"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 5 de marzo de 2014

Dilma, ¿puede en Venezuela?

Ante las barbaridades cometidas contra opositores en el país vecino, la presidente brasileña, que también fue torturada por una dictadura, opta por apoyar el Estado represor.

Desde el inicio de las manifestaciones contra el gobierno de Nicolás Maduro, hace casi un mes,  la costurera Marvinia Jiménez, de 35 años, protesto golpeando una cacerola frente a su casa, en la calle  La Isabelica en Valencia, Venezuela.
El lunes 14, ella decidió acercarse a miembros de la milicia Guardia del Pueblo, que estaban cerca de unas barricadas para pedir paz.
Una de las milicias femeninas se irritó con Marvinia y después de tirarla al suelo y darle bofetadas en la cara, se sentó encima de Marvinia para inmovilizarla, se sacó el casco  y lo usó para golpearle el rostro.
Marvinia que sufre de una deficiencia motora en la mano y en la pierna derecha, fue conducida por los militares armados con fusiles quedando incomunicada por tres días.
El miércoles 26 fue llevada para una audiencia y fue acusada de cinco delitos, entre ellos:
Agresión a funcionarios públicos. 
Los militares se dieron por satisfechos después de una audiencia de dos horas y Marvinia fuera liberada y llevada  al hospital para que le atiendan todas sus heridas.
“Viví en carne propia lo que sólo había visto por videos” dijo la costurera al dejar las instalaciones militares.

Casos como el de Marvinia proliferan en los sótanos de las milicias y de los edificios de las fuerzas de seguridad comandadas por el presidente Maduro.
En los enfrentamientos las fuerzas gubernamentales y civiles que piden democracia, paz y libertad de expresión en las calles, ya murieron 15 personas.
Organizaciones de derechos humanos contabilizaron más de 700 detenciones  y decenas de torturados en la tercera semana consecutiva de represión estatal.

Al pronunciarse sobre la crisis en el país vecino  la presidente Dilma Rousseff, que fue torturada por el régimen militar brasileño en el inicio de la década del 70 en Río de Janeiro, en São Paulo y en Minas Gerais, ignoró su propia historia...
“No cabe al Brasil discutir la historia de Venezuela ni lo que ella debe hacer, pues iría contra lo que nosotros defendemos  en términos de política externa “dijo Dilma en Bruselas la semana pasada.

Desde Venezuela el Intendente de Caracas Antonio Ledezma, llegó a escribir casi veinte mensajes en un único día pidiendo una palabra de repudio de la presidente brasileña sobre los abusos sufridos por la oposición:
“Usted estuvo presa, por tres años, sufrió un estrés feroz, inimaginable tal como lo están sufriendo nuestros estudiantes, Dilma no sea cómplice, por favor” escribió el intendente.

El argumento de Dilma en defensa de su posición es que Brasil no interfiere las disputas internas de otros países.
Esa es una regla conocida de la diplomacia....
En los últimos diez años ha sido usada solo para ocasiones que le conviene al Partido de los Trabajadores (PT) , cuyas afinidades internacionales dan las cartas en el Itamaraty.
En junio del 2012, cuando el Parlamento de Paraguay voto el juicio político para el presidente Fernando Lugo siguiendo la propia constitución del Paraguay, Dilma envió a Asunción al canciller Antonio Patriota para que acompañe a Nicolás Maduro, que en esa época era Ministro de Relaciones Exteriores.
En Asunción, Maduro incitó a los militares a detener el juicio político y mantener a Lugo en el poder, mientras tanto Patriota asistía a todo en silencio.
Como el golpe para mantener al aliado del gobierno petista fracasó, el Palacio de Itamaraty trabajó para expulsar a Paraguay del Mercosur, alegando una ruptura del orden democrático y muy ruinmente incluyó a Venezuela en el grupo.

Asimismo el gobierno brasileño quiera ser discreto con el principio de la no interferencia, nada le impide alertar sobre los abusos que ocurren en Venezuela.
“Si el otro país firmó tratados en defensa de los derechos humanos una opinión pidiendo civilidad no es una intervención y si una postura neutral y coherente” dijo el ex embajador Rubens Ricupero.
Para enaltecer al aliado Maduro, la presidente pidió que tuviera en cuenta lo que llamó adelantos en salud y educación.
Ninguna dictadura debe ser aceptada en nombre de pretendidas conquistas sociales que además no son ciertas en Venezuela.
El número de camas hospitalarias cayo de dieciséis para once por cada 10.000 habitantes desde 1998 y más de 1 millón de venezolanos calificados se fueron del país en ruinas.

El gobierno de Venezuela también evoca la soberanía nacional para escapar del examen internacional Pissa, de educación. Socorriendo a los amigos...

Dilma golpea en el dolor de una realidad y en su  propia biografía.


Nota de Nathalia Watkins
Traducida de la revista VEJA de Rio de Janeiro – Brasil

Edición 2363  Año 47 -   No 10  del 05/03/2014

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