"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 30 de junio de 2013

Faltazo en el Maracaná

Los pies de barro de Dilma

Dilma ausente en el Maracaná para la final de la Copa Confederaciones, que juega Brasil...
¿Quién lo hubiera dicho?
La popularidad de la presidenta brasileña Dilma Rousseff ha caído 27 puntos porcentuales (del 57% al 30%) desde la 1ra. semana de junio, cuando el malestar social originó una serie de manifestaciones pidiendo mejorar los servicios públicos y el fin de la corrupción.
Según el instituto Datafolha, ya 25% de los brasileños (frente al 9% en la encuesta anterior, el 6 y 7 de junio) considera la gestión del gobierno de Rousseff como "mala o muy mala".
A principios de junio, la anterior encuesta Datafolha ya había revelado una caída de 8 puntos de la popularidad de Rousseff, candidata a un 2do. mandato en las elecciones de finales de 2014.
Sin embargo, en marzo, la mandataria aún disfrutaba de una gran de popularidad, apoyada por un 65%. Esto ha cambiado este mes en todas las regiones, de acuerdo con la encuesta que se ha realizado entre 4.717 personas en 196 ciudades.
El margen de error de la encuesta es del 2%.

Rousseff, quien asumió su mandato en 2011, se encuentra así, con el 30 %, en el nivel más bajo de aprobación de su gestión, de acuerdo con la encuesta del Instituto Datafolha.
En el sondeo de marzo, Rousseff tenía el 65% de apoyo, pero a medida que la inflación subía y los tipos de intereses aumentaban, en un clima de preocupación de la clase industrial y las centrales sindicales, la aprobación de la presidenta comenzó a declinar.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ha desistido de ir a la final de la Copa de las Confederaciones, que disputarán las selecciones de Brasil y España el domingo en el estadio Maracaná, según divulgó una fuente oficial.
 
La Presidencia de la República divulgó la agenda para el fin de semana de la mandataria, en la que reseña que Rousseff estará "sin compromisos oficiales" los días 29 y 30 de junio.
 
La decisión de Rousseff, según interpretaron medios locales, obedece a los abucheos y silbidos que la jefa de Estado recibió durante su discurso en el partido inaugural del torneo entre Brasil y Japón (3-0), que se disputó el 15 de junio en la capital Brasilia.
 
La aprobación de la presidenta brasileña Dilma Rousseff cayó a apenas 30% desde 57% antes de una ola de protestas contra la corrupción y los malos servicios en la mayor economía de América Latina.
 
El desgaste de su imagen llega en mal momento para Rousseff, una pragmática de izquierdas que debería buscar la reelección en el 2014 al frente del Partido de los Trabajadores.
 
La intención de voto para Rousseff de cara a las elecciones del próximo año cayó a 30% desde 54% obtenido en un sondeo similar realizado en diciembre, dijo más tarde Datafolha, firma encargada de la encuesta.
 
La ex ministra de Medio Ambiente Marina Silva y el senador por el estado de Minas Gerais Aecio Neves aparecieron en el sondeo como los adversarios más fuertes de Rousseff, con 23 y 17%, respectivamente, de las intenciones de voto.
 
 
"La presidenta Dilma Rousseff quizás haya sido la jefa de Estado que con mayor presteza y de forma más sistemática ha respondido en lo que va de siglo a las protestas de la calle. Y sin embargo, la calle la ha castigado con una caída de popularidad como no se recordaba en Brasil desde la llegada de la democracia en 1985. Una encuesta efectuada el viernes y el sábado entre 4.717 personas en 196 municipios revela que su imagen se desplomó desde un 57 a un 30% en sólo tres semanas. El 81% de los entrevistados apoya las manifestaciones y el 65% cree que esas protestas trajeron más beneficios que perjuicios. Pero nada de esos avances se le atribuyen a la gestión de la Rouseff. La presidenta, que ya fue silbada tres veces en la inauguración de la Copa de Confederaciones, decidió no acudir el domingo al estadio Maracaná para presenciar la final entre Brasil y España. (...)".
 
 
"(...) Hay una Dilma de 1970 con el cabello corto y desordenado. Se la ve con los lentes de montura ancha y la mirada desafiante. Las imágenes fueron tomadas por las fuerzas de seguridad de la dictadura militar (1964-85) e incluidas en su expediente judicial. Alcanzaron notoriedad cuando la eficiente y furtiva ministra de Luiz Inácio Lula da Silva fue nombrada heredera del presidente.
 
