No me parece
Por José Benegas
Muy enojados los chavistas en las redes sociales con mi comentario de ayer que salió publicado en Infobae.com.
Me desearon la muerte, uno me dijo que esperaba que se me muriera un hijo, me llamaron rata, mediocre, ignorante y otras cositas menos elegantes aún.
Y todo para demostrar que ellos en verdad son democráticos y yo estoy lleno de odio.
Este caldo, esta preparación para el lanzamiento sobre el denunciante que los muestra con el cuchillo entre los dientes es el tipo de clima que generan estas dictaduras, el enojo con cualquier espejo que les devuelva su imagen.
Ayer para rematar la confirmación el canciller, vicepresidente y heredero al trono de Venezuela Nicolás Maduro se presentó al público en la sede del poder central, en La Habana, para desmentir rumores sobre la muerte del dictador o su estado de coma inducido según había informado en sitio del diario ABC de España.
El secretismo del régimen tiene por objetivo que el público no tenga acceso a la información.
El temor es que si se supiera lo que hacen, lo que les pasa, lo que ignoran, lo que improvisan, su poder se desvanecería.
Por eso la política tiene que estar acompañada de la devoción y los gritos de lealtad diarios son la respuesta a la demanda del centro de poder de recibir confirmación de que nadie está preparando para ellos una guillotina.
Es la prístina potencialidad de la traición lo que se combate todo el tiempo con adulación.
Los creyentes, como los chavistas que competían por los calificativos ayer, se sienten muy alterados cuando sus santos son tocados.
Pero sobre todo les da miedo no insultar porque alguien puede sospechar que están de acuerdo con lo que leen, tal es la desconfianza en la que viven.
Necesitan creer y su religión es tan tonta que cuando alaban al manda más a cada paso tienen que exagerar sus demostraciones para creerlas ellos mismos.
Para la gente racional la necesidad es la información y cuando no la hay no queda más remedio que la especulación o la búsqueda del dato que se cuela y del rumor.
El secretismo es el que provoca los rumores y a su vez el régimen, con un método que tienen bien aceitado en la dictadura cubana, utiliza la desorientación que ellos mismos provocan y los inevitables pasos en falso como un argumento para desprestigiar a la función periodística.
Maduro dice ayer que Chávez le pidió que diga la verdad siempre, pero no cumplió la promesa.
Hizo un programa grabado con una entrenada sirviente del gobierno comunista de Cuba sin dar información, insinuando que Chávez estaba vivo pero sin mayores precisiones, salvo de las malas intenciones de la derecha.
Los chavistas y el mundo terminaron de ver al delfín y tuvieron mucho más claro cuales eran esas malas intenciones de la derecha, llena de odio y alterada mentalmente (el formato es cansador y repetido: todo lo que hay fuera del sistema es locura y odio), que el estado de salud de su profeta.
Es grotesco argumentar que tienen un comandante infalible que no puede ser criticado ni cuestionado pero que no es un dictador, mientras ellos van hasta uniformados.
Si ellos quieren un dictador, sería ridículo que no lo tuvieran.
Ayn Rand hablaba de dos perspectivas opuestas para ver al mundo.
Una la de la supremacía de la existencia, la aceptación de que hay una realidad externa que puede conocerse y debe aceptarse para poder operar sobre ella.
La otra es la de la supremacía de la consciencia, que consiste en dar preeminencia a la voluntad sobre la realidad, para moldearla y transformarla sin limitación, donde lo importante son la fe y la lealtad al credo.
En la Argentina le llaman “relato”, pero no como un punto de vista y unos supuestos que están siempre presentes en cualquier argumentación sobre la realidad, sino directamente como un capricho cualquiera que conviene al poder y debe ser aceptado mediante intimidación, engaño, amenazas o insultos a los que no lo repitan.
Un mantra oportunista del día a día.
Estamos en la política volviendo a una forma de misticismo y devoción, con mucho pedido de inquisición a los herejes.
Es la forma en que ha vivido la humanidad casi siempre salvo el reciente y muy corto período liberal. Podemos involucionar, de eso no hay duda.
Pero a su vez es una gran oportunidad para explicar lo que está ocurriendo, denunciar a los déspotas y a sus sacerdotes aguantándose sus insultos porque el único destino que tienen es el de fracasar dado que la humanidad no tiene posibilidad económica de volverse al oscurantismo general sin provocar una gran matanza.
Y nadie va a suicidarse, esto va a cambiar mucho antes de ser comprendido.
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