"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 6 de diciembre de 2013

¿Cuál es el peso real de los pibes de la liberación?

Por: Carlos Mira 
EDITORIALES

El gobierno de la Revolución puede terminar siendo el gobierno del ajuste.
Si el plan de disimulo en la superficie para seguir afianzando en la profundidad fracasa, los “pibes de la liberación” tendrán a unos cuántos para pedirles cuentas.
Salvo que los “pibes” se conformen con sus privilegios, se llamen a silencio, desaparezcan con sus billeteras cargadas y le dejen el fardo a otros.

Estas son, efectivamente, las opciones futuras del gobierno Nac & Pop.
Tanta bambolla épica para terminar en esto.
Tanto tiempo, tanta energía (en sentido real y figurado), tantas palabras y tanto dinero, desperdiciados durante los 10 años probablemente más favorables que el mundo le regaló a la Argentina, en pos de la más estúpida de las empresas:
Tratar de demostrar que el mundo está equivocado y que nosotros tenemos razón.

Darse ese gustito personal con sabor a venganza dejará una marca impresa por años; una marca medida en pobreza, miseria, muerte, peor nivel de vida, pobres condiciones sociales, pero educación, menor peso en el mundo, y ostracismo en la región.
Estas son las “hazañas” del modelo.
Diez años después los jirones aun remanentes de esta aventura inútil aparece dando lástima, limosneando 2000 millones de dólares de adelanto a las cerealeras, agachando la cabeza -antes soberbia y altanera- ante las empresas a las que pretendió robar en pleno apogeo de su embestida.

En todo momento la figura de la Argentina se parece a la de un adolescente que creía iba a comerse crudo al mundo con su orfandad de conocimientos y que termina “adaptándose” una vez que entendió cómo son las cosas.

Los números de la inflación, de la pérdida de reservas, de la plata tirada en subsidios y del descontrol de las variables más elementales, apuran definiciones.
Del otro lado la cantinela de la “originalidad” argentina, de no dar el brazo a torcer y del “gobierno popular” tironean las definiciones que se esconden detrás de una catarata de palabras que no dicen nada.

La estrategia de la verborragia sanatera ensayada por Capitanich y Kicillof está dirigida a ganar tiempo. Mientras se piensan variantes intermedias que traigan dinero sin aparecer claudicando ante el capitalismo mundial.

Aparecen en el horizonte los nombres de los ex comunistas Rusia y China.
Un calco de las fuentes financieras de Chávez.
Es como decir: “si necesitamos plata se las pedimos a los compañeros proletarios; nunca a los salvajes capitalistas, porque no arriaremos nuestras banderas”

Pero resulta que los “compañeros proletarios” hace rato que se dieron cuenta que su verso no funciona y se convirtieron.
Se conviertieron de la peor manera, porque si es que hay hoy un modelo real de capitalismo salvaje ese es el de Rusia y China, en donde una casta privilegiada es dueña de todos los negocios, en una libertad de mercado acotada a ellos mismos y a los que ellos autorizan.

Aun así, el capitalismo es tan eficiente que se las ingenió para mejorar el nivel de vida de los que se morían de hambre con el comunismo, pero -claro está- no es el sistema que alguien racional, vacío de envidia, abierto a ver qué es lo que más le conviene a la gente común, elegiría voluntariamente.

Cuánta influencia tendrán “los pibes para la liberación” en las decisiones que deban tomarse, no se sabe aún. Cuán presa quedó la Sra de Kirchner de ese conjunto inexperto de tecnócratas ideologizados está por verse.

El peronismo ha demostrado ser bastante cruel en ese sentido.
El propio Perón que usó la mano de obra de la “juventud maravillosa” los mandó a callar bajo el título de “estúpidos imberbes”.
Pero Cristina no es Perón.
Muchos dicen que ni siquiera es peronista.
Ella es la primera que cree en el cuento de que ella misma es parte de la “juventud maravillosa”.

Si es así, es esperable que los cánticos de “los pibes” sigan jugando un rol trascendente en las decisiones que deban tomarse.
O se hará lo que este en consonancia con su pensamiento o manifestarán su ira.
¿Contra quien lo harán?
Jorge Capitanich tiene todos los números de esa rifa.

Seguramente el Jefe de Gabinete será señalado como el peronista de la guardia vieja que ante la disyuntiva de profundizar la Revolución o volverse sobre sus pasos conservadores, eligió esto último.
El gobernador del Chaco (en uso de licencia) ya notificó las primeras medidas de ese conservadurismo:
No habrá bono de Navidad, 
el impuesto a las ganancias se aplicará al aguinaldo 
y los arreglos salariales deben moderarse.

Mientras la inflación cabalga recargada.
El ritmo de devaluación del dólar oficial la alimenta, del mismo modo que los ajustes en las tarifas y en los combustibles.
El drenaje de divisas no se frena y el impuesto a los autos de lujo amenaza con generalizarse a los de gama media, amenazando la marcha de esa industria.
El “polo electrónico” de Tierra del Fuego, responsable de la marcada antigüedad tecnológica del país y de 9000 millones de dólares al año en importaciones de partes que se traen para hacer que la Argentina “fabrica” electrónicos, sigue allí sin que nadie hable de él.
Mientras de lo que se habla es de encarecer los gastos para salir del país, una de las libertades más preciadas de la Constitución.

El gobierno se dio el gusto de hacerse el cócoro con el mundo durante diez años apoyado en la estrategia de no pagar lo que debía y en embolsar los frutos de la mayor cotización de commodities que el mundo ha conocido hasta hoy.
Esa historia terminó: los precios, como los árboles, no crecen hasta el cielo, y el no pago de las deudas un día genera consecuencias.
Sería fácil encarar las consecuencias de estos dislates si se estuviera dispuesto a aplicar el sentido común. Pero para eso sería necesario reconocer la esencial desigualdad humana, la inutilidad de la envidia, y la inoperancia de exigirse ser original.

Si el gobierno mantiene su aspiración de someter a una guadaña igualitaria a toda la sociedad,
si la sociedad está dispuesta a tolerar sinsentidos con tal que las consecuencias de ellos decapiten a todos por igual
y si el país insiste en su terquedad de aparecer como inventando la cuadratura del círculo todo el tiempo, todo será más difícil y las consecuencias de la decadencia serán más lentas y más penosas para todos...

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