Por el Dr.
Jorge B. Lobo Aragón (*)
Estanislao del Çampo en el “Fausto” nos dice que “como a eso de la oración, aura cuatro o cinco noches, vide una fila de coches contra el teatro colón”.
El teatro colón al que se refiere no es el magnifico teatro construido en 1908 por los Arquitectos Víctor meano y julio Dormal, motivo de orgullo para la ciudad de Buenos Aires, sino un anterior.
Teatro levantado en el antiguo “Hueco de las Ánimas”, en la esquina de las actuales calles Rivadavia y Reconquista.
El primer Teatro que tuvo la ciudad de Buenos Aires fue el de los señores Aguiar y Sacomano, construido en 1757.
Hay memoria de que antes también se representaron obras, pero en escenarios precarios.
Más famoso fue otro posterior, construido por Francisco Velarde, actor y empresario, con el apoyo del Virrey Vértiz en la “Ranchería” que rodeaba al convento de los Jesuitas expulsados, por lo que se le llamó de la Ranchería.
Un edificio con paredes de mampostería de ladrillos y de tablas, tirantearía de buena madera paraguaya y techo de paja.
En este Teatro, con el lema de “es la comedia espejo de la vida”, se representaron obras de autores europeos y es fama que llegó a estrenarse “Siripo”, de Manuel José de Lavardén.
El de la Ranchería sufre un incendio en 1792, pero no se quedarían sin teatro.
Se pensó en levantar en el Hueco de las Ánimas un Gran Coliseo, pero como el tiempo pasaba y no se estaba en condiciones de afrontar su costo, en 1804 se optó por un “Coliseo “Provisional” al que también se lo conoce como Coliseo Chico.
Curiosa denominación, porque “Coliseos” se les dice a los Teatros en memoria de que el Anfiteatro Flavio, en Roma, tenía en su frente una estatua “Colosal” de Domiciano.
Este Coliseo Chico fue durante mucho tiempo el principal teatro de la ciudad.
Se lo inaugura en 1804 siendo Virrey Don Rafael de Sobre Monte, y fue en este teatro una noche que se representaba -“El Sí de las niñas”-, que el Virrey recibió la mala noticia de la presencia de las naves inglesas que nos invadieron.
No se trataba de un edificio especialmente construido, sino que en una casa se demolió una pared entre dos salas grandes y al espacio se lo acondicionó con escenario, palcos y platea.
En tiempos de los primeros gobiernos patrios era el principal en la ciudad, y en 1838 se le puso por nombre Teatro Argentino.
No sería el único.
Ese mismo año 1838 se construyó el Teatro Victoria, que tenía ese nombre por el nombre de la calle, la actual Hipólito Irigoyen.
En 1844 se inaugura el Teatro el Buen Orden y en 1845 El Federación.
En 1856 se abrirá el Teatro del Porvenir con una curiosa organización empresaria.
Los propietarios son trescientos accionistas que entran gratis a las funciones, y que a fin de año se reparten la utilidad de la empresa.
Pero antes de esto, en 1851, se termina el edificio del Gran Coliseo y se lo inaugura con la presencia de “Manuelita”. Pero ya no es suficiente para las pretensiones del público aficionado.
Se forma una sociedad integrada por Héctor Varela, Esteban rams, José Oyuela, Hilario Asca subí y el ingeniero Carlos Pelegrino, y la noche del 25 de abril de 1857 se inaugura el Primer Teatro Colón con la Traviata cantada por el tenor tamberlink.
Tiempo después se lo demuele para edificar el Banco de la Nación.
(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo del Dr. Jorge B. Lobo Aragón (Abogado, ex Juez y Fiscal en lo Penal y ex Legislador) por gentileza de su autor.
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