La venda en los ojos como la balanza que porta la imagen de la Justicia significan el equilibrio que debe mantener para sostener el alto valor individual y social que involucra el concepto de Justicia.
En la sociedad donde todos tenemos derechos y obligaciones es
indispensable dar a cada uno lo que le corresponde, y es deber del
Estado lograr el equilibrio social, castigando a aquellos que no cumplen
las normas e imponiendo medios adecuados para la reparación del daño
hecho, como así también premiar a los que exceden el cumplimiento de sus
deberes y participan del equilibrio y la reparación social.
La justicia es una Dama en representación de la diosa romana Iustitia y de su correlato griega Dice, hija dilecta de Temis, que era la encarnación del orden divino, el derecho y las buenas costumbres, que en la mitología representaban la fuerza moral en los sistemas judiciales.
La balanza tiene su origen en la mitología egipcia primero con la diosa Maat y luego con Isis, cuya imagen recreaba sostener la balanza de Dios.
Desde el siglo XV se representa la Justicia con los ojos vendados para significar que debe aplicarse objetivamente, sin miedos ni favoritismos.
La justicia es ciega e imparcial, sin tener en cuenta identidad, dinero, poder o debilidad.
Sin embargo en la corte de Old Balley en Londres hay una estatua de la Justicia sin la venda, ya que se sostiene que su carácter de doncella garantiza la imparcialidad por lo que la venda resulta redundante.
Otra forma de representarla es pesando en cada mano las demandas opuestas como se ve en la Corte del Condado de Shelby en Memphis, Tennessee.
En el mundo post moderno la ceguera de la Justicia puede interpretarse también como un acatamiento absoluto a las normas legales.
Observese que en el origen la representación apelaba la fuerza moral de los sistema judiciales.
El paso de los siglos, y las interpretaciones, a veces capciosas y a veces fundada de los hechos y sobre todo de la teoría que debe imperar sobre el derecho ha creado una dicotomía entre derecho y legalidad.
La legalidad es la adecuación de la conducta a la norma, a la ley expresa del Estado, el derecho es la adecuación de la conducta a la verdad, a la justicia y al deber.
¿Coinciden?
A veces si, pero otras veces no y la ceguera de la Justicia puede conspirar para que se interprete que la adhesión a la norma, ya sea esta justa o injusta, verdadera o falsa, esté por encima del valor de lo justo que es la aplicación de la moral al sistema judicial.
En esta valoración del contenido y la denotación del significado, la justicia no puede ser ciega.
La ceguera contribuiría a que no pueda evaluar por si, entendido desde el sentido de lo justo, y llegaríamos a lo señalado por Foucault cuando decía "la verdad jurídica no tiene nada que ver con la verdad, es sólo la que está en los expedientes".
Entonces lo justo es la adecuación de lo normado, a despecho que esto sea manifiestamente inmoral, perverso y antiético.
La historia nos ha señalado variados episodios de normas dictadas por Estados algunos llegados por la violencia, pero otro elegidos legítimamente que son manifiestamente imposibles de sostener, discriminatorias, abusivas de la dignidad y la libertad del hombre.
Si bien es cierto como sostienen muchos juristas que la norma es una garantía de certeza y de confiabilidad, ya que el individuo en situaciones normales sabe que si procede de acuerdo a la norma no tendrá problemas con el Estado, el límite para la normatividad es lo que se llama la Eticidad de la Norma Jurídica.
Si la norma es verdaderamente ética, si contiene valores adecuados y esenciales para el lineamiento de la reglamentación, o si está teñida de conveniencia, amiguismo, favoritismo, discriminación y aprovechamiento.
La Justicia como símbolo de la Ley y de la Convivencia debe tener los ojos bien abiertos y juzgar de acuerdo a las convicciones profundas de los pueblos que rige.
Elías D. Galati
La justicia es una Dama en representación de la diosa romana Iustitia y de su correlato griega Dice, hija dilecta de Temis, que era la encarnación del orden divino, el derecho y las buenas costumbres, que en la mitología representaban la fuerza moral en los sistemas judiciales.
La balanza tiene su origen en la mitología egipcia primero con la diosa Maat y luego con Isis, cuya imagen recreaba sostener la balanza de Dios.
Desde el siglo XV se representa la Justicia con los ojos vendados para significar que debe aplicarse objetivamente, sin miedos ni favoritismos.
La justicia es ciega e imparcial, sin tener en cuenta identidad, dinero, poder o debilidad.
Sin embargo en la corte de Old Balley en Londres hay una estatua de la Justicia sin la venda, ya que se sostiene que su carácter de doncella garantiza la imparcialidad por lo que la venda resulta redundante.
Otra forma de representarla es pesando en cada mano las demandas opuestas como se ve en la Corte del Condado de Shelby en Memphis, Tennessee.
En el mundo post moderno la ceguera de la Justicia puede interpretarse también como un acatamiento absoluto a las normas legales.
Observese que en el origen la representación apelaba la fuerza moral de los sistema judiciales.
El paso de los siglos, y las interpretaciones, a veces capciosas y a veces fundada de los hechos y sobre todo de la teoría que debe imperar sobre el derecho ha creado una dicotomía entre derecho y legalidad.
La legalidad es la adecuación de la conducta a la norma, a la ley expresa del Estado, el derecho es la adecuación de la conducta a la verdad, a la justicia y al deber.
¿Coinciden?
A veces si, pero otras veces no y la ceguera de la Justicia puede conspirar para que se interprete que la adhesión a la norma, ya sea esta justa o injusta, verdadera o falsa, esté por encima del valor de lo justo que es la aplicación de la moral al sistema judicial.
En esta valoración del contenido y la denotación del significado, la justicia no puede ser ciega.
La ceguera contribuiría a que no pueda evaluar por si, entendido desde el sentido de lo justo, y llegaríamos a lo señalado por Foucault cuando decía "la verdad jurídica no tiene nada que ver con la verdad, es sólo la que está en los expedientes".
Entonces lo justo es la adecuación de lo normado, a despecho que esto sea manifiestamente inmoral, perverso y antiético.
La historia nos ha señalado variados episodios de normas dictadas por Estados algunos llegados por la violencia, pero otro elegidos legítimamente que son manifiestamente imposibles de sostener, discriminatorias, abusivas de la dignidad y la libertad del hombre.
Si bien es cierto como sostienen muchos juristas que la norma es una garantía de certeza y de confiabilidad, ya que el individuo en situaciones normales sabe que si procede de acuerdo a la norma no tendrá problemas con el Estado, el límite para la normatividad es lo que se llama la Eticidad de la Norma Jurídica.
Si la norma es verdaderamente ética, si contiene valores adecuados y esenciales para el lineamiento de la reglamentación, o si está teñida de conveniencia, amiguismo, favoritismo, discriminación y aprovechamiento.
La Justicia como símbolo de la Ley y de la Convivencia debe tener los ojos bien abiertos y juzgar de acuerdo a las convicciones profundas de los pueblos que rige.
Elías D. Galati
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