Es una mañana de enero de 2016.
Mi radio reloj se enciende puntual a las 8 hs con la Mancha de Rolando a todo volumen en la ahora llamada “Radio del amor y la alegría” (ex Mitre).
En realidad no hacía falta el despertador porque nunca pude dormir.
Los 33° del verano se sintieron en toda su potencia desde que me decomisaron el Split con el argumento que soy adicta a la energía eléctrica.
Sumado a esto los mosquitos hicieron estragos ya que el Off fue prohibido
"por ser una palabra del Imperio".
Para despabilarme prendo el LCD marca “Para todos y todas” (me faltan 32 cuotas para terminar de pagarlo) y sintonizo TN (Todo Néstor).
Ahí siguen Barone, Russo y García dándonos las mejores noticias que podríamos escuchar.
Por suerte mis hijos votaron bien y ahora tienen un Plan así que no me veo obligada a levantarlos para ir a trabajar.
Salgo de la cama para arrancar con la rutina diaria y abro la ducha.
En el baño no encuentro el jabón en pan multiuso (piel-ropa) Querubín.
Voy a la alacena y solo encuentro Lavandina Querubín.
El gobierno dice que está bien consumir este producto porque es Nacional.
Yo pienso que no podría consumir otro ya que es el único en el mercado.
Pero bueno ¿qué más da, unas gotitas para lavarme bien las manos y a asearme con el litro de agua que me dejan gastar.
Asoma un pensamiento golpista:
¿Moreno, dueño de Querubín, usará esta mier….”, rápidamente me llamo a silencio no sea cosa que ….
Me visto con ropa suelta, la misma desde hace 3 años que compré en la salada.
No es que sea grande la pilcha, es que sigo con la dieta de $ 6.- desde el 2012...
Y bueno, una adelgaza
¿vió?
Les dejo una nota a los chicos diciéndoles que me voy al súper y que si no vuelvo para el almuerzo llamen a su puntero y pidan los chori del día.
Salgo contenta porque tengo margen en mi SuperCard así que pretendo llenar dos bolsas de mercadería, ¡sí!,¡¡ dos bolsas llenas!!.
Quiero mirarme en el espejo del ascensor como lo he hecho desde siempre pero no lo logro porque desde hace algún tiempo lo clausuraron pegando las fotos de Él y de nuestro Comandante.
En la entrada encuentro tiradas las boletas para los consorcistas.
Tres son para mí y todas tienen recargo por importación.
Lo raro es que una es de agua.
Paso por la puerta del edificio, previo atravesar el escáner que colocaron para controlar que no salga ni un dólar de la buena suerte.
Saludo al portero, que por ser de Suthern gana más que cualquier vecino y por lo mismo estamos obligados a decir en vez del “hola Cacho” de antaño, un “¡Viva la Revolución!”.
Saco el monedero y ¡¡¡ horrorrrr!!!
¡Mi tarjeta SUBE esta SIN CREDITO!.
Calma Pao, calma. Los de la SUBE ya saben del problema y seguro me debitaron $ 50.- en mi SuperCard para recargarla…obvio que no me piden permiso porque son buenos y se adelantan a mis necesidades.
Subo al micro con la Louis Vuitton trucha en el brazo izquierdo.(se puso de moda porque parece que los chorros no se atreven a robarlas ya puede haber sido un regalo de Ella).
Me bajo cerca del súper, no sin antes dar el “¡Viva la Revolución!” al chofer que es de UTA, otro sindicato oficialista.
A lo lejos puedo observar la cola de 2 cuadras para entrar.
Por suerte llegue temprano, dentro de un par de horas la cola es de cuatro cuadras mínimo.
Cuando me faltaba poco para ingresar escucho a una sra. que advierte al resto
que ya no quedaba merluza a $198 (un poco lejos de los $18 de 2013, pero se trata solo de una sintonía fina,
la inflación ya no figura ni en el diccionario).
Resignada por el dato pero sabiendo que el jabón Querubín nunca se agota, me quedo en la fila.
Cuando logro entrar, no sin antes pasar por un nuevo escáner esta vez para chequear que llevo mi eternauta de bolsillo, voy corriendo a la góndola del aceite.
Mala suerte, ya no queda y me tocaba hacer las tortas fritas para las reuniones del partido de los chicos.
En ese momento me acuerdo que tengo una remera de La Cámpora en mi bolso (uno nunca sabe cuando
servirá).
Me la pongo y aparece de la nada un caballero muy amable que me hace pasar por una puertita a un salón donde para mi sorpresa hay de todo. ¡Hasta shampoo Élvive! (o ¿ Él vive? no se ve bien la etiqueta), que es fabricado por quien? ¡
¡Por querubín!.
Con las dos bolsas llenas voy a la caja, saco mi Súper Card y por supuesto saludo con un “Viva la Revolución!”, la cajera es de SEOC.
Volviendo saco mi celular con pantalla china, componentes chinos pero con la bolsita que reza HECHO EN ARGENTINA.
Quiero llamar a casa y saber si alguno de los chicos revivió.
¡Pobres!, no les exijo mucho porque tienen como 12 horas semanales de sufrido adoctrinamiento.
Antes de subir al micro, un empleado del súper llega corriendo y me dice que me estaba olvidando la manteca.
Le pregunto cómo lo sabe y me responde que mi hija se había quejado en Facebook con su netbook
“conectar-igualdad”.
Fue tan gentil este hombre que me dio una manteca chica entera, me dijo que no se lo comente a nadie y menos por teléfono.
“¡Viva la revolución!” y subí al micro.
El chofer correctamente vestido con su camisa roja bolivariana, me saludó con la confianza propia de quien me lleva y trae todos los días:
"Compañera, dígales a sus hijos que mañana paso tempranito tipo13:00 hs, para llevarlos a la Escuela de Verano de Milagro Sala.
"Que no me tomen mucho esta noche porque tienen clase de tiro”.
Muda, solo le hice un gesto y me fui al medio.
Mientras miraba el paisaje de la ciudad, cruzando la Avenida Néstor Kirchner, la bocacalle Cristina Corazón, la placita de Él, el busto al otro Él, la confitería “el Che”, la Boutique “Alto Stalin” y etc. ... se me ocurrió preguntarme si en aquel OCTUBRE del 2013 hubiera votado distinto, cuál hubiera sido mi presente...
Un frío gélido me corrió por la espalda y preferí no pensar más….
NUNCA MÁS.
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