"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 25 de octubre de 2011

La hora de Rajoy

No olvidemos que los insultos más brutales contra Rajoy siempre se disparan desde trincheras amigas

PILAR RAHOLA

Rajoy no es la derecha dura.
Pero algunos de los que le susurran al oído lo son sin paliativos.
De hecho, esa diferenciación está tan clara que hasta el propio Rajoy le dijo a Rafa Nadal –el periodista lo explica en Els Mandarins– que su principal problema era la presión "de la derecha".
Es decir, como si la cosa no fuera con él, sino con esos micrófonos chillones, eternos nostálgicos de Aznar, que nunca se han sentido cómodos con este gallego pausado.
No olvidemos que los insultos más brutales contra el líder del PP siempre se disparan desde trincheras amigas.

Personalmente creo que Rajoy está más al centro que su propio partido y a años luz de esas voces tremebundas que José María Izquierdo ha retratado en su explícito libro: Las mil frases más feroces de la derecha de la caverna.
Ni en lo económico, ni en lo social, ni en lo patriótico-sentimental, Rajoy ha demostrado signos de dureza ideológica, sino más bien de flexibilidad liberal, la misma que le llevó a poner sordina a los discursos sobre rumanos de su ínclito de Badalona, o a la guerra lingüística de doña Alicia, que Rajoy cortó en seco. Aunque también es cierto, como resulta evidente, que se ha aprovechado electoralmente de esas estridencias y que es corresponsable del vergonzante espectáculo contra el Estatut.
Pero, nobleza obliga, Mariano Rajoy es lo más centrado que ha tenido el PP desde su creación y uno de los hombres más sensatos de la historia de la derecha española.
Si había dudas al respecto, sólo cabe analizar el contraste entre Rajoy y algunos de los suyos a tenor del comunicado de ETA.
Mientras los Iturgaiz de turno hacían los honores al mayor orejismo del PP más oscuro, y alzaban discursos tremendos que estaban más cerca del "contra ETA vivíamos mejor" que de la alegría por el comunicado, Rajoy demostraba, una vez más, que la prudencia lo hace líder.
Tanto que algún periódico de la Villa y Corte con ínfulas de marcar la agenda de los presidentes ya le ha dedicado un furibundo editorial afeándole la actitud y, por contraste, alabando a Rosa Díez, cuyo verbo airado siempre les hace el trabajo sucio.
A pesar de ello, parece que Rajoy aguanta el tipo y mantiene la altura de miras que el momento histórico exige, lo cual es fundamental para garantizar que el tránsito final de este proceso llega a buen puerto.

Como siempre, pues, desde que manda en el PP, Rajoy es lo mejor de su partido.
El problema es que la parte oscura de la gaviota esconde tipos de verbo grueso y pensamiento negro, cuya influencia no se sabe hasta dónde llega.
De momento dominan micrófonos y escriben editoriales, pero no dominan el tiempo político.
Y esa será la gran asignatura que deberá aprobar Rajoy para consolidar su estilo: valerse de ellos para ganar, y valerse de su éxito para derrotarlos.
Es una carrera de fondo, dura pero no imposible para un amante del ciclismo.

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