Tanto en el individuo, como en las sociedades, hay saberes implícitos, explicados, ordenados y meritorios, como saberes ocultos, ignorados, sometidos y hasta degradados.
Hay una diferencia sustancial entre saber y conocimiento, ya que la sabiduría es en el fondo aplicar el conocimiento de forma correcta y útil tanto en la vida personal como comunitaria.
De hecho alguien puede ser un erudito, conocer mucho de un tema o de muchos temas, pero no ser sabio.
La primera sabiduría es saber vivir.
No es suficiente todo el conocimiento que un hombre pueda llegar a adquirir en una vida dilatada sino lo aplica adecuada y correctamente tanto a su vida como a su relación con los demás.
De acuerdo a la concepción de Foucault e
l saber da poder, es decir el saber es poder...
Aquel que sabe está en condiciones de someter al que no sabe, y no a la inversa.
El poder convierte al saber en un arma estratégica, y le da una connotación política a la sabiduría.
Todo lo que concibe el hombre tiene un matiz político, y el mundo se mueve al compás de las decisiones de esta índole.
Pero hay saberes y saberes.
Los esenciales están al alcance de todos y pueden ser obtenidos de varias maneras, ya sea formalizadas o no.
Se pueden aprender, en el esquema de la escolaridad que rige en la mayoría de los países, o se pueden obtener como autodidacta o comprendiendo la realidad desde la realidad misma.
Hacen al comportamiento, a las formas sociales, a las normas que rigen cada región o país, y a la forma de llevar adelante la vida en sus diversas etapas, como a la manera en que se constituyen los grupos y poblados, como se rigen y quienes los determinan y hacen cumplir.
Pero hay otros saberes más específicos, que están a disposición de una cúpula o una élite, por lo general aquella que gobierna, como saberes que posee la gente común y que son considerados inconvenientes o inadeacuados para el entramado social.
Hay un doble sometimiento:
Por un lado los que no se quieren dar a conocer y por el otro los que no se dejan expresar.
Aquellos saberes que no sean funcionales al modelo, o que contradigan la ideología dominante, serán sometidos por el poder, aislados, confinados e impedidos de expresarse y difundirse.
Como está compuesta la sociedad en nuestros días hace que aunque en un amplio sector de la comunidad se crea que son más importantes los valores, los sentimientos, la educación, l
a voluntad de crecer,
el trabajo como actitud digna de ganarse la vida,
la solidaridad entre los seres humanos
y la paz como fundamento último y esencial para que exista justicia y libertad.
Sin embargo los saberes dominantes están impregnados de color político, y es la política la que decide y define en última instancia cuales se promoverán a través del control que ejerce sobre el pueblo con las normas vigentes que se dictan, con la educación que se imparte, cuya currícula casi siempre responde a sus intereses y con la propaganda sin control y diferencial que se hace por todos los medios para justificar e intentar validar el pensamiento vencedor.
La sabiduría no tiene que ser una contienda, no es una lucha donde hay un vencedor, porque es más fuerte o porque tiene más adeptos.
Debe adecuarse a la realidad y a la verdad.
Lo que es verdadero, lo que es real, lo es independientemente de la creencia, de la validación o de la justificación.
La única justificación es la prueba, concreta, coherente de que algo es real, y verdadero.
El saber debe propagarse, debe dejarse expresar tal cual es...
El hombre debe entender que la vida no admite errores, no permite replay, o lo hacemos de nuevo, y que nuestras acciones tienen efecto en los hombres y en la naturaleza ahora y después.
Someter los saberes es coartar la libertad: (1)
Es atentar contra la justicia...
Es provocar situaciones que por lo general desencadenan en violencia e impiden la paz social.
Elías D. Galati
(1) Aquí podéis ver la figura de Hernán Cortés (sombrero amarillo, medias rosas) el día que desembarcó en Veracruz.
Mientras Hernán Cortés paga a sus leales y el escribano deja constancia escrita del desembarco, un soldado apresa y somete a un indígena (a la izquierda).
A la derecha y en primer plano, otro de los conquistadores arrebata al pueblo azteca todos sus animales, protegido por la tropa, en segundo término.
Al fondo, podemos ver a los indígenas efectuando trabajos en régimen de esclavitud, bajo el látigo colonial.
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