"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 20 de diciembre de 2013

Etimología...

Por: Carlos Mira -
EDITORIALES

El ascenso del Gral Milani aprobado ayer por el Senado modifica un aspecto fundamental del diseño social argentino.
Hasta ahora el gobierno era un gobierno esencialmente civil.
Sus conexiones con las fuerzas armadas solo existía para denostarlas.
En ese sentido el régimen argentino, que siempre despierta comparaciones con el venezolano, era bien diferente al que rige en Caracas.
Allí, Chavez, desde su mismo comienzo, edificó una estructura basada en la fuerza militar y en la posibilidad física de que las armas salieran a la calle para defender las posiciones del gobierno.

Aquí la situación fue bien distinta.
Los Kirchner plantearon  desde su primer día en el gobierno, una posición de antagonismo y confrontación con los militares, haciendo de eso, al contrario que Chavez, su verdadera fuerza y soporte.

Con el avance del modelo y los estragos sociales que su implementación ha provocado (primero con efectos disimulados por la droga de la devaluación masiva de 2002 y luego por la emisión y la inflación) va necesitando un reaseguro que le dé al gobierno -aunque más no sea- la amenaza del uso de la fuerza.

Milani es un hombre de la Inteligencia del ejército, cuya misión será poner a las fuerzas armadas “al lado del gobierno nacional y popular” y hacer del ejército, el “ejército del pueblo”.

Es probable que, al menos en un primer momento, Milani intente cumplir su misión aplicando las reglas del espionaje antes que la presencia física de la fuerza.
Pero con el alineamiento Nac & Pop del ejército, esta última posibilidad no debería descartarse.

La movida prueba que inexorablemente un régimen de autoritarismo estatal combinado con restricciones a la libertad individual y un ultra intervencionismo económico termina con la amenaza de la aplicación física de la fuerza.

Las apelaciones al “civilismo” caen cuando la libertad es atacada.
De nada vale una fachada anti militar y un discurso combativo contra los uniformes cuando la naturaleza íntima del sistema es autoritaria.
El autoritarismo tarde o temprano se vuelve autoritario también en los modos de la cotidianeidad y para eso es muy posible que algún momento se necesite gente uniformada dando órdenes.

Para lograr este efecto la Sra de Kirchner eligió a un hombre muy cuestionado desde el punto de vista en el que precisamente ella y su esposo basaron parte de su populismo combativo.
Para consolidar poder político rápido, después de una elección en la que había sacado solo el 22% de los votos, Kirchner trasmitió con fulgurante éxito la idea de que desde el 10 de diciembre de 1983 hasta el 25 de mayo de 2003 (es decir durante casi 20 años) no había pasado nada en la Argentina desde el punto de vista del sistema político y que, a los efectos prácticos, el verdadero sucesor de la dictadura militar era él.

Para ello recreó los antagonismos sociales con los uniformados (que a esa altura estaban en un franco desvanecimiento) e implementó una escenografía fuertemente anti militar desde descolgar cuadros hasta la asfixia económica, pasando por la reapertura de casos en la Justicia y el encarcelamiento de varias figuras emblemáticas de las tres armas.

Esa situación cambió por completo.
El avance sobre los derechos civiles que el gobierno de Néstor comenzó y el de Cristina profundizó requerían tarde o temprano de un blanqueo.
Continuar con el doble estándar de un gobierno ultra civilista que aplasta la libertad era, en el fondo, un contrasentido que debía ser puesto en orden tarde o temprano.

Para ello era necesario construir un puente de unión con las fuerzas armadas para que estas se conviertan en las “fuerzas armadas del pueblo”.
Si uno presta atención a las palabras del jefe del ejército se dará cuenta que por allí empieza el primer trabajo que le encomendó la presidente.

La estúpida creencia de un supuesto ejército “liberal” y otro “popular” tampoco es nueva en la Argentina.
La movida presidencial tratará de trasmitir al país la imagen de que por fin los hombres de armas están identificados con los intereses nacionales y populares y no con la extranjerización.

Será una nueva escenografía para ocultar la verdadera motivación de la jugada.
Ese objetivo es contar con el apoyo de la fuerza física de las armas y con la estructura de la inteligencia militar para aumentar el nivel de control social.
Ya han aparecido mociones para controlar el contenido de las redes sociales (usando como argumento “gancho” el desarmar las convocatorias a saqueos que se hicieron  por Twitter y Facebook) de modo que estamos en presencia de un modelo que tiende a la coherencia –a la “coherencia mala”, pero coherencia al fin-.

La concepción kirchenrista de la existencia de un “pueblo” y un anti pueblo” también cobra racionalidad con la idea de tener armas que eventualmente estén decididas a actuar para defender al “pueblo” y para acallar al “anti pueblo”.
Se trata de un capítulo más de la inventada lucha de clases en la Argentina.

Es posible que la presidente haya dejado de lado detalles que podría haber manejado mejor.
Hasta Horacio Verbitzky se ha opuesto al ascenso de Milani.
Pero en todo caso, ese dato viene a confirmar lo poco que le importan a la Sra de Kirchner el cuidado de las apariencias:
Ya no se detiene en esos detalles de forma, si puede asegurar el resultado del objetivo que persigue.

No hay magia en la vida.
Los pares se buscan, como los espermatozoides corren en busca de un óvulo fecundable.
El fondo autoritario del modelo (insostenible sin un “general” que dé órdenes y las haga cumplir por la fuerza o por la amenaza) no podía tener un enfrentamiento con el emblema de la imposición de las cosas por la fuerza como son los militares.
Lo que acabamos de ver es efectivamente la consumación de un matrimonio emblemático entre fuerzas que se manejan –ambas- por el imperio del mando y la obediencia...

La palabra simbólica del modelo de estos 10 años ha sido la palabra “militante”…

¿De dónde creen ustedes que deriva su etimología...?

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