"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 25 de octubre de 2011

Estado de DERECHO

Por el Dr. Jorge B. Lobo Aragón (*)

Un derecho irrenunciable de la ciudadanía es el de la seguridad.
Aspiramos a un orden, a reglas establecidas sobre la base de la lógica y en vistas al bien general, y que ese orden se respete.

Es cierto que la desocupación y la carencia de posibilidades introduce cierto desorden en algunas industrias, lícitas y necesarias.
Ante la imposibilidad de hallar un patrono que a cambio de un servicio asegure la subsistencia, han proliferado actividades por cuenta propia, que bruscamente han sido perturbadas con nuevas competencias.

Una sociedad en crisis por la aparición de nuevas alternativas y urgencias sociales, está obligada a revisar sus normas y adecuarlas a una nueva realidad.

Las normas -leyes y ordenanzas- deben ser constantemente adecuadas a las necesidades y aspiraciones de la comunidad.
Pero, una vez establecidas, y mientras mantengan su vigencia, deben ser rigurosamente acatadas por todos, por ser indispensable para mantener un orden al que no podemos renunciar.

Se discuten problemas que merecen la atención de todos.
Si cada cual ha de tener libertad para buscar cómo ha de ganar el pan que llevará a sus hijos, o si esa libertad debe compaginarse con normas que eviten una competencia desmesurada que perjudica a muchos. Los problemas relacionados con el pan nuestro de cada día merecen el análisis de la dirigencia política y social.
Pero las normas aceptadas deben ser imperiosas, de modo que nadie se sienta con el derecho a provocar el caos de todos, como lo hace “un sector mafiosos consabido”, en defensa de los intereses de su sector.


Es imprescindible el orden.
No se puede vivir en el bochinche.
Y menos en un batifondo continuo, incesante, pertinaz.
Todas las normas legales pueden ser objeto de revisión y de modificaciones que las adapten a situaciones cambiantes.
Lo que no puede tolerarse es que cada sector que aspire a obtener algo de los poderes públicos, se largue a provocar el caos en la ciudad, a interrumpir su tránsito, a llenar las calles con humos, a hacer gala de su capacidad de imponerse por la violencia, como si no existieran los medios de que toda sociedad civilizada dispone para mantener el orden, la razón, el buen juicio.


A las autoridades, para que hagan respetar el orden, se les concede el monopolio de la fuerza. (1)
Si ese monopolio no se ejerce entonces imperará el caos y tendremos que olvidarnos del Derecho.

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo del Dr. Jorge B. Lobo Aragón por gentileza de su autor.
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(1) Detrás de toda norma, subyace "la fuerza"
     Si no es un mero consejo...

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