Miguel Seipel
"Domine non sum dignus"
Soy de la idea, que en nuestra patria, todo cambia con un vértigo impresionante, y también, da lo mismo sea para bien o lo que fuere, pero nada nos debe sorprender, por cuanto nadie ignoraba los prontuarios de todos los malandras que aspiraban y al final se hicieron del gobierno Nacional y Provinciales.
Además de hacerse con el máximo poder, sencillamente, porque fueron votados compulsivamente contra viento y marea.
Ellos eran la esperanza de una nación que vivía permanentemente esperando juntarse con las eternas promesas maximalistas preelectorales.
Exactamente así ocurre actualmente, y así continua y continuará per omnia secula seculorum, revolviendo el mismo estofado, sin que nadie se percate que están entregando la mayor herencia que el ser humano pueda tener, como nuestra propia existencia.
Y para peor de males, emulando el pesimismo de los existencialistas, para quienes el opio es precisamente la esperanza.
Es decir, una entrega en vano, egoísta y sin sentido.
Sigo insistiendo que la imputabilidad de lo que acontece en la Nación Argentina, es en primer lugar, vinculante a los electores, porque a la hora de sufragar, vaya a saber que argumentos se tuvieron en cuenta, si científicos, filosóficos, morales o teológicos.
A juzgar por los sobre abundantes y pésimos resultados, si algo ha faltado en estas lides, ha sido la virtud cardinal de la prudencia.
Otra perlita actual, en este marasmo lúdico y de incoherencias, es que los niños están habilitados legalmente para sufragar, aunque en materia de conocimiento hayan sido promocionados "académicamente por ignorantes", y en materia jurisprudencial, penalmente inimputables.
Hoy nos hacen vivir de fiesta, feriados por doquier, fechas que no significan nada para el común de los argentinos, toda suerte de festejos intrascendentes, alegando triunfos económicos, culturales y políticos, en fin, un concierto de estupideces exclusiva para habitantes de Ubeda.
Se encumbran con estos actos, nada mas y nada menos que la aristofobia de los astutos, que resignaron todo para si.
Para su cometido perverso, abonaron primero el territorio nacional con cuanto vicio existe sobre el orbe, para luego sembrar cizaña, que es la causa eficiente de todo lo que nos ocurre y en cualquier nivel.
Como consecuencia de este proceso de inculturación, en todo el territorio nacional, se obtuvo el consabido efecto inevitable de la desertificación de las mentes del argentino medio (me reservo por cortesía el adjetivo correspondiente), quien se las tendrá que ver con un mundo mas difícil de sobrellevar con dignidad.
Lejos de la tradición, sin horizonte cultural, una moral no menos que indescifrable, sin trabajo, con una indigencia descollante, esta raza de políticos nauseabundos, pragmáticos y timadores, se aprestan al ansiado escapismo, para lo que han comenzado clases intensas con Usain Bolt unos, y otros con el manual que nos legara el maestro Harry Houdini, virtuosos de la velocidad y el escapismo respectivamente.
No es por vanidad ni en carácter de vaticinio, simplemente así lo dicen ellos:
"perderemos las elecciones, pero no el poder..."
Además el devenir de la historia, y el sentido común, nos dicen que todo lo que comienza termina, y esto no agrega nada nuevo.
Pero lo importante es como termina...
Si bajo el signo de la conclusión de un periodo, transición natural de un estilo de gobierno, en absoluta concordia, o bajo el signo de la violencia que caracteriza a los sádicos y despiadados por el poder.
Violentos con todos y por todo, en otro aspecto no menos importante, la compulsividad por el dinero hizo que no respetaron ningún canon, ningún código, ninguna ley, lo que estigmatizó su estilo rapaz.
De permanecer para hacerse con todo el patrimonio nacional, no nos quedan dudas, además de no importarles su ocultamiento, pues se sostienen gracias a la demagogia y la tiranía del poder, esto nos muestra el porque de su permanente estado de hostilidad para con el pueblo.
Se han olvidado que la justicia secular de los hombres puede fallar, pero la justicia Divina los pone en condiciones de perder la verdadera vida.
Nadie duda que para erradicar este flagelo existan instrumentos legítimos, pero nos falta algo de audacia, y en esto estoy de acuerdo con Séneca :
"No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos..."
