Las banderas del cuartel de la Patrulla de Salvación ondean a media asta y las patrulleras se muerden las lágrimas.
Ha fallecido uno de nuestros más valientes generales.
¡¡Honores!!
Delante del peligro, Aníbal demostraba el más grande arrojo, y para vencerlo, la mayor prudencia.
Ni su cuerpo ni su espíritu parecían resentirse de las fatigas...
Resentía, sin apariencia de molestia, el calor y el frío.
Comía y bebía sólo para mantener el cuerpo.
Podía dormir o esperar despierto todas las horas.
Descansaba cuando tenía un momento libre,
pero sin necesidad de lecho ni de quietud a su alrededor.
Sus soldados le veían a menudo dormir en el suelo envuelto en su capote,
cerca de los centinelas y en los puestos avanzados.
No llevaba vestido especial...
Sólo se le distinguía por sus hermosos caballos y sus armas excelentes.
Era el primer jinete del ejército y también el mejor infante,
el primero en el ataque y el último en la retirada.
Tito Livio
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Hace 1 semana
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