"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 27 de junio de 2013

El massacote opositor

                                                
Por Nicolás Márquez (*)

El grueso de la alicaída partidocracia opositora argentina ha quedado reducida no a un espacio de disputas ideológicas o confrontación de valores, sino a una suerte de “club del trueque”, en el cual los políticos son simples mercaderes que negocian e intercambian lugares en las listas, especulando y aguardando en alianzas o rupturas de último momento, según transcurra la conveniencia en el indecoroso “toma y daca” coyuntural.

Sobrados motivos tienen hoy quienes no confían en el oficialista/opositor Sergio Massa: fue menemista, orteguista, duhaldisa y supuestamente “fue” kirchnerista.
Lo único que queda claro es que Massa juega para él mismo.
¿Por qué el votante opositor debería confiar en quien tras haber sido Jefe de Gabinete del gobierno más corrupto de la historia armó una lista de candidatos a Diputados colmada de personajes afines al régimen? La pregunta en cuestión no va solo dirigida al inubicable tigrense (quien mejoró su espíritu republicano y esta vez prometió no ser “candidato testimonial”), sino también para Francisco de Narváez, innegablemente opositor de la primera hora al kirchnerismo, pero que selló una alianza con Hugo Moyano (que fue kirchnerista desde el año 2003 hasta por lo menos el 2011) y que si bien no pudo cerrar un frente ni con Massa ni con Scioli, es sabido que intentó congeniar con ambos hasta último momento.

¿Y cómo queda parado Daniel Scioli en esta comedia?
El Gobernador más que como un mercader se comportó como un rastrero y un pusilánime: es decir que se comportó con la misma indignidad con la que se comporta habitualmente.
Scioli mantuvo entonces una conducta previsible.

Mención aparte merece el dirigente municipal Mauricio Macri, otro habitual especulador siempre desprovisto de testosterona, quien sucumbió a último momento con sus 2 o 3 punteros  bonaerenses para colgarse de la heterogénea lista de Massa.

En efecto, el sistema político y dirigencial se encuentra tan desacreditado, que lo más serio y coherente de la jornada ha resultado ser el espectro “progresista” (radicales, FAP, CC y otras sectas similares), quienes no sólo no participaron de los entuertos antedichos sino que hicieron el esfuerzo de ir a elecciones internas (gesto que celebramos), aunque en ella metan en la misma bolsa a un impecable hombre de la JP Morgan junto a una hija de terroristas (cuyas siliconas son más llamativas que sus ideas), o que Elisa Carrió pretenda “salvar la República” compartiendo boleta con quien fuera un emisario del chavismo.

Así las cosas, la única buena noticia del carnaval electoral es que Cristina Kirchner está cada vez más debilitada y que su apetencia reeleccionista se ha convertido en una fantasía políticamente inalcanzable.

Más allá de las encuestas, las especulaciones y los análisis en torno a quién gana y quién pierde tras el cierre de las listas, el votante argentino tiene de sobras motivos como para no sentir la mas mínima confianza en el conglomerado opositor, quien seguramente ganará las elecciones venideras mucho más por demérito de una inmoral desencajada antes que por mérito propio.

(*) En el mes de agosto publicará nuevo libro junto a Agustín Laje.

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