"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 27 de marzo de 2016

El engaño y la ética

El engaño es la palabra o acción realizada  para hacer creer algo que no es verdad.
La magnitud y la responsabilidad del engaño está relacionada con la trascendencia que tiene el mismo, y con la cuestión que se aborda.
La ética determina como se debe actuar como ser racional capaz de entenderse con los otros seres.

Es ético lo justo, lo honesto, lo honrado, lo decente
Y no lo es, lo injusto, lo deshonesto, lo corrupto y lo indecente.
La ética está formada por convicciones y principios que son reflejo de nuestra interioridad y forman la personalidad.
Algunos la consideran como sinónimo de la moral y otros piensan que la moral son las normas y las costumbres sociales y que si fueron enseñadas dentro del seno de la familia y de la sociedad permiten al individuo tener principios y valores éticos.
Ello permitirá deducir la forma de actuar en este mundo y evitar comportamientos que perjudiquen a otros.

Los motivos pueden ser tanto racionales como deseos irracionales,  pueden ser movidos por el deseo de hacer lo correcto como por lo incorrecto, y también por otras convicciones que lleguen a considerar la conveniencia de fingir una situación.
El valor ético estará dado por el beneficio o el perjuicio que la conducta acarree.
En el siglo XVIII una mujer Sophie Germain hizo trabajos matemáticos para el conde Louis de Lagrange con el seudónimo de M. Le Blanc, porque entendía que si los enviaba una mujer, ni siquiera serían leídos.
Luego los realizó para Karl Friedrich Gauss uno de los mayores matemáticos de la época con el mismo seudónimo.
Cuando Gauss descubrió el engaño le escribió diciendo que nunca hubiera imaginado que una mujer hiciera un aporte de valor a la matemática pura, pero elogió su trabajo.
Con lo cual confirmaba que realmente de haberlo sabido no hubiera leído su trabajo.
¿Fue un engaño o la convicción que la única manera de darse a conocer era fingir que era varón?
Sobre su engaño yacía un gran engaño social la discriminación y la desvalorización de