Por Alfredo Grande
Una noticia buena y una mala.
La buena, Guillermo Moreno es incorruptible.
La mala, lo dijo Sergio Shocklender”
(Aforismo implicado)
“El senador nacional por el Frente para la Victoria (FpV) Aníbal Fernández y la agrupación kirchnerista "Vatayón Militante" justificaron hoy la salida transitoria de presos de las cárceles, aunque dijeron que es para participar de "eventos culturales, no políticos".
Tras rechazar las denuncias periodísticas que indicaban que se sacaban presos de las cárceles para participar de actos políticos organizados por el Gobierno, Fernández aseguró que este es un mecanismo de "reinserción" social que tiene "un resultado positivo" con "nula reincidencia en el delito".
"Todo esto está coronado desde el marco en el que el juez de Ejecución autoriza que estas cosas se hagan. Si no, sería imposible", aseguró el senador nacional por Buenos Aires. (de Portal Terra)”
(APe).- Si la derecha es un delirio eterno, ciertas formas del por mí bautizado “retroprogresismo• no están libres de los “pecados de la mente”.
Hay dos formas de banalizar una situación: cuestionar desde lo particular (hay policías buenos cuando se critica el accionar de las fuerzas de seguridad, por ejemplo) o cuestionar desde lo general (sostener la necesidad de re socializar a los delincuentes, cuando se cuestiona un caso específico, por ejemplo). Vayamos al grano, como dijera Monsanto.
La salida de Eduardo Vázquez para participar de actividades culturales es una de las más brutales paradojas que nos presenta la lógica invertida de la cultura represora.
Se pretende que sea una defensa del derecho humano a la resocialización, lo que en realidad es un privilegio que destruye la legitimidad en pos de más que dudosas legalidades.
En la eterna disputa entre lo legal y lo legítimo, hace décadas que luchamos por lo legítimo.
De lo contrario no habría ley de identidad de género, sin ir más cerca, porque la militancia y el activismo lucharon para que esa legitimidad, que la derecha nunca aceptará, sea además, legal.
Ahora mal: invocar la autorización judicial como fuente de toda razón e injusticia, es subordinar la política al derecho.
O sea: el sentido y el marco ideológico de una decisión, a la letra de un dictamen jurídico supuestamente “neutral”.
Justamente en un momento donde celebramos el renacer de la política.
¿Quién puede lo más, puede lo menos?
¿Qué política puede sostener que un delincuente, preso por un crimen atroz, que asesinó a una mujer que no era suya, aunque a lo mejor lo creyera, con el mismo método que la inquisición usara para exterminar a las denominadas brujas durante siglos, se re socialice haciendo aquello para lo cual está habilitado?
O sea: ¿resocializamos al femicida permitiendo que haga su música preferida?
Si un basquetbolista asesina a una mujer, ¿lo re socializamos permitiendo que juega un partido con Manu Ginóbili?
Discutamos qué es re socializar por lo menos.
Los vínculos sociales, en la vida comunitaria al menos, son de respeto, de cuidado, de amor, de ternura, de alegría.
No pido perdón, pero agrego desde mi propio universo conceptual del psicoanálisis implicado:
Modo yoico de producción de subjetividad.
Cuando esto se vulnera, y de la manera brutal que Vázquez lo vulnera quemando viva a Wanda, confundir resocializar con salidas culturales es, por lo menos, un desconocimiento total de los procesos de reparación psicosociales.
El asesinato de Wanda se encuadra dentro del denominado “femicidio”.
Y es el huevo de la serpiente del “genocidio de género”.
Asesinar mujeres por el solo hecho de ser…mujeres.
Es una paradoja que desde el Ejecutivo que sostuvo leyes como la mencionada identidad de género, o matrimonio igualitario, o juicios por crímenes de lesa humanidad, se propicie, se tolere, se admita que a meses de su condena, el femicida Vazquez se luzca como músico.
Por muchos años, los necesarios, su identidad de músico no es la principal, ni la más importante, ni aquella por la que debe ser convocado.
La identidad principal es aquella por la que fue condenado.
Mas allá de la penosa y compleja situación actual, la resocialización bien entendida fue la que Hebe de Bonafini hizo con Sergio Shocklender cuando le permite trabajar con y para las Madres.
Nada de lo que sucedió después me cambia esta idea:
La identidad de parricida fue lentamente erosionada y finalmente apareció una nueva identidad.
Las veces que hablé con Sergio, allá por el 2001 y hasta el 2003, nunca lo pensé más que como Director Administrativo de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, a la que llegué de la mano (es una forma de decir) de Vicente Zito Lema.
Nada de lo que pasó después me cambiará esta idea:
Hebe resocializó en el mejor sentido de la palabra.
Creó una nueva identidad vincular.
Lejos aún esta Vazquez de este destino.
Para empezar, debería hacer cursos, talleres sobre nuevas identidades masculinas, entender qué es una víctima de maltrato, leer sobre femicidio, tener un seguimiento profundo sobre si ha entendido y asumido la brutalidad del delito cometido.
Largo proceso, porque para llegar a resocializarse, primero hay que re vincularse.
O sea: adquirir la capacidad de construir diferentes vínculos, diferentes a los que llevaron a la muerte a Wanda.
Sin este trabajo, re socializar es apenas otra de las máscaras de la impunidad.
Y defender los derechos de los presos a la dignidad en su condena, nada tiene que ver con la serena evaluación de la situación concreta.
La abstracción también puede ser la jactancia de algunos intelectuales.
Clarín miente.
Pero no cedamos a la tentación de pasar de la mentira al engaño.
Defender los derechos nada tiene que ver con sostener un privilegio.
Y para mí, en el caso concreto de Vázquez, ha sido una “salida de privilegio”.
Y yo también soy militante, y si me ocupo un poco, hasta puedo formar mi batallón.
Hasta nuevo aviso, Callejero a tus zapatos.
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