba inmovilizada por lo menos por otro de los “machazos varones” para someterla a la violación, la amiga tratara de huir, por lo que es detenida en su fuga con un disparo de carabina.
Todas estas acciones seguramente eran acompañadas de gritos e insultos amenazantes, intimatorios y amedrentadores, entre carcajadas feroces, concretadas por cada una de las distintas personalidades de los asesinos, vertidas para acallar e intimar a las victimas en sus pedidos de auxilio y piedad, en un lugar algo alejado del camino de los turistas que recorrían la Quebrada de San Lorenzo.
Pero además nos surgen otras reflexiones al analizar el horrendo crimen de Candela Rodríguez de 11 años. Su cuerpo sin ropas mostraba muerte por asfixia y un fuerte golpe en el cuello; todo propiciado por unas manos sádicas y asesinas, matando a un ser en la plenitud de la vida, con una saña propia de seres sin sentimientos que la mataron asfixiándola con una bolsa de plástico y no con un arma de fuego pues probablemente esos cobardes asesinos temieron que los disparos necesarios pera acabar con ella, atrajeran la atención de aquellos que buscaban a la menor.
La vivencia sádica masoquista emergente, desde la profundidad de sus mentes, fue emergiendo tras despertar fantasías eróticas con las víctimas, transformando a todos los integrantes del grupo asesino en muchedumbre, que en términos de Le Bon, no se da por el número de hombres masa, sino cuando sus integrantes se identifican en una pobreza de sus aptitudes para razonar, en una falta de espíritu crítico, una irritabilidad y creencia, en este caso de una omnipotencia masculina individual que emergió en cada uno, ante la vista de las victimas cuyas femeninas figuras les despertó “el indio”.
¿Ese indio es el que la sociedad indujo señores, garantistas?
¿Ese menosprecio por las víctimas es el que la sociedad forjó?,
¿Ese sadismo es el que la sociedad les señaló como conducta con una mujer?
¿Esa conducta golpeadora y violadora es la que prefieren para con sus madres hermanas, novias o amigas? ¿Ese es el trato varonil que la sociedad impulsa? ¿Dónde tomaron esos patrones morales?
¿Por qué acrecentaron su Caín asesino, y no al pastoril Abel?
¿Es la sociedad, señores garantistas la que enseña el actuar despreciativo hacia la persona del otro?
¿Fue la sociedad que pugna por los derechos humanos, la que los impulsó a someter y matar, a dos personas que ningún mal les había provocado?
¿Desean los violadores recibir ese trato en los oscuros pasillos de la cárcel?
¿Qué sino el acrecentamiento de su ser Caín asesino despreciativo de la persona del otro, fue el que los movió?
¿Por qué si esas conductas se las indujo la sociedad, fueron estos sátrapas los únicos que las concretaron, señores garantistas?
Es cierto que el hombre creó la guerra, pero también ese mismo hombre creó entes de Paz.
Es cierto que el hombre es malo porque es el único ser que puede ser bueno.
El impulso a ser Caín queda acotado por el siguiente dicho de siete religiones:
”No hagas a los demás, lo que no deseas que los demás te hagan a ti...”
La sociedad no hace al hombre malo, sino este se eleva sobre sus orígenes aun humildes para ser un creativo excepcional como Steve Jobs, buen ejemplo de la falacia de la visión de los garantistas.
Por falacias como las sostenidas por los garantistas, millones de personas han muerto o han sido despersonalizadas, a la par que se ha justificado la falta de solidaridad de los facinerosos.
Terminemos pues con el garantismo y abolicionismo para con los delincuentes y el olvido del derecho a la vida para las víctimas, que desde tantos antros de estudio o políticos se enseña.
"Terminemos con sus leyes beneficiosas para los asesinos e inexistentes para con las víctimas”
Eloy Soneyra (doctorsoneyra@yahoo.com.ar; http://ecossociales.blogspot.com) es doctor en Psicología, especializado en factor humano, calidad y derechos humanos.
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