Perdonar se aleja de cualquier acto dogmático, o meramente filosófico.
Al confundir su intención, deshumanizamos su ejercicio, postergándolo más cerca de la obligación, que del sentir.
Es cuando la inmensidad cabe en una palabra, y la humildad se colma de grandezas.
Pero aprender, es el reto.
Y es el dolor lo que nos impide caminarlo.
Y es esta limitación, la que nos postra a postergarlo.
Pero siempre será de nuestra potestad entregarlo.
Aun cuando sin perdonar, perdonemos, o cuando al ser imperdonables, quedemos absueltos.
Es el perdón, un instante de eternidad...
"25 años de Apologética divulgativa en USA". Juan Alonso
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*Por su interés ofrecemos el enlace al artículo anterior, tomado de la
revista de la Universidad de Navarra, "Scripta Theologica", vol. 47. 2015.*
Hace 2 días
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