"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Apariencias que pretenden ocultar un vacío conjetural

Por Carlos Berro Madero

Como si participaran del tradicional “Juego del Sapo”, los nuevos “amanuenses” (léase ministros) de la Presidente, han comenzado a lanzar una nube de fichas por el aire para ver si “embocan” alguna en las troneras.

No debemos llamarnos a engaño:
Detrás de esa fachada no hay nada sustancial.
Repiten una vez más la misma actitud sibilina exhibida cada vez que han debido afrontar un momento de debilidad.
La diferencia radica en que esta vez NECESITAN profundizar sus nuevos intentos desesperadamente porque el agua les llegará pronto a las narices.

Para apreciar mejor el drama del gobierno, no hay más que salir a la calle y pararse frente a la vidriera de un comercio cualquiera para comprobar que aún con ofertas “excepcionales” que rondan el 30%, los precios de muchos productos ofrecidos están, aún así, mucho más caros que hace tres o cuatro meses.
Tenemos la sospecha pues que nos hallamos frente a una posible espiral inflacionaria imparable.

La emisión monetaria descontrolada aumenta todos los meses casi geométricamente.
Es sabido que la economía se sostiene siempre sobre la confianza.
Una confianza que juega un papel preponderante para confirmar la eficacia de las medidas que tome cualquier gobierno.
En nuestro caso, se percibe claramente que la ciudadanía está agazapada: oye, mira y calla, tomando distintas previsiones personales “a todo evento”.

A la armada Brancaleone de Cristina solo le falta Vittorio Gassman para ser más ridícula.
Ni los trabalenguas del hablador Capitanich, ni el look Mao de los “Kicilloff Brothers”, pueden ocultar que no ocurrirán mejoras a corto plazo (que el pueblo angustiado espera), porque no hay ningún plan. Mientras tanto, se exhiben contradiciéndose todo el tiempo tratando de defender cada quien su dialéctica “gaseosa”.

Muchos empresarios “amigos” (tan responsables del desastre al que hemos llegado como los políticos) callan sus temores al ser consultados, para evitar que se produzca un gran incendio neroniano que se los lleve “puestos” a ellos mismos, afinando la puntería para ver si tienen suerte con sus propias fichas.

Todos ellos intuyen que nos encontramos frente a un cruel final del relato.
Algo así como esos “cul de sac” a los que arribamos algunos automovilistas por error de ruta y nos fuerzan a girar en redondo para retornar por donde vinimos.

Solo aplauden las nuevas medidas los que sienten estar al borde de perder sus prebendas y otros, que aún no han podido poner dentro de sus valijas personales todos los documentos comprometedores de su gestión pública.

Mientras tanto, la reprobación popular aumenta como una marea de un silencio que aturde.

“Cuando una idea ha perdido el carácter de instancia colectiva”, dice Ortega y Gasset, “produce una impresión entre cómica y azorante ver que alguien considera suficiente aludir a ella para sentirse justificado o fortalecido”.

En diez años, la Argentina HA RETROCEDIDO QUINCE O VEINTE en muchos aspectos.
Son éstos los años que nos costará recuperarnos en algunos rubros críticos por los desastres ocasionados por funcionarios que pretendieron vender unas dudosas “vigencias colectivas”.
Tristes réplicas al fin de una obra de teatro montada sobre apariencias, en la cual, al haber bajado el telón, todo el mundo se pregunta intrigado quién es el héroe y cuál el villano.

Es tal la confusión, que esas “vigencias” ilusorias de los K, son solo la cara exterior de un poder que ha reflejado los pareceres de un grupo de visionarios irresponsables, que se han burlado de la gente en forma siniestra.

De Vido, los Fernández, Lázaro, Pichetto, D´Elía, Bonafini, Carlotto, Zanini, Guillermo Moreno, Abal Medina, Parrili, Marcó del Pont, Giorgi, Randazzo, Jaime, Timmerman, Rossi, Sabatellla, Pérsico y muchos otros K –auténticos o “convertidos”-, representan la mediocridad y el “chupamedismo” más insignes de nuestra sociedad.

Necesitaremos mucha valentía para reconocer que hemos fracasado como sociedad una vez más y que deberemos afrontar el futuro como aconsejaba hacerlo Churchill a sus aliados después de la Segunda Guerra Mundial: “con sangre, sudor y lágrimas”.

Por ahora es todo lo que puede decirse.
Veremos qué otros sucesos “pirandelianos” pueden ocurrir dentro de unos días.
Quizá cuando estemos en vísperas de Navidad.
O cuando se compruebe que las utilidades de los yacimientos de Vaca Muerta estarán ausentes durante mucho tiempo.
Tanto, quizá, como el nombre del lugar donde se hallan enterradas.

Para seguir hablando de 2015 debemos ver transcurrir 2014 primero.
Hay centenares de miles de individuos que no leen nuestros análisis, ni tienen dinero para comprar un diario o una computadora o acceder a las noticias “on line”.
Otros, deficientemente preparados, han aumentado el consumo de “paco” y solo esperan hacer justicia con sus propias manos apenas sientan que la suerte es “grela” para ellos, como dice el tango.

Cada uno de nosotros debe resolver en su intimidad con qué puede contribuir al resurgimiento nacional y no seguir esperando qué es lo que un gobierno destruido, aislado y sin rumbo pueda proporcionarnos.

A la oposición –si existe y no es una ilusión óptica-, habrá que exigirle que presione para lograr los profundos cambios necesarios, haciendo honor a los votos que muchos de nosotros les entregamos en las últimas elecciones.

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