¿Patriota o sedicioso?
Por el Arq. José M. García Rozado (*)
El pasado 17 de mayo murió en la cárcel de Marcos Paz, en
situación “por lo menos confusa” quien derrocara el gobierno
constitucional de María Estela Martínez de Perón aquel 24 de marzo de 1976 e
instaurara en la Patria un “modelo económico” que perduró casi
ininterrumpidamente hasta nuestros días de neto corte especulativo y
financiero, que además endeudó a la Nación siendo el comienzo de lo que, con el
tiempo, dio en llamarse “la Patria financiera”, y que aún pagamos
todos los argentinos.
Su dictadura contó con el “apoyo
decidido de muchos argentinos” y el golpe fue avalado tanto por
radicales como por montoneros y seudo peronistas que necesitaban de él para
justificar intenciones bastardas.
Treinta y siete años transcurrieron desde que Jorge Rafael Videla,
ex Comandante en Jefe del Ejército irrumpió en la escena política nacional al
llevar a cabo, junto al por entonces Almirante Emilio Massera y el Brigadier
General Agosti, el último golpe de estado exitoso que recuerda la historia
argentina, ese “acontecimiento desgraciado” ocurrió un 24 de
marzo de 1976 en medio de un importante apoyo de la ciudadanía, que incitada
por el supuesto desorden institucional, social, económico y político del
gobierno constitucional de la Presidente María Estela Martínez de Perón,
acompañó aquel acto “sedicioso” que se emparentaba con aquel
otro, realizado tiempo antes por las organizaciones armadas seudo peronistas de
Montoneros, FAR y FAP, y las del comunismo desembozado del ERP, y que en vida
del entonces Presidente Juan Perón habían iniciado un “alzamiento en
armas –sedición- contra el Gobierno constitucional”.
Primero fueron aquellos
seudo “jóvenes idealistas”, quienes tomaron las armas y pasaron a
la clandestinidad al comprobar que el Presidente Perón no estaba “nada
de acuerdo en compartir el gobierno” con ellos, tal como lo habían
imaginado en sus afiebradas mentes durante el período en que decían luchar para
lograr el regreso a la Patria del viejo General, imaginando que podrían –dado
la avanzada edad del líder- co-gobernar la nación; frustrado que fue aquel
objetivo por la rotunda negativa del tres veces Presidente constitucional, esa“juventud
maravillosa” inició el camino del esmerilamiento del Gobierno
constitucional mediante acciones terroristas, copamientos de localidades,
asalto a regimientos militares y comisarías policiales.
Este accionar inconstitucional claramente tipificado en la Ley
madre argentina como “acto de traición a la Patria y sedición”, fue
increscendo en magnitud y continuidad provocando desorden institucional, social
y político y generando las condiciones necesarias e imprescindibles para que
los sectores antinacionales tuvieren la escusa para provocar un golpe militar.
Así las cosas, llegamos a aquel 1º de Mayo de 1974 cuando el Presidente
Perón expulsa de la Plaza de Mayo y del peronismo a dicha “juventud
maravillosa” –de la que tanto hablan los K, desconociendo la
historia-, y los enfrenta abiertamente con el poder del Estado y las armas que
éste legalmente disponía.
No es cierto que Perón hubiere avalado las acciones de López Rega
o las de la Triple A, como tanto Videla como las organizaciones armadas
sediciosas pretendieron endilgarle antes y ahora, por el contrario, es Perón quien instruye a las Fuerzas
Armadas y de Seguridad para que combatan legalmente al terrorismo
apátrida encarnado por aquellas organizaciones sediciosas y tras la
muerte del viejo General, su viuda y vicepresidente asume la primera
magistratura, en medio de una descarnada lucha militar y destituyente planteada
por aquellos sectores expulsados por el líder, nacen los famosos decretos en
los que Jorge Rafael Videla se escusa para además de dar el golpe de Estado
sedicioso e ilegal iniciar el camino del terrorismo de Estado.
La situación institucional del gobierno de Martínez de Perón nunca
fue de tal carácter que justificare el golpe de estado dado por el ex General
Videla, y mucho menos “la mujer de Perón,…no estaba preparada para ser
presidente y mucho menos en las circunstancias en las que estaba viviendo el
país”, tal como Videla expresara en aquel reportaje dado a la Revista
Cambio 16.
Videla se escusa en esta falacidad para justificar el golpe
sedicioso realizado aquel 24 de marzo contra el Gobierno constitucional, los
decretos firmados por el Dr. Italo Argentino Luder –en su carácter de
presidente provisional, por enfermedad de la Presidente- le otorgaban todas las
armas necesarias para combatir con “carácter, conocimiento y capacidad
para tomar decisiones” –J.R. Videla- a aquellas organizaciones sediciosas y
terroristas, pero en lugar de hacerlo, y siguiendo los dictados de los sectores
financieros y antinacionales, los“supuestos ruegos de políticos –
Ricardo Balbín y otros dirigentes no peronistas- y ciudadanos” y
tomándose de las excusas que le otorgaban aquellas organizaciones armadas y su
accionar y haciendo caso omiso a las precisas directivas emanadas de la reunión
de principios de octubre de 1975 y amparado en que “vivíamos unos
tiempos turbulentos y había que dar una respuesta… Y con el acuerdo de las
otras dos fuerzas militares,… yo expuse algunos lineamientos para hacer frente
a la amenaza terrorista que padecíamos. De acuerdo con el gobierno de entonces
se realzaban algunas medidas acordadas entre las partes para hacer frente al
terrorismo y que en un período de año y medio –fecha de elecciones, no
debemos olvidar- esta amenaza fuera conjurada de una forma eficiente”.
Es el mismo Videla quien expresa que el accionar subversivo de las
organizaciones armadas era derrotable dentro del marco democrático y
constitucional, y no en cualquier momento sino apenas unos meses antes del
golpe de Estado sedicioso del 24 de marzo.
Lo de los 4 cursos de acción, son una mera escusa necesaria para
justificar el hecho acontecido apenas cinco meses después de aquel acuerdo con
el poder Ejecutivo del Gobierno peronista.
Los decretos firmados otorgaban la legitimidad para “aniquilar
definitivamente” el accionar de las bandas sediciosas.
Es cierto, y tal como lo recordara hace muy corto tiempo la propia
Hebe de Bonafini que el Estado estaba y entraba “en guerra,…para
combatir al terrorismo y a los subversivos”.
Razón de más para no justificar el golpe y mucho menos el accionar
de las cúpulas militares sediciosas que se alzaron contra el gobierno
constitucional, la supuesta“situación alarmante desde el punto de vista
social, político y económico. Yo diría que en ineficacia la presidente había
llegado al límite… y al vacío de poder, … auténtica parálisis institucional, …
en claro riesgo de entrar en una anarquía inmediata”, tal lo expresado en
aquella entrevista por Videla sólo estaba en la visión popular
gracias a las prácticas destituyentes del sector financiero, una enorme porción
de la prensa en general, al servicio de los mismos intereses económicos,
ciertos sectores políticos que no estaban dispuestos a esperar apenas unos
meses el veredicto a su favor de la propia ciudadanía y las bandas subversivas
que necesitaban del golpe para “intentar legitimarse y continuar con la
lucha armada” que negaba la mayoría del pueblo argentino.
Es en este concierto en que Videla da el golpe de Estado, apoyado
por amplios sectores de la población, debemos remarcar para ser sinceros y para
no faltarle a la historia, y con la expresa colaboración del radicalismo en su
casi totalidad, no debemos olvidar la cantidad inmensa de intendentes radicales
que asumieron con el golpe de estado sedicioso del 24 de marzo, o muy poco
después.
“El hecho es que el 24 de marzo se produce el alzamiento militar.
Y conforme a los estatutos fijados para reorganizar el Estado” explicita Videla
intentando justificar el accionar sedicioso y de alta traición a la Patria,
según lo dictamina la Constitución Nacional.
Las excusas de Videla, como las utilizadas por los demás
integrantes de la cúpulas golpistas son infantiles, mentirosas y
ahistóricas.
Aunque era verdaderamente cierto que “el clamor popular,
con sus dirigentes a la cabeza, pidiendo la intervención de las FF.AA” era
una realidad, aunque ahora y desde 1983 a la fecha muchos de esos mismos
dirigentes se hallan rasgado las vestiduras por el accionar de aquellos mismos
militares a los que incitaron o aplaudieron aquel triste y oscuro 24 de
marzo.
“Había un sentir general, que representaba Ricardo Balbín y otros
dirigentes, a favor del cambio, de la intervención. La gente nos
demandaba –en
base a las informaciones periodísticas y al ronroneo de la “patria financiera”- que
interviniéramos e incluso Balbín llegó a decir en esos momentos que tenía las
manos vacías de soluciones, que la clase política no podía hacer más”.
Esto junto al accionar coordinado de las organizaciones armadas
fueron el “sustento ideológico del golpe sedicioso y genocida” de
aquel nefasto 24 de marzo de 1976.
¡Que ahora no se hagan los distraídos!
El radicalismo colaboró abiertamente con el golpe militar y las
organizaciones armadas de montoneros, FAR y ERP generaron las condiciones de
inestabilidad y zozobra necesarios para que Videla & compañía diesen el
golpe de estado sedicioso.
Videla terminó siendo “el símbolo” de la dictadura
que gobernó entre 1976 y 1983, pero el ideólogo fue Martínez de Hoz y la Patria
Financiera, Domingo Cavallo, Enrique Arriazu, los hermanos Aleman y una enorme
proporción del empresariado nacional –aunque de nacional tenían
poco- o, mejor dicho, argentino.
Allí y no en otra parte debemos buscar a los verdaderos cómplices
y culpables de la terrible dictadura de los años de plomo, que dejó cerca de 7
mil muertos y desaparecidos del lado de dirigentes obreros, estudiantiles (en
ambos sectores mayoritariamente, y casi con exclusividad peronistas de Perón) y
en mucha menor medida de dirigentes políticos de la izquierda combatiente y de
las organizaciones armadas sediciosas.