"Domine non sum dignus"
Soy de la idea, que en nuestra patria, todo cambia con un vértigo impresionante, y también, da lo mismo sea para bien o lo que fuere, pero nada nos debe sorprender, por cuanto nadie ignoraba los prontuarios de todos los malandras que aspiraban y al final se hicieron del gobierno Nacional y Provinciales.
Además de hacerse con el máximo poder, sencillamente, porque fueron votados compulsivamente contra viento y marea.
Ellos eran la esperanza de una nación que vivía permanentemente esperando juntarse con las eternas promesas maximalistas preelectorales.
Exactamente así ocurre actualmente, y así continua y continuará per omnia secula seculorum, revolviendo el mismo estofado, sin que nadie se percate que están entregando la mayor herencia que el ser humano pueda tener, como nuestra propia existencia.
Y para peor de males, emulando el pesimismo de los existencialistas, para quienes el opio es precisamente la esperanza.
Es decir, una entrega en vano, egoísta y sin sentido.
Sigo insistiendo que la imputabilidad de lo que acontece en la Nación Argentina, es en primer lugar, vinculante a los electores, porque a la hora de sufragar, vaya a saber que argumentos se tuvieron en cuenta, si científicos, filosóficos, morales o teológicos.
A juzgar por los sobre abundantes y pésimos resultados, si algo ha faltado en estas lides, ha sido la virtud cardinal de la prudencia.
Otra perlita actual, en este marasmo lúdico y de incoherencias, es que los niños están habilitados legalmente para sufragar, aunque en materia de conocimiento hayan sido promocionados "académicamente por ignorantes", y en materia jurisprudencial, penalmente inimputables.
Hoy nos hacen vivir de fiesta, feriados por doquier, fechas que no significan nada para el común de los argentinos, toda suerte de festejos intrascendentes, alegando triunfos económicos, culturales y políticos, en fin, un concierto de estupideces exclusiva para habitantes de Ubeda.
Se encumbran con estos actos, nada mas y nada menos que la aristofobia de los astutos, que resignaron todo para si.
Para su cometido perverso, abonaron primero el territorio nacional con cuanto vicio existe sobre el orbe, para luego sembrar cizaña, que es la causa eficiente de todo lo que nos ocurre y en cualquier nivel.
Como consecuencia de este proceso de inculturación, en todo el territorio nacional, se obtuvo el consabido efecto inevitable de la desertificación de las mentes del argentino medio (me reservo por cortesía el adjetivo correspondiente), quien se las tendrá que ver con un mundo mas difícil de sobrellevar con dignidad.
Lejos de la tradición, sin horizonte cultural, una moral no menos que indescifrable, sin trabajo, con una indigencia descollante, esta raza de políticos nauseabundos, pragmáticos y timadores, se aprestan al ansiado escapismo, para lo que han comenzado clases intensas con Usain Bolt unos, y otros con el manual que nos legara el maestro Harry Houdini, virtuosos de la velocidad y el escapismo respectivamente.
No es por vanidad ni en carácter de vaticinio, simplemente así lo dicen ellos:
"perderemos las elecciones, pero no el poder..."
Además el devenir de la historia, y el sentido común, nos dicen que todo lo que comienza termina, y esto no agrega nada nuevo.
Pero lo importante es como termina...
Si bajo el signo de la conclusión de un periodo, transición natural de un estilo de gobierno, en absoluta concordia, o bajo el signo de la violencia que caracteriza a los sádicos y despiadados por el poder.
Violentos con todos y por todo, en otro aspecto no menos importante, la compulsividad por el dinero hizo que no respetaron ningún canon, ningún código, ninguna ley, lo que estigmatizó su estilo rapaz.
De permanecer para hacerse con todo el patrimonio nacional, no nos quedan dudas, además de no importarles su ocultamiento, pues se sostienen gracias a la demagogia y la tiranía del poder, esto nos muestra el porque de su permanente estado de hostilidad para con el pueblo.
Se han olvidado que la justicia secular de los hombres puede fallar, pero la justicia Divina los pone en condiciones de perder la verdadera vida.
Nadie duda que para erradicar este flagelo existan instrumentos legítimos, pero nos falta algo de audacia, y en esto estoy de acuerdo con Séneca :
"No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos..."
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