"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 19 de julio de 2013

Políticamente incorrecto… y poéticamente fascinante

Javier Ruíz Portella

“Políticamente incorrecto” se subtitula este periódico.
(El Manifiesto.com)
“Political incorrectness” se titula el poema de Luis Alberto de Cuenca que encabeza el álbum de Loquillo en el que el famoso rockero canta sus poemas:
Un maridaje del que resulta uno de los hechos poéticos y políticos más iconoclastas, a la vez que fascinantes, acontecidos en Estepaís (que más vale escribir así, visto que su antiguo y glorioso nombre carece cada vez más de sentido).

Veámoslo más detenidamente.
Que en los tiempos que corren se puedan cantar cosas como:
“No crees que Occidente / sea un monstruo de barbarie / dedicado a la sórdida tarea / de cargarse el planeta”.
Que en nuestros etnomasoquistas días se pueda afirmar que:
 “El multiculturalismo es un nuevo fascismo, / sólo que más hortera”.
Que, “con un par”, alguien sea capaz de cargarse el ídolo primero de la época, proclamando osadamente que “No cree en la igualdad”.
Que, con igual y atrevido desparpajo, ensalce a “las hembras de la tierra”, esas que antes “querían con locura y para siempre” a “las personas de su otro sexo”.

Que sucedan cosas así; que el disco arrase; que su belleza poética subyugue…
y no caigan en Estepaís rayos, truenos y centellas;
que los dos facciosos no estén ya ardiendo en la hoguera;
que las retrógradas fuerzas de la izquierda (pero también de la derecha) se la tengan por fin que envainar; que no sepan dónde ponerse;
que tengan por una puñetera vez que callarse como muertos…:
Como los muertos que tales cadáveres vivientes son.

Que tales cosas ocurran no puede sino regocijarnos, alborozarnos… y hacernos comprender algo decisivo: Cuando las cosas se hacen realmente bien, cuando se despliega talento y creatividad;
cuando se sale de los trillados senderos que tanto le gustan a nuestra desventurada derechona;
cuando se hacen iconoclastas rupturas en las que no se huele para nada el tufo del viejo y ramplón conservadurismo…
¡Ah, amigos, cómo cambian entonces las cosas!
Todo cambia, y uno —jamás, por ejemplo, lo hubiera imaginado de sí mismo quien tales líneas escribe— hasta puede entonces ponerse a cantar, y a bailar, y a confraternizar con quienes están asentados en ese mundo rockero, punk y marginal con el que tal parece como si nuestra órbita de inquietudes no tuviera absolutamente nada que ver.

No hay comentarios: