"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 7 de enero de 2012

Quien nunca sintió miedo que arroje la primera piedra


 
¿Quiere saber una cosa?
Todo el mundo tiene miedo, unos tienen pequeños miedos  y otros tienen grandes miedos, pero en el fondo todo es miedo puro y simple. Sentimos miedos de mañana, a veces a la tarde y mucho más a la noche.
Miedo de no ver ponerse el sol, de no poder ir a la playa un domingo, tirar una pelota fuera del arco, de la arena caliente, de que la cerveza  se caliente o que la ola se reviente.
Miedo de caerse, de salir, de divertirse, de la felicidad, de la fatalidad, de la bala perdida, del hambre, de tener y perder, sea lo que fuera!
Miedo de traicionar y ser traicionado, de perder el gran amor, de amar y no ser amado, de decir adiós, de partir, de cambiar, de renovar o renovarse, de decir ¡te amo!
Miedo de las brujas, de la oscuridad, del viento y del ventarrón, de los relámpagos y los truenos.
Miedo de la muerte: la suya, de sus amigos, de su hijo y de sus padres.
Miedo de olvidarse lo que fue bueno, de enloquecer, de no vivir, del placer, de querer siempre más y nunca más parar de querer.
Miedo del terror, de los terroristas, de los que manipulan los horrores humanos, de los que adoran el poder, y de no poder hacer nada con ese tipo de gente.
Miedo de envejecer, de las arrugas, de las canas, de la osteoporosis, de la menopausia, de la calvicie, de convertirse en polvo y tener la certeza de que la vida es una sola.
Miedo de experimentar cosas nuevas, unas mejores y otras peores, pero lo que vale es el movimiento, solamente está muerto lo que  o se mueve.
Miedo de mirarse en el espejo, del fracaso,  de la decadencia , de no reaccionar, del marasmo, de la acomodación.
Miedo de decir la verdad, de no tener verdades por la cual luchar, de angustiarse, de perdonar de luchar.
Miedo de tener el hijo deseado, de no verlo crecer, de que se enferme, de que no sea feliz..
Miedo al jefe que grita, que no elogia, que no explica, que no juega,  que solo está cargando a los demás y asedia permanentemente.
Miedo de la soledad, del rechazo, del teléfono que no suena, de lo que no se dijo, de la alucinación de la pasión, del beso que no se robó, del dolor del amor no correspondido, de las velas no apagadas, del grito no escuchado y del sexo en perfecta comunión.
Miedo de las diferencias, de las indiferencias, de la arrogancia, del desprecio, de la ignorancia, del preconcepto, de lo políticamente correcto, de las formas de ser de determinadas sociedades, de la corrupción, de la inflación, de la humillación, de la falta de profesionalismo de los políticos. De la envidia, de la tristeza, de elegir, del propio cuerpo, del pasado, del presente y del futuro.
Miedo de la gastritis, otitis, sinusitis, faringitis, meningitis, hepatitis, celulitis y todo lo que termina en “itis”.
Miedo de la responsabilidad, de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad, de recomenzar, de cantar, de bailar, de las creencias, de dar y recibir opinión, de tener voz y voto, de no tener voz y voto, de aguantar gente de mala índole, del deseo malo, de no tener a educación.
Miedo de casarse, de divorciarse, de casarse de nuevo, de no poder volver. Miedo de perderse, de endurecer el corazón, de no soñar y de no encontrarse así mismo..
Miedo de equivocarse, de no saber qué decir, de hablar de más, de ser cobarde y callarse, de tragarse el llanto de la emoción, de no creer y no tener fe en Dios.
Miedo de fastidiarse y no gustar de la gente, de no ser el único, de la multitud.
De tener una vida cercada de “gentuza” de perder el empleo,  de no cambiar de empleo por solo tener miedo al cambio, de la mediocridad y de la maldad.
Miedo de la dictadura, del neoliberalismo, del comunismo, del nazismo, de radicalismo, de la guerra, de la bomba atómica, del tsunami, de la rebelión, del vandalismo, de la esclavitud, de la inseguridad y de la realidad desnuda y cruda.


Y por fin, el miedo de no tener coraje para enfrentar todo eso,
Así mismo eso no tenga fin...


Extraído del libro “Mentes con miedo. De la comprensión a la Superación.
De la doctor en Psiquiatría : Ana Beatriz Barbosa da Silva

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