"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 10 de marzo de 2014

Un espejo... ¿lejano?

Por Malú Kikuchi
 
Periodista. Conductora de "Cuento Chino" y "Mañana será otro día", radio El Mundo.

Venezuela, país situado en Sudamérica, 916.445km2, casi 30 millones de habitantes, costas sobre el Atlántico y el mar Caribe, regiones muy diversas, andinas, selváticas, sabanas (llanos), áridas y las mayores reservas de petróleo comprobadas del planeta.

Desde hace 15 años, en 1999 cuando asumió la presidencia (votado) Hugo Chávez, se convirtió en la República Bolivariana de Venezuela.
Desde la muerte de Chávez (2013), Nicolás Maduro, ex canciller de Chávez, también votado (con muchas dudas de fraude), ejerce la presidencia.

El país es quizás el más rico de América del sur, pero falta leche, papel higiénico, harina de maíz, carne, medicamentos, hay que pedir permiso para viajar y la inseguridad mató 24.673 personas en 2013.

La prensa independiente no existe, la gente no sabe lo que pasa a 20 cuadras de su casa, y Maduro echó a CNN el viernes pasado por no “cambiar las noticias” ¿¿¿???
¡Falta libertad!
Con la debida distancia,
¿no siente el parecido?

Los estudiantes salieron una vez más a la calle.
En paz. A decir ¡basta!
Se encontraron con las milicias populares, motociclistas armados de los que no se hace cargo el gobierno, pero que les provee las motos, los cascos y las armas. Matan.
Tampoco se hacen cargo de eso.
Acusan a los estudiantes.

Venezuela es un caos.
Se ha militarizado completamente, única forma de mantenerse en el poder.
Pero los manifestantes, a pesar de los muertos, de los detenidos y de las denunciadas torturas, siguen en la calle.
Maduro contesta por cadena nacional dos o más veces por día, endureciendo su posición por minutos. ¿Hasta cuándo?
Diosdado Cabello espera.

Cabello es la cabeza de la Asamblea (léase congreso), ex militar y segundo en la sucesión presidencial.
Ante la inverosímil actitud de los países americanos, dejando de lado a EE.UU, Canadá y el Chile de Piñera, están los que miran hacia otro lado y los que apoyan a Maduro como Argentina, Brasil, Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua.

Cristina apoya con pasión a Maduro, la oposición está como de costumbre, mirando otro canal.
Salvo Massa que se jugó en serio, la gente de Lilita que protesta ante el MERCOSUR y la UNASUR ¿?
y el PRO que lo hace ante cancillería, que forma parte del ejecutivo que apoya a Maduro ¿?
El resto, muy bien gracias.
¡Ah!
Pino, Libres del Sur y Binner, apoyan a Maduro.

¿Si Maduro se encuentra obligado a renunciar, y lo sucede Cabello apoyado en las FF.AA, “los democráticos y republicanos” países latinoamericanos van a aceptar un gobierno militar basándose en que es constitucional?
Todo es posible en la dimensión de una izquierda decadente y asustada.

Cuando Camila Vallejo, la chilena que sacó a los estudiantes de su país a la calle, exigiendo universidad gratuita y haciéndole la vida imposible a Piñera (de centro derecha), Cristina apoyó a los “chicos”, les dio la razón, invitó a Camila (todo pago por nosotros), que fue condecorada por la universidad de la Plata.
Si los estudiantes protestan contra un gobierno liberal está muy bien, pero si lo hacen por razones vitales contra un gobierno chavista, que importó 60.000 cubanos, la mayoría de ellos militares, y hay sangre y detenidos y torturados y muertos, está mal.
Terrible doble discurso

¿Y los cacareados DDHH?
Para los montoneros en el poder, los DDHH están sólo de un lado.
Del de “los maravillosos muchachos idealistas” de los 70, que no salían a la calle con carteles escritos a mano...
 Ellos usaban ametralladoras, fusiles y bombas.
Ahora son gobierno y apoyan al gobierno que se les parece.
Estamos detrás de Venezuela en inflación, en inseguridad y empezamos de a poco, con el desabastecimiento.
¿Un espejo?

Rescatemos el derecho humano a la rebelión.
Platón hablaba del “derecho a defenderse del tirano y la injusticia”.
Lo hacían Doctores de la Iglesia como San Isidoro de Sevilla y Santo Tomás de Aquino, este último, muy duro, invocaba la ejecución del tirano.
La Declaración de la Independencia Americana, 1776,
“Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección del pueblo es el más sagrado de sus derechos y el más importante de sus deberes”.

La Declaración Universal de 1948: “Considerando esenciales que los DD.HH sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.
Sin olvidar nuestros 25/5/1810 y el 9/7/1816 y todas las rebeliones hispanoamericanas.
Y Ghandi contra el imperio británico, y Martin Luther King en defensa de los afroamericanos.
Los ejemplos, sobran.

Cuando un gobierno de origen legítimo, se vuelve ilegítimo durante su mandato, autoriza al pueblo a la desobediencia civil.
Es más, lo autoriza al uso de la fuerza para reemplazarlo por otro que tenga legitimidad.
Sin recurrir a la fuerza, en Argentina el juicio político es la respuesta (artículos N°53 y 59 de la CN). Siempre que la oposición y parte del FPV, hagan el esfuerzo de despertarse antes que el tsunami que viene, nos ahogue a todos y se lleve puesto al país.

Recordemos a los estudiantes venezolanos que Cristina decía el 20/11/2011 (agencia EFE) refiriéndose a una posible represión:
“¿Qué, querían que tiraran tiros para después tener el justificativo de matar jóvenes que luchan por el cambio y la transformación? 
Nunca más eso. Nunca más”.

“El nunca más” no corre para los estudiantes venezolanos.
Un espejo ¿lejano?
Salvo un cambio copernicano de rumbo político, es un espejo muy cercano.
De nosotros depende.
¿Habitantes o ciudadanos?
¿Esperamos mansos que nos lleven a la miseria moral y económica de Cuba y Venezuela, o con valor exigimos integrarnos al mundo civilizado?

La Patria se hizo con coraje.
La perdimos porque perdimos el coraje de exigir lo nuestro, nuestras garantías y derechos de la Constitución Nacional, que estos funcionarios juraron cumplir y hacer cumplir.
La ignoran y lo permitimos.
¡Cuba, NO!

*”Un espejo lejano. El Calamitoso siglo XIV”, Bárbara Tuchman, 1979.
Extraordinario libro sobre el siglo XIV, la hambruna, la guerra de 100 años y la peste negra, entre otras “calamidades”.

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