Si se echa una rana a una olla con agua hirviendo, ésta salta inmediatamente hacia afuera y consigue escapar de la olla sin haberse quemado ni una pestaña.
En cambio, si inicialmente en la olla ponemos agua a temperatura ambiente y echamos una rana, ésta se queda tan fresca dentro de la olla.
Pero cuando, a continuación, comenzamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona bruscamente sino que se va acomodando a la nueva temperatura del agua hasta perder el sentido y, finalmente,
morir literalmente hervida...
Moraleja:
Para ver hasta que punto es “toxico” un problema en el que estamos inmersos, hay que salirse de él,
verlo desde otra perspectiva,
pues estando dentro nos podemos acomodar peligrosamente…
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