"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 8 de noviembre de 2011

La caída del macho



País cuna de grandes pensadores, ha acabado gobernado por un macho alfa sobrecargado de bótox

PILAR RAHOLA / La Vanguardia

Parece que son sus últimos días, a tenor de las informaciones que llegan de Italia.
Aseguran, por ejemplo, que la bolsa italiana está aumentando su optimismo en proporción a la veracidad de la dimisión de Il Cavaliere, el hombre que ha arrastrado por los suelos tan pomposo título.
Berlusconi podría estar al final de su carrera, dejando tras su paso un país al borde de la bancarrota.
Italia se hunde a la misma velocidad que se dispara su prima de riesgo, cerca ya a los 500 puntos, y el mito del gran Estado que formaba parte de los pilares económicos de Europa se arrastra por el lodo.
Si las noticias se confirman, estaríamos al final del presidente de Gobierno más surrealista de la Unión y el que más vergüenza ajena ha provocado.
¿Qué pasó con Italia?

Ese país cuna de algunos de los pensadores políticos más brillantes, ha acabado gobernado por un macho alfa sobrecargado de bótox y de Viagra que mientras se dedicaba a festejar con jovencitas, mirar el culo de las políticas extranjeras y lanzar todo tipo de comentarios al más puro machismo cañí, iba erosionando los poderes del Estado para conseguir lo más parecido a una autarquía.
Incluso ha intentado doblegar a la judicatura, la única que le ha mantenido la mirada desafiante.
Sin duda, Silvio Berlusconi ha sido un episodio negro de la política italiana, el más desacreditado, diletante y triste de su historia reciente.
Y a pesar de que finalmente ha conciliado una fuerte oposición en la calle, lo dramático de Italia es que no caerá por el peso de la vergüenza que provoca, sino por el ahogo de su deuda pública.
Es decir, no lo habrán echado los ciudadanos sino la economía.
Muy al contrario, el gran problema de Italia es que Berlusconi se ha mantenido en el poder porque ha mantenido altas sus cotas de popularidad e intactas sus notables influencias.
En Italia ha fallado la prensa, especialmente la televisión, mayoritariamente en sus propias manos o en su área de influencia.
Ha fallado la oposición, sin líderes claros, en permanente fragmentación y sin capacidad de recuperar la credibilidad perdida.
Ha fallado el Vaticano, que no ha tenido apuros en ser muy amigo de un presidente que no concilia precisamente con los valores cristianos.
Y ha fallado también la famosa sociedad civil italiana, que se ha acomodado y se ha beneficiado de sus abusos, felizmente instalada en la espesa red que el primer ministro ha tejido.

Por eso la vergüenza de Berlusconi es la vergüenza de Italia, porque no han sufrido un mal primer ministro, han votado y mantenido a un jefe de Gobierno moral, política y socialmente impresentable. 


Ahora lo echarán los mercados, los mismos que lo auparon, y se cerrará el irónico ciclo de su poder. Serán tiempos de crítico al Cavaliere.

Pero deberían ser, sobre todo, tiempos de honda autocrítica, no en vano Berlusconi ha gobernado como lo ha hecho, porque Italia entera ha fallado.

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