¿Qué ha quedado de aquella Dilma?, se han preguntado muchos de los que ocuparon las calles de las principales ciudades. Nacida en 1947 en Belo Horizonte, Rousseff tuvo tantos rostros como lo permitía la audacia. A los ojos de sus compañeros, tan jóvenes como los que en estos días se movilizaron, ella era Estela, Wanda, Luiza, Marina y Maria Lúcia. Todo un repertorio de identidades a pedir de la contingencia."
 
El camino de la gente
 
Recapitulando: Rousseff, quien asumió su mandato en 2011, se encuentra así, con el 30 %, en el nivel más bajo de aprobación de su gestión, de acuerdo con la encuesta del Instituto Datafolha.
 
En el sondeo de marzo, Rousseff tenía el 65% de apoyo, pero a medida que la inflación subía y los tipos de intereses aumentaban, en un clima de preocupación de la clase industrial y las centrales sindicales, la aprobación de la presidenta comenzó a declinar.
 
La diferencia entre una encuesta y otra fue la mayor para un presidente brasileño desde 1990, cuando el entonces mandatario Fernando Collor de Mello confiscó los ahorros de los brasileños y su popularidad entre marzo y junio de ese año pasó del 71% al 36%, porcentaje que aun así supera el actual de Rousseff.  La calificación de una gestión pésima pasó del 9%, a comienzos de junio, al 25%, y en una escala de 0 a 10 la nota promedio bajó de 7,1 a 5,8, según el sondeo.
 
La reducción del índice de popularidad, apuntó Datafolha, se registra en todas las regiones de Brasil, edades, clases sociales y niveles de escolaridad de la población.
 
Más adelante, agrega el periodista Peregil:
 
"(...) Rousseff decidió entonces seguir adelante con la reforma política a través de un plebiscito. Decidió que aunque no se convocase a unos legisladores para transformar la Constitución, habría que plantear al pueblo una serie de preguntas sobre financiación pública o privada de las campañas electorales, sobre listas abiertas o cerradas y otra serie de elementos. O sea, que el pueblo apoyara o rechazara directamente los puntos de la reforma.
 
De nuevo, la oposición y los principales medios de Brasil criticaron la iniciativa del plebiscito. Algunos analistas consideran que es como someter al pueblo a un examen de física. La revista Veja, por ejemplo, dice que exigir a los brasileños una opinión sobre “los tecnicismos del funcionamiento de los engranajes electorales” equivale a que los médicos pregunten a los familiares de un paciente ingresado en cuidados intensivos si están de acuerdo con el porcentaje de oxígeno en tubo traqueal.
 
Y sin embargo, la encuesta de Datafolha revela que el 68% de los entrevistados quiere que se les consulte en plebiscito. Dicho de otra forma: Dilma Rousseff es el principal aliado que tienen ahora mismo los ciudadanos para conseguir la anhelada reforma política tal como ellos quieren que se haga, a través de un plebiscito. Por si no fuera suficiente con esos objetivos comunes entre Rousseff y la mayoría de los manifestantes, aún hay otros. El 65% de los encuestados se opone a que el transporte público sea gratuito, tal como exige el Movimiento por el Pase Libre, convocante de las primeras protestas. Y Rousseff también considera inviable esa idea. Sin embargo, en una escala de 0 a 10, los entrevistados puntúan a Rousseff con un 5,8, frente al 7,1 de hace tres semanas.
 

¿Por qué, entonces, se ha desgastado tanto Rousseff en tres semanas a pesar de todas sus iniciativas? Tal vez los electores hayan interpretado que actuó demasiado tarde, cuando no le quedaba más remedio. Quizás no confíen en que vaya a ser capaz de sacar la reforma política adelante. Puede que los ciudadanos hayan sido ahora más conscientes de los gastos que ocasiona organizar el Mundial de 2014 y no terminan de ver los beneficios. Quizás aún perdura el eco de los gritos en la calle y sea demasiado pronto para valorar sus medidas. Lo único claro es que termina el domingo la Copa de Confederaciones, pero el partido en Brasil no ha hecho más que comenzar."

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