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Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 25 de marzo de 2013

Susana Viau: una periodista de firme compromiso con la verdad


Por María Elena Polak / lanacion.com

Nunca resignó sus convicciones personales ni se desvió de sus objetivos periodísticos, que la llevaron a buscar siempre la verdad.
Susana Viau, periodista de 68 años, murió ayer como consecuencia de un cáncer que se había agravado en las últimas semanas.

Porteña como pocas, Viau ingresó en el periodismo muy joven y se destacó en la Argentina y en España, donde se exilió durante 10 años, por sus investigaciones y su pluma certera.
Nacida en 1944, licenciada en Letras, perteneció a una generación de periodistas que, desde sus convicciones personales y un firme compromiso, marcaron el pulso de la información nacional y desnudaron los desvíos del poder.

Murió en un día de alta significación para ella.
Ayer se cumplieron 37 años del golpe militar que terminó con el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón y dio paso a la dictadura.
Es probable que en los últimos tiempos sintiera que esa fecha, o el recuerdo de ella, formaba parte del uso y abuso político que desde la llegada del kirchnerismo al poder se hizo de la lucha por los derechos humanos.

Fue tan fiel a sus valores que, aunque acompañó en España a Hebe de Bonafini en sus iniciales denuncias por la represión de la dictadura, no dudó en alejarse de ella cuando la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo se abrazó políticamente al kirchnerismo.

"Fue una amiga súper fiel y una enemiga implacable", la definía un colega de los primeros años de su regreso al país, a fines de los 80, cuando Susana Viau ingresó en Página/12.

En los 70, cuando comenzó en el periodismo, militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores y en el gremio de prensa de Buenos Aires.
Por aquellos años, dejó su huella en publicaciones como la revista Siete Días y el diario El Cronista Comercial, redacción diezmada por la dictadura y que sufrió la desaparición de su director, Rafael "Cacho" Perrota, en junio de 1977.

Poco tiempo después de la desaparición de Perrota, Susana Viau salió del país por tierra a Brasil y de allí siguió a España, donde vivió durante casi una década y desde donde trabajó para hacer conocer al mundo lo que sucedía en la Argentina.

Casada con Enrique Pacheco, con quien tuvo dos hijos, María y Enrique, regresó al país y hasta se enfrentó con su propio partido político cuando ese grupo atentó contra el cuartel militar de La Tablada, en pleno gobierno constitucional de Raúl Alfonsín.

"Quiero tener un editor que sepa más que yo", decía desde muy joven en las redacciones.

"Era una gran periodista. Escribía muy bien y se fue de Página/12 a Crítica porque hasta le censuraban sus notas", recordó anoche Jorge Lanata, creador y director de Página/12 y luego de Crítica.

Sus trabajos periodísticos hablan por sí solos de sus cualidades profesionales.
En los 90, en el apogeo del menemismo, investigó temas de corrupción cruciales como el manejo del PAMI por parte de Matilde Menéndez y la leche adulterada que el Estado les compraba a funcionarios y amigos del poder.

Su único libro fue El banquero , una investigación sobre Raúl Moneta, un personaje del menemismo que supo adaptarse a los poderes peronistas que sobrevinieron luego de aquellos días.

"Después del cierre de Crítica, Susana fue a Clarín, el medio que le dio un reconocimiento profesional que nadie le había dado antes", añadió Lanata al referirse a su columna dominical "Perspectivas" , que el matutino publicó hasta el domingo de la semana pasada, cuando su salud ya no le permitió más la esgrima certera y de alto nivel que le planteaba al gobierno de Cristina Kirchner.

El manejo partidario o kirchnerista de los derechos humanos la molestó hasta el último aliento.
En su última columna dejó más claro que nunca su enfrentamiento con Horacio Verbitsky, columnista de Página/12, que intentó vincular al cardenal Jorge Bergoglio con la dictadura.

Con una precisión letal, dejó flotando una duda que deberá despejarse alguna vez y para siempre:
"En cualquier caso, no fue la mano de Bergoglio la que escribió para que Orlando Ramón Agosti pusiera en funciones al brigadier Graffigna: «Hemos ganado la batalla de las armas; que ellas no se contaminen de la pestilencia que vinieron a limpiar».
Algún día, tarde o temprano, se sabrá quién fue el autor de semejante brutalidad".
Se refería a Verbitsky, como desentrañó luego Lanata en su programa de radio, quizá como homenaje final a su lucha.

La radio también pierde una voz lúcida.
Se la escuchaba en Estamos como queremos, por AM 1110, la emisora del gobierno porteño.

Sus restos serán velados hoy, de 8 a 15, en la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Utpba), Avenida de Mayo 1209, primer piso, de esta ciudad.

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