A los que debemos agregar una cantidad importante de muertos entre
los hombres de armas de las fuerzas armadas y de seguridad caídos a manos de
aquellas organizaciones subversivas y terroristas complotadas para inicialmente
desestabilizar el gobierno constitucional emanado de las urnas en Setiembre de
1973.
El rol de la primera Junta Militar fue decisivo, junto a las
cúpulas montoneras y erpianas, quienes con la condescendencia de los partidos
radical, socialista y comunista especialmente, al igual que en 1955 conformaron
el sustento de base para aplaudir la toma del poder por parte de las facciones
sediciosas militares, las que luego terminaron por dirimir entre ellas la “guerra
de la que hablan Videla y Bonafini, cada uno desde una posición ideológica
diferente”, pues uno creyó en su infantilismo sangriento que defendía
la Patria, y la otra desde una posición ideológica revanchista y plagada de
intereses espurios y basados en su propio enriquecimiento personal y de sus
secuaces, Schocklender y el cristikirchnerismo.
Ambos utilizaron y utilizan al pueblo argentino para llevar agua
para su molino que no es otro que presentarse como “corderos” cuando
en realidad son verdaderos “lobos sanguinarios”, y lo que es mucho
peor “mercenarios” a sabiendas o no de intereses
foráneos.
La dictadura militar generó el peor endeudamiento histórico del
país, endeudamiento que trascurridos casi 40 años no logra ser revertido...
Y la izquierda sediciosa encaramada ahora en el poder detrás del
régimen K, es la culpable de la nueva y definitiva defraudación social y
económica del pueblo trabajador argentino, quienes expoliaron las cajas
jubilatorias, los superávits fiscales y comerciales, retrajeron el auto
abastecimiento energético y reendeudaron a la Patria hasta niveles impensados,
pues hoy la deuda nacional supera los US$ 240 mil millones.
¡¿Extrañamos los US$ 7,5 mil millones dejados por aquel
gobierno “de María Estela Martínez ineficiente, falto y vacío de poder,
paralizado institucionalmente, en claro riesgo de entrar en
una anarquía inmediata”?!
El Proceso de Reorganización Nacional de la dictadura videlista
fue el vehículo elegido por las elites antinacionales de adentro, al servicio
de los intereses del imperialismo estadounidense, para acabar con el “sistema-modelo
peronista del Estado de Bienestar con desarrollo y equidad social”, se
trastocó la “cultura del trabajo y el esfuerzo social (Comunidad
Organizada) y Modelo Argentino” por el nefasto y aún vigente de la“cultura
de la especulación, el individualismo social y la competencia feroz y el
clientelismo prebendario”, y así nos está yendo.
Esto fue denunciado oportunamente, por quien esto escribe el
pasado 18 de marzo en su artículo “De Martínez de Hoz a
Lorenzino”, por lo que abundar nuevamente en lo ya denunciado tiene poco
interés.
Videla tiene el tupé de pretender engañar al pueblo del masivo
endeudamiento externo nacional generado por el Proceso sedicioso: “éramos
uno de los países más seguros (?)…
En lo económico, se había mejorado (?) aunque teníamos riesgos
inflacionarios…
Pero sí se había logrado la confianza del exterior, sobre todo a
través de créditos para la Argentina para remozar el aparato productivo del
país que estaba seriamente desatendido… Teníamos un desempleo peligroso,
podemos decir, pero no alto, del 2,5%.
Digo peligroso porque no permitía flexibilidad en el mercado de
trabajo…”.
El grado de perversidad del
discurso-relato inventado o recibido de parte de los ideólogos del golpe
sedicioso es perturbador, ya que niega tres cuestiones fundamentales: la
primera y fundamental que vinieron a “destruir el aparato productivo
nacional” y el “modelo de Estado de Bienestar”; segundo
porque endeudaron a la nación para cumplir con el objetivo impuesto desde el
imperio de sumisión y de degradación nacional de aquel Modelo Argentino de
desarrollo con equidad, y tercero porque la desocupación cuasi nula era
herencia de aquel Estado de Bienestar peronista heredado y que ellos
destruyeron arteramente por imposición de la Patria Financiera y un
empresariado desnacionalizado ideológicamente.
¡Murió Jorge Rafael Videla, no podemos como cristianos de fe
alegrarnos de su muerte, como tampoco nos hemos alegrado de las muertes de los
dictadores Rojas o Aramburu, Onganía ni tantos otros, tanto o más sediciosos
aunque fueren civiles y hallan muerto o aún no lo sean: Balbín, Néstor,
Firmenich, Arrostito, Abal Medina, Cristina Fernández, Garré, Perdía o
Galimberti!
Pero de ahí a tratar a ninguno de ellos de héroes o patriotas
existe un muy largo y difícil trecho.
Héroes y Patriotas son el pueblo trabajador y aquellos que
defendieron la nación y la Patria de todos y cada uno de los imperialismos y de
los traidores y sediciosos internos que atentaron y atentan contra la Patria y
la Constitución Nacional.
(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo del Arq. José
M. García Rozado (Integrante de la Liga Federal Nacional y del Movimiento
Político Sindical José Ignacio Rucci), por gentileza de su autor.
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