"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 15 de junio de 2014

Mis diferencias morales con el Papa Francisco

Jose Benegas

El Papa relacionó la “adoración al dinero y la guerra” como los signos de un sistema económico que “ya no aguanta”.
En el centro de todo, sentenció el pontífice, tiene que estar el hombre y, como un signo de estos tiempos en los que pareciera que nos hubiéramos estado refiriendo solo al varón con esa palabra, agregó “la mujer”. También los jóvenes que en su interpretación son “excluidos por la desocupación”.
Según él. esto es pura maldad de la “economía”, en particular del culto al dinero.

Hay dos clases de creyentes.
Están los creyentes en el catolicismo que aceptarán o no este diagnóstico, lo criticarán, reflexionarán o le darán algún crédito pero estarán dispuestos a revisarlo.
Pero también están los que hacen ídolos, que adoran a las personas y entienden la religión como la suplantación del propio cerebro por la consigna de un líder.
En este caso el Papa.
Estos segundos crecen de modo exponencial, sobre todo en la Argentina.
Gente que ofende y agrede ante la crítica al Papa.
Mi recomendación es que no sigan los de este grupo leyendo.
Supongo que si se tientan tendrían que confesarse o flagelarse, de manera que no me parece negocio.

Ahora si, voy a la cuestión que me interesa.
Mis diferencias con el Papa Francisco no son económicas, son morales.
No lo descalifico como persona, conozco su tipología porque he soportado muchos sermones en esta misma línea que en realidad si hace un culto del dinero pero al revés.
Rechaza la producción y adora lo que el fruto de esa producción puede hacer por los que no producen.
El Papa, y tantos curas idénticos que he conocido en mi vida religiosa, por más que lo verbalicen, no siguen a Francisco de Asis, sino a una versión populista de su figura.
Tal cosa responde a una formación política, no religiosa, de la que América Latina en general es víctima.

Francisco de Asis descubrió el camino del desprendimiento como una forma de liberación interior.
Renunció a los llamados bienes materiales.
No estaba haciendo ninguna reforma económica porque buscaba la pobreza, no la rechazaba.
Y también rechazaba al poder, ni siquiera aceptaba que sus seguidores sean designados cardenales de la Iglesia.
Es una idea que siempre me parecido interesante y coherente.
En algún momento, en algún aspecto todos practicamos algo de ese desprendimiento.
Nos sentimos demasiado atrapados por algo que queremos y le ponemos un freno.
Para el Francisco original, eso debía hacerse todo el tiempo y lo practicó porque era inmensamente honesto. Nunca hubiera sido Papa y jamás se codeó con ningún poderoso.

¿Es la doctrina franciscana compatible con el capitalismo? 
Por supuesto, los bienes están definidos por la subjetividad, no hay ninguna diferencia entre que unos busquen la felicidad cambiando el auto y otros regalándolo.
Lo importante es que cada uno pueda seguir su plan de vida, como le parezca, con sus valores.
Es muy valioso para todos que los otros lleven a cabo otros proyectos y poder observarlos, aprender y debatir sobre cómo es mejor vivir.

Pero la versión populista de aquella idea es por completo diferente.
Ahí se trata de encontrar el pecado en el que produce, no de desprenderse de nada.
Está siempre asociado al autoritarismo, esto es al estado que no es otra cosa que autoridad.
Francisco de Asis con el estado no tenía ninguna relación.
El falso franciscanismo es en cambio una forma de manipulación desde el no tener para condenar a los que tienen y proclamar que el fruto supuestamente mal habido del “culto al dinero” sea repartido, en lugar de quemado en una hoguera.
Te culpo por lo que hiciste y me quedo con el producto.

El franciscanismo populista es política económica basada en condenas morales.
Existe la misma diferencia entre ambas versiones que la que hay entre un nutricionista que nos aconseja bajar las calorías y el cocinero de un campo de concentración que nos sirve una sopa insulsa.

El adorado sistema educativo produce con mucho gasto candidatos a empleados.
El proyecto del estado argentino y de la mayoría es que la gente esté preparada para tener buenos sueldos. Es decir, opera como un subsidio al empresario y esto es una gran distorsión, de la cual es autora la política, no la economía.
Así como la guerra tampoco la hacen los empresarios sino los gobiernos.
Un empresario que cuenta con un ejército, no es un empresario, es un gobierno.
En todo caso los contratistas del estado o empresas asociadas al estado podrían estar interesados en una guerra
¿Por qué no se apunta esta crítica moral a la política?

El Papa casi no ha dicho nada condenando a la política.
Y no lo ha hecho porque en su pensamiento moral el problema es el lucro como si fuera un pecado.

