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Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 28 de marzo de 2013

Cunado una loba se viste de abuela


Por Carlos Berro Madero

“Transportada” desde hace unos días por el aire vivificante emanado de su visita al nuevo Papa, la Presidente ha reconvertido su estilo de comunicación política como si deseara emular a un predicador religioso.

Sin embargo, como en el cuento de Caperucita Roja, pueden divisarse sin dificultad las orejas de la loba, oculta entre los pliegues del sombrerito otoñal de la “abuelita” combativa que todos conocemos.

Estamos convencidos que nada cambiará en ella apenas comience a andar nuevamente la “rueda excéntrica” de su bipolaridad conceptual.

Ha dado sobradas pruebas de ello DURANTE MÁS DE VEINTE AÑOS DE ACTUACIÓN POLÍTICA y lo que está intentando evidencia ser un mero “aggiornamiento” oportunista, para afrontar los embates que le llegan de todas partes por lo que hizo mal y lo que dejó de hacer.

Que se murmure solamente acerca de que se pueda aplicar la ley antiterrorista a los productores de soja que pretenden guardar algunos excedentes de la misma, como ahorro para reinvertir en su propia explotación personal, confirma nuestras sospechas.

A Cristina se le están escapando muchas cosas de la mano, fundamentalmente porque ha perdido credibilidad y también por haber demostrado que no sabe gobernar.
Su “estilo” exhibe, además, su manifiesta tozudez por aferrarse a errores que no logra maquillar ni apelando a los mejores cosméticos.
Solo quienes tienen las palmas de las manos rojas de tanto aplaudirla siguen aferrados a sus polleras.
Son los que perciben que el ocaso de la Presidente puede sumergirlos en una noche muy oscura.

Hay personas que construyen su “credo” sin aceptar ningún argumento contrapuesto y carecen de la capacidad de rectificarse por estar afectados psicológicamente.
En ese aspecto, está claro que nuestra primera mandataria “digiere” únicamente lo que proviene de su “mundo raro”.

Hemos leído que hay quienes creen que desea “apoderarse” del aura temporal del Papa Francisco.
Será muy difícil que lo logre, teniendo en cuenta que su gobierno ha lucrado CON los pobres en lugar de trabajar PARA ellos y eso marca una diferencia fundamental con la historia pública del ex Cardenal Bergoglio.

Lo que ha ocurrido en realidad, es que su nombramiento obligó a los funcionarios kirchneristas a usar pañales geriátricos para disimular su incontinencia.
Y ya se sabe que éstos sirven para una sola postura, o a lo sumo dos.
Sus discursos zigzagueantes tienen ribetes tragicómicos.
¿No puede ser considerada acaso como una loba disfrazada de abuela “samaritana” quien tolera que Guillermo Moreno siga comportándose como un vulgar matón de barrio, “inventando” soluciones temerarias casi todos los días con la pretensión de equilibrar una economía desquiciada?

¿O la que sostiene firmemente “amarrado” a su entorno al impresentable y “próspero” Amado Boudou sin que se le vuele un pelo de los bucles que luce tan coqueta?

El “nuevo” discurso del gobierno pretende expresar su “reconciliación” - vaya uno a saber con quiénes-, y no aclara de qué modo la pondrá en marcha.
Todo es, repentinamente, pura poesía y misticismo, con el que pretende involucrar al Frente para la Victoria en una cruzada del tono épico que subyuga a Cristina, quien no puede ocultar su enorme desconcierto.

Sin embargo, nadie debería equivocarse por el giro inesperado y fugaz del discurso gubernamental.
Por el contrario, habría que dirigirle a la “nueva” Presidente “pastora”, la frase de Beatriz Sarlo al periodista Barone cuando éste quiso “chicanearla” en un programa de TV: “con nosotros no, Cristina”.

El gobierno solo cederá su marcha “opresiva” si se le pulveriza el absurdo programa económico “pergeñado” entre gallos y medianoche (más pronto que tarde si no lo cambia drásticamente), o porque una oposición ordenada y unida le haga frente con un programa político realista y lo desplace del poder por medio de elecciones.

¿Cambiar Cristina y sus aplaudidores?
Jamás.
No está en sus genes

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