Nadie reemplazará lo que tanto se amó.
Pero tampoco se puede vivir
esperando similitudes, que concluyan esas historias, que no pudimos
escribir.
Si residiendo en el después, comparamos lo querido, con la
posibilidad de un nuevo querer, caeremos
en el error, de evocar a los ausentes que ya no se nombran.
En cambio,
si repartiéramos las cargas del recuerdo, y aliviáramos las
pretensiones, quizá nos sería más fácil pedirnos sin exigir.
Porque las
próximas estaciones arribaran sin permiso, y sería un despropósito
seguir buscando lo que podríamos tener.
No hay amores iguales, ni
sentires que se le parezcan, sino un deseo profundo por desterrar
impares soledades.
Seamos el abrazo menos esperado, pero el más querido....
"Cómo responder a los testigos de Jehová". Martín Zavala - José L. Fierro
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Jehová? *
*Con su revista "Atalaya" y cuestionando nuestra fe: Que no hay qu...
Hace 1 semana
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