"Brasil tirará de los dos únicos argumentos que tiene y que son el músculo en el centro del campo con hombres como Paulinho o Luiz Gustavo y el talento de Neymar, que arrancará desde la banda izquierda para busca la línea de fondo o de manera directa la portería de Casillas.
No hay más secretos en una selección que parece haber ido ganando confianza y que ya suma nueve partidos consecutivos sin perder, todo un récord para la Brasil actual."
por JOSÉ FÉLIX DÍAZ
RÍO
DE JANEIRO (El
Confidencial).
Misión imposible o casi.
España tiene una cita con
la historia en Maracaná, estadio jamás profanado por una selección europea y que
tan solo ha asistido en sus sesenta y tres años de remozada vida a dos derrotas
del combinado brasileño.
La primera fue ante Uruguay y que recibió el nombre,
lógico desde cualquier punto de vista, de 'maracanazo'.
Tuvo lugar en la final
del Mundial del 50, que Brasil organizó y preparó para llevarse.
Construyó un
estadio en el que metió a 220.000 aficionados, pero todos se quedaron de piedra
cuando Uruguay se llevó el triunfo y el Mundial.
La segunda derrota llegó ante
Argentina en un partido amistoso en 1998.
Antes y después, nadie se ha atrevido
o ha podido llevarse el triunfo del que era templo del fútbol mundial y que
ahora se ha convertido en una joya de la arquitectura de las muchas que hay
repartidas por el mundo.
Las
circunstancia de aquel lejano 1950 y las de ahora son muy similares, pero alguna
difiere de lo vivido en aquel entonces.
Estadio 'nuevo', gran competición, un
pueblo volcado con su selección… pero ahora la presión por ganar no recae única
y exclusivamente en Brasil.
El rol de mejor equipo del mundo que corresponde a
España por méritos propios, eleva a la selección de Del Bosque a compartir el
papel de favorita con el combinado de un envalentonado Scolari.
El pueblo y la
afición brasileña esperan ganar y demostrar que el Mundial del próximo año está
a su alcance, pero la motivación de España es máxima.
En todo encuentra nuevos
retos y el último es el ser la primera selección europea en ganar en Maracaná y
la primera en llevarse un gran título en Sudamérica.
España
solo ha jugado tres partidos en su historia en Maracaná.
El primero se saldó con
el legendario gol de Zarra y victoria ante Inglaterra, para después ser
vapuleada por 6-1 por el propio Brasil.
El que falta es el choque de la semana
pasada ante Tahití.
Los diez tantos logrados han significado la mayor goleada de
selección alguna en el citado estadio. España y Brasil no se han enfrentado en
partido oficial desde 1986.
Mundial del México y el ya famoso no gol de Michel,
que nunca subió al marcador y que, por tanto, no impidió la derrota
española.
Del
Bosque será fiel a su estilo para repetir lo hecho por la Uruguay de Gigghia.
La
recuperación de los jugadores tras el esfuerzo ante Italia en Fortaleza por
culpa de la prórroga y de los 36 grados de temperatura, es un hecho.
Cesc
recuperará el puesto una vez superadas las molestas físicas, en un once titular
que volverá a tener a Fernando Torres como referencia arriba.
El resto serán los
mismos que jugaron ante Uruguay e Italia. Casillas; Arbeloa, Piqué, Ramos, Jordi
Alba; Busquets, Iniesta, Xavi, Cesc, Pedro y Fernando Torres.
Brasil
tirará de los dos únicos argumentos que tiene y que son el músculo en el centro
del campo con hombres como Paulinho o Luiz Gustavo y el talento de Neymar, que
arrancará desde la banda izquierda para busca la línea de fondo o de manera
directa la portería de Casillas.
No hay más secretos en una selección que parece
haber ido ganando confianza y que ya suma nueve partidos consecutivos sin
perder, todo un récord para la Brasil actual.
La
dependencia de Neymar es total y absoluta.
Fred se está encontrando con el gol,
pero todo gira alrededor del azulgrana.
Es la esperanza del pueblo brasileño
para olvidar durante un día las protestas urbanas y girar la cabeza hacia el
fútbol, deporte que ha movido durante décadas a unos ciudadanos cada día más
desencantados con la realidad que viven y la que les espera en los próximos tres
años con lo que ellos consideran despilfarro de dinero en Mundial y Juegos
Olímpicos, que desaparecerán junto al escenario montado para su
organización.
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