El
engaño es la palabra o acción realizada
para hacer creer algo que no es verdad.
La
magnitud y la responsabilidad del engaño está relacionada con la trascendencia
que tiene el mismo, y con la cuestión que se aborda.
La ética
determina como se debe actuar como ser racional capaz de entenderse con los
otros seres.
Es ético
lo justo, lo honesto, lo honrado, lo decente
Y no lo
es, lo injusto, lo deshonesto, lo corrupto y lo indecente.
La ética
está formada por convicciones y principios que son reflejo de nuestra
interioridad y forman la personalidad.
Algunos
la consideran como sinónimo de la moral y otros piensan que la moral son las
normas y las costumbres sociales y que si fueron enseñadas dentro del seno de
la familia y de la sociedad permiten al individuo tener principios y valores
éticos.
Ello
permitirá deducir la forma de actuar en este mundo y evitar comportamientos que
perjudiquen a otros.
Los
motivos pueden ser tanto racionales como deseos irracionales, pueden ser movidos por el deseo de hacer lo
correcto como por lo incorrecto, y también por otras convicciones que lleguen a
considerar la conveniencia de fingir una situación.
El valor
ético estará dado por el beneficio o el perjuicio que la conducta acarree.
En el siglo
XVIII una mujer Sophie Germain hizo trabajos matemáticos para el conde Louis de
Lagrange con el seudónimo de M. Le Blanc, porque entendía que si los enviaba
una mujer, ni siquiera serían leídos.
Luego
los realizó para Karl Friedrich Gauss uno de los mayores matemáticos de la
época con el mismo seudónimo.
Cuando
Gauss descubrió el engaño le escribió diciendo que nunca hubiera imaginado que
una mujer hiciera un aporte de valor a la matemática pura, pero elogió su
trabajo.
Con lo cual confirmaba que realmente
de haberlo sabido no hubiera leído su trabajo.
¿Fue un
engaño o la convicción que la única manera de darse a conocer era fingir que
era varón?
Sobre su
engaño yacía un gran engaño social la discriminación y la desvalorización de la
mujer a la que se consideraba inferior al varón.
Pero
existen otros engaños, que son perversos, y algunos encarnados en creencias
populares.
El mayor es aquel que considera
que el fin justifica los medios.
Y que no
diferencia el fin social, del individual, la soberbia y el egoísmo.
Cualquier
bellaquería, cualquier violación a la norma, cualquier delito o acto criminal,
no es más que eso, sin importar cuál es el fin, porque éste no lo sanea.
Y ni que
hablar de la traición, tan común en nuestros días, cuyo concepto está tan desvirtuado que hoy
puede señalarse como “del otro lado me dieron más”.
El deseo, la pasión, la fama, el
dinero y el poder son los motores que mueven al individuo al engaño.
Todo
vale y no se ponen límites.
Pero
como saber si el comportamiento es ético.
Si la
conducta es honorable, responsable, honesta, útil y veraz.
Si se
respetan las normas, tanto legales como sociales, se respeta la libertad, la
justicia y el sentir de los otros.
Si se
desempeña el rol que nos toca con autenticidad y poseyendo la debida capacidad
para ejercerlo.
Si en
nuestras elecciones no se privilegia la amistad, la conveniencia ni la coacción
y cumplimos nuestras obligaciones con justicia.
Si
estamos dispuestos a rechazar privilegios, fueros, coimas y comisiones
indebidas.
Si
valoramos y respetamos la reputación de todos, y antes de juzgar o hablar nos
cercioramos que sea realmente la verdad lo que sostenemos.
Estaremos
seguros que nuestro proceder es conforme a la ética, porque ella nos indica los
valores en sí mismos que deben regir nuestra conducta.
Porque debemos respetar la
verdad, la justicia, la realidad que vivimos y el sentir de los otros.
Cada uno
en su interior debe conocer sus deberes y validar solo una conducta acorde con
ellos.
Dice un
antiquísimo proverbio oriental, que
nunca tu deseo supere a tu deber, porque el deseo del hombre es legítimo en
la medida que respete a sus semejantes y encuadre en un buen ordenamiento
social.
Tres
preguntas debemos hacernos cuando hablamos o actuamos, es verdad lo que voy a
decir o estará acorde con ella lo que haga, es bueno y si es verdad y es bueno,
es útil.
Decía Agustín ama y
haz lo que quieras, porque lo que se hace por amor será siempre
bueno...
Elías D.
Galati
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