"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 8 de julio de 2013

Las protestas sociales

En todo el mundo se suceden casi a diario protestas de toda índole, algunas muy concretas y otras un tanto difusas, pero de gran magnitud.

La protesta es la exteriorización de un estado espiritual del hombre, que esta disconforme...
Siente que se ha colmado su paciencia, y que movió los resortes institucionales pertinentes sin ninguna respuesta, y que ha llegado a la conclusión que no tiene otra forma de hacer escuchar su voz, su desencanto y su fastidio.

Sucede casi siempre cuando no se han cumplido las promesas, las expectativas o las condiciones que dieron lugar a que alguien o un grupo ocupan un lugar público, que ha sido otorgado por el mandato popular y que a él se debe.

También puede ser parte de la resistencia o la lucha en casos de usurpación del poder, de tiranías o autocracias, o de gobiernos que de hecho se han apropiado de las instituciones barriendo con los derechos y las garantías de la gente.

Pero nos interesa tratar la protesta colectiva, que se ha convertido en la sociedad moderna en un estigma que pendula en el límite de los derechos y deberes de los individuos y de los grupos o miembros de una entidad.

¿Cuál es el límite de la protesta?
¿Es lícita la protesta, más allá de la licitud o ilicitud del reclamo, que condiciona el derecho de los demás o de la sociedad?

Evidentemente en un estado de bienestar no hay protestas, y si hay alguna diferencia las mismas se zanjan por los carriles institucionales de la República, con alguna modificación pertinente a la situación planteada.

Cuando las cosas se complican, cuando la gente palpa y siente en carne propia que no existe ese estado, sino más bien una condición de vida difícil de llevar y con muchas dificultades, comienza primero en pequeña escala, en los sectores más marginados, y luego generalizando a plantear situaciones de hecho fuera de los carriles normales.

Dos cosas disparan estas protestas, la primera la condición de vida y la disparidad de condición entre los grupos o roles de una sociedad y la segunda la injusticia en el trato y en el reparto que existe entre los amigos del poder y quienes no lo son.

Ya hemos definido en otro momento, como condicionantes de la violencia, a la miseria y a la injusticia.

Sin esos condimentos no habría protesta valedera, más allá de algún pretexto trasnochado que nunca falta en las sociedades, pero que se agota y se anula a si mismo por la falta de sustento.

En las comunidades modernas, es difícil la cohesión y el compartir efectivamente los ideales y los deseos comunes.
Más allá de que existan en realidad, y que muchos comulguen con ello, no hay una expresión real de los mismos.

Ya, hasta los vínculos de amistad, son más virtuales que reales y que la gente se reúna es extraño y raro.

Pero las masas sociales tienen un sexto sentido, y saben cual es el momento adecuado para intentar manifestarse en pos de una modificación de las condiciones de vida, de las estructuras o de las políticas.

Es un disparador que se produce espontáneamente y sin llamado, por lo general voluntario y simultáneo que hace unir a personas de diversas condiciones, ideas y clases para un fin superior.

Responde a la calidad de vida, y a una condición general del ser humano que es la búsqueda de la felicidad.

Felicidad que en términos normales, y podríamos decir comunes a casi todos, consiste en poder llevar una vida digna, tener un trabajo que sustente, poder criar una familia, gozar de algún esparcimiento y ejercer los derechos personales, sociales y políticos que le corresponden a todos por igual.

Las protestas sociales son un indicador que algo no está bien.
Que algo falla.
Que se debe cambiar y buscar una solución, para que desaparezca la violencia, la pobreza, la inseguridad, la injusticia y el hombre pueda vivir con felicidad el tiempo que le toca en este mundo y dejar un recuerdo de sí que sea alegre, sincero y veraz.

Hay que escuchar lo que dice y pide la gente y obrar en consecuencia.

Elías D. Galati

COMENTARIO
Estimado Dr. Galati, visto y considerando su relato...
¿Ud., cree que en los países a que se refiere, les interesa a sus administradores "escuchar a quienes protestan"
En nuestro país en particular, el "ahora" bendito Papa Francisco se cansó de solicitarle audiencias a los presidentes de la última década (Néstor y Cristina de Kirchner), y...
Ya sabemos lo acontecido

Corina Ríos

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