El entiende que a esa “mala tendencia” hay que controlarla con el estado.
En consecuencia es su pensamiento moral el que fomenta la guerra endiosando al monopolio de la fuerza como si tuviera funciones de control de la concupiscencia.
Esa visión es la que fortalece a los contratistas del estado y crea los intereses que conducen a que la fuerza se use, para poder proveer insumos.

Advertí a los católicos del segundo grupo que no siguieran leyendo para que ahora no me digan que han encontrado una cosita que les serviría para negar la realidad del Papa más antiliberal de los últimos tiempos. Pero la realidad es esta:
Si, el Papa es estatista y negarlo es evadir la realidad.
No es mi intención poner a la realidad en discusión sino discutir el pensamiento moral del Papa sobre la economía.
Me podrán decir que la realidad bla bla bla.
En tanto en este punto tal cosa es evasión pura del problema, los abandono en sus juegos.
Supongamos que contrariamente a lo que digo el Papa suscribiría lo anterior.
Pues entonces no pierdan el tiempo enojándose conmigo, festejen
No debería molestarles que diga lo mismo que interpretan, a mi juicio contra toda evidencia, que el Papa aceptaría.

Sigo con la cuestión del sistema educativo y su relación con este tema.
El Papa también piensa que el ideal es que el sistema económico provea buenos sueldos.
Aquí esta la gran contradicción.
Buenos sueldos es buen dinero.
Ah, pero podría ser sólo el dinero suficiente para subsistir
¿En qué parte de la Biblia dice que unos deben aportar a la supervivencia de otros?

Me la perdí, si es que existe.
Lo cierto es que somos dotados (por la casualidad o la providencia) de los medios de subsistencia.
El sistema educativo (controlado) nos convence de que alguien nos pagará bien si pasamos varios años escuchando un “programa” cuyo fin es que el mundo se divida entre empresarios y empleados y nosotros seamos en general de la segunda categoría, para estar quejándonos de la maldad de los de la primera, con ayuda de todos los sermones.

Pero lo cierto es que para que haya buenos sueldos debe haber gente que haga “el culto al dinero”, al menos mucho más que nosotros.
Aclaro, esto del culto al dinero es nada más que una etiqueta estigmatizante.
La gente que se ocupa mucho más que nosotros por conseguir dinero no es muy diferente que la que se ocupa mucho más que nosotros de jugar al tenis y gana campeonatos.
La diferencia es que los primeros nos son absolutamente indispensables, son una verdadera bendición de la vida.
Con su iniciativa y riesgo la economía todavía subsiste a pesar del sistema educativo, a pesar de este parasitismo moral que intenta poner a los mejores de nosotros (si, los empresarios son los mejores de nosotros...
No los que tratan con el estado, esos son lobbistas) en estado de culpa permanente, para ser parasitados.
Y ese parasitismo moral impide entre otras cosas, que haya mejores sueldos.

¿Puede existir como problema moral la obsesión por el dinero?
Claro, como por el tenis.
Toda obsesión es mala, pero eso no agrega mucho.
Ponerle a una ocupación el carácter de obsesión depende del punto de vista del observador.
Desde afuera nadie puede afirmar que otro está obsesionado por algo, en cambio él si.
Es una elección personal.
Colgarle a otro esa etiqueta es una forma de manipulación.
Y si esto se menciona como un “sistema económico”, entonces se está condenando a la función y se está convirtiendo en pecadores a todos juntos.

Seamos coherentes.
Si creemos que estamos condenados por el culto al dinero de los empresarios, reclamemos que la gente renuncie a sus empleos, se están contaminando compartiendo el fruto del pecado.
Nadie debiera aceptar sueldos de los herejes dinerarios.

El Papa no escucharía esto, no le interesaría adentrarse en los mecanismos que condena para ver hasta que punto está equivocado y está provocando un enorme daño moral y económico y ayuda a perpetrar enormes injusticias.
Porque el vicio más común del moralista es encontrar una visión de cómo se divide el mundo entre buenos y malos que asegure la permanencia entre los primeros.
Eso es lo que se defiende y la prueba es cómo se despreocupan los condenadores del lucro de los frutos que se obtienen siguiendo su pensamiento.
De lo cual hay suficiente literatura como para no tener que detallarlo.

Tengo cero intención de ofender ni a los católicos pensantes ni a los católicos obedientes...
Tampoco al Papa, por supuesto.
Se que él ofende sin querer a gente que no lo merece.
El remedio a eso es responder, no callarse.

Creo que la justicia es más importante que el Papa y que de las cosas más importantes a debatir, están las falsas éticas que nos condenan a la insatisfacción, la división innecesaria y al autoritarismo.

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