Por Javier Ruíz Portella
Hasta tal punto lo invade todo la demagogia igualitarista que incluso los grandes y poderosos —nunca su poder había sido mayor, nunca sus fortunas habían sido tan cuantiosas— se enfundan hoy la casaca gris de la igualdad.
Hacen creer al común de los mortales que ellos, los pobres diablos, la gente del montón, son quienes tienen la sartén por el mango.
Y los pobres diablos van y se lo creen.
Se imaginan que son ellos quienes cortan el bacalao, quienes adoptan o, cuando menos, influyen de forma significativa en las decisiones que configuran lo que se llamaba (cuando tal cosa existía) «nuestro destino».
Y todo porque los pobres diablos —el «pueblo soberano»— depositan cada cuatro años un papelito en una urna, eligiendo entre un gato blanco y un blanco gato.
Y todo porque los pobres diablos son la carne de cañón que configura la «opinión pública», esa opinión con la que políticos y medios de comunicación tienen que contar para hacerle reverencias, adularla…
y manipularla convenientemente.
Anteriores normas (1978) sobre revelaciones, apariciones y fenómenos
sobrenaturales en la Iglesia católica
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*Se acaban de publicar nuevas normas. **Conviene conocer lo que decían las
anteriores:*
*CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE. **NORMAS SOBRE EL MODO ...
Hace 15 horas
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