"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 7 de octubre de 2011

El fantasma de la discriminación

EDITORIAL / LA NACIÓN

Un informe reciente revela que aún persisten los prejuicios y estereotipos sobre la colectividad judía en la Argentina

La sociedad argentina, ¿es discriminadora, xenófoba y, en consecuencia, antisemita o antijudía ? Lamentablemente, los resultados conocidos recientemente de un informe sobre "Actitudes hacia los judíos en la Argentina" -especialmente elaborado para la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA ) por el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- permiten suponer que hay efectivamente ciertos sectores que aún se dejan llevar por prejuicios y estereotipos discriminatorios que se creían ya superados en gran parte.

Un desafortunado hecho ocurrido hace muy pocos días, en coincidencia con la celebración del Año Nuevo judío y que aún no ha sido esclarecido, no sólo constituyó un acto de discriminación, sino también un delito: un integrante de la colectividad judía fue agredido verbal y físicamente en la puerta del templo de la Comunidad Israelita Ortodoxa, en Flores. Después de insultarlo, el agresor lo atacó con un palo y le produjo un corte en la oreja. Todo esto dio más actualidad a los resultados del mencionado informe.

Para producirlo, el equipo de profesionales de la UBA consultó a 1510 personas de uno y otro sexo, de entre 18 y 65 años, de nivel socioeconómico BC y D, en distintas ciudades del país (área metropolitana, Rosario, Córdoba, Mendoza, Corrientes, Resistencia, Tucumán y Neuquén)

De una lectura general de la encuesta, surge una vez más un estereotipo de "judío" no muy lejano de cómo aparecía en los sainetes del siglo pasado.
En efecto, a pesar de que los miembros de esta colectividad sean valorados en cuanto a su dedicación al trabajo, nivel de instrucción e inteligencia, también se cree mayoritariamente que su prioridad es "ganar dinero", que son más leales a Israel que a la Argentina y que el hecho de que no se puedan establecer vínculos sólidos con ellos se debe a que son "cerrados" y "poco solidarios" .

Otra conclusión, por cierto muy riesgosa, es que no es la sociedad argentina la que los marginaría, sino que son ellos mismos los que se excluyen.
De allí que el informe pueda concluir que éste es un escenario con imágenes estigmatizadoras del judío que, potencialmente, "habilita el camino hacia el prejuicio y la discriminación".

No es posible que una comunidad tan fuertemente arraigada en nuestra sociedad como la de origen judío no sea "visibilizada" en cuanto a su presencia numérica (es una de las más importantes del mundo) y tampoco en cuanto a sus numerosos aportes de todo tipo, pasados y presentes, en la formación de la identidad nacional.

Llama la atención, también, otra curiosa afirmación (con un 49 por ciento de respuestas positivas) según la cual los judíos "hablan demasiado del Holocausto", justamente en nuestro país, donde han ocurrido dos ataques gravísimos contra nuestra sociedad, como fueron el de la embajada de Israel y el de la AMIA, y cuyos verdaderos culpables no han sido identificados todavía, una gran deuda social que el Estado argentino aún no ha saldado.

No es la primera vez que se hacen estudios parecidos y que arrojan conclusiones similares, pero es evidente que este último viene a reconfirmar la honda preocupación que las autoridades de la DAIA han manifestado últimamente con respecto a un incremento en ciertos sentimientos antijudíos de la sociedad argentina, que muestran ante todo una profunda ignorancia de todo tipo sobre la colectividad, sus costumbres y sus aportes, junto con la española y la italiana, en primer lugar (aunque en la misma encuesta, se la ubique después de la alemana y la inglesa).

En pocos días más, la colectividad judía celebrará la fiesta más importante de nuestros hermanos mayores, como los llamó Juan Pablo II: la del Día del Perdón o Iom Kipur.
Debería ser una oportunidad excelente para recordar todos los bienes que esta gran comunidad aportó a nuestro país casi desde el principio mismo de su constitución.
Por eso no es extraño que, para la celebración del Bicentenario, la Biblioteca Nacional haya incluido al célebre libro de Alberto Gerchunoff, Los gauchos judíos, entre los 200 que representan culturalmente a la Argentina.

Nuestro país ha sido y es, afortunadamente, un gran receptor de todas las comunidades del mundo, y se ha beneficiado y enriquecido siempre con esas presencias y esos arraigos.
Por lo tanto, debería ser una política de Estado dar una mejor difusión a esos aportes de colectividades como la judía, para crear una sociedad más abierta, armoniosa y agradecida

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