"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 15 de mayo de 2012

Alejándose - al trote - del punto de NO RETORNO

Por Carlos Manuel Acuña (*)

Hace un par de días, hablamos en estas columnas de una realidad que se perfila día a día en el tiempo y el espacio. El Punto de no Retorno -la distancia más larga desde el punto de partida o si se prefiere la más cercana para el aterrizaje final e inevitable- por lo que hoy vamos a referirnos al difícil tramo que nos acerca hacia el segundo lugar. Decimos difícil por no utilizar otra palabra más elocuente y expresiva de la forma de volar -por el aire, se entiende- que tienen las alas de este gobierno que, en vez de hielo en sus extremos, acumula contradicciones y apetencias exclusivas por ganar elecciones. Exclusivas y excesivas, complejas y arrevesadas, con hechos que tienden a matar -figurativamente, claro está- en tanto los paracaídas no pueden desplegarse o se los tajea con dedicación y entusiasmo.

Vamos a los hechos. Como si fuera una crónica con final anunciado, antes de las elecciones del año pasado prevenimos sobre el agotamiento del inasible modelo, el angostamiento de los recursos y reservas y los grandes peligros que ofrecen temas tan puntuales como la ocupación o el abastecimiento energético. Ahora, una simple mirada al escenario nos confirma que las provincias carecen más y más de medios financieros para atender lo más simple: pagar los sueldos y mantener la marcha de la economía menuda y de paso -esto es muy importante- los humores de la sociedad.

No hace falta ser un sociólogo o un economista notablemente ilustrado, para entender lo que sucederá a partir de ahora mismo y acrecentado más y más a medida que avance el invierno. El gobierno, o el cristinismo, si se desea expresarlo de otro modo, no mira y mucho menos interpreta esta realidad. Nuestra referencia al Punto de no Retorno incorpora otra faceta de lo que sucede: el gobierno no modificará sus objetivos, su estilo ni el proyecto que él ni nosotros entendemos. No obstante, podemos señalar que no tiene más remedio que persistir en su conducta, pues una modificación debería ser tan profunda como inimaginable, por aquello de que bajo cualquier circunstancia, el falso orgullo sumado al ideologismo siempre se impone en el derrotero de los hechos posibles o imposibles.

Veamos como al pasar algunos hechos que, si bien aparecen como secundarios con relación a otros de una temática superior, son de una elocuencia enriquecida en sus alcances por el silencio de los políticos y el ocultamiento a la opinión pública, lo que denota una cierta “cola de paja” que, vamos a reconocerlo, puede calificarse como parcialmente saludable. Hace unos días, en el Jefferson College, colegio privado de la localidad bonaerense de Moreno, uno de sus profesores observó que en la clase de historia que se impartía a los jóvenes alumnos se enseñaba “La masacre de Ezeiza” y se imponía el libro de Horacio Verbitsky como fuente obligada de consulta para entender ese suceso histórico que marcó, en mayo de 1973, el primer ataque directo y armado de los montoneros contra el futuro político de Juan Domingo Perón. Éste volvía de España con una comitiva de la que participaba Héctor J. Cámpora, en su carácter de flamante presidente electro por el FREJULI.

El desorden fue mayúsculo y sangriento, el número de muertos todavía es impreciso pero se habla de varios centenares y en el momento se apreció que peligraba la vida de Perón y sus acompañantes, cuyo avión, proveniente de España, debía descender en Ezeiza, convertida en un campo de batalla de final incierto. Cámpora quería aterrizar de todos modos pero el vicepresidente Vicente Solano Lima debió imponer con severa energía el criterio de desviar la máquina a la base de la Fuerza Aérea cercana a El Palomar. Los diarios de la época, las imágenes televisivas y luego muchos libros dieron cuenta de la gravedad de una situación provocada por los guerrilleros y resistida por los peronistas, especialmente por los que pertenecían a las organizaciones obreras. La versión de Verbitsky sobre estos hechos campales inéditos en la Argentina moderna, merecieron una versión distorsionada y parcial. En consecuencia, el profesor objetó la falsedad de la enseñanza que se quería impartir. Al conocerse la novedad, dos alumnos se opusieron vivamente y amenazaron con denunciar al colegio donde estudiaban, de discriminación ante el INADI. Los jóvenes eran nada más y nada menos que los hijos de un asesino chileno -Apablaza Guerra- que asesinó a tiros al senador chileno Jaime Guzmán. Por esa razón, el gobierno democrático de Chile reclama su extradición, medida que le es negada por el kirchnerismo. Lo ocurrido es expresivo de una situación que tiene sus entretelones, pues la mujer de Apablaza trabaja con Cristina Fernández W. de Kirchner en la Casa Rosada, desde donde rápidamente se impartieron órdenes que determinaron el cese de las funciones del profesor. Todo un ejemplo político de transgresión de derechos y de ruptura de la disciplina.

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo por gentileza de su autor Carlos Manuel Acuña -Periodista y escritor- autor entre otros libros de "Por Amor al Odio", "Vertbitsky - de la Habana a la Fundación Ford" y "Los Traidores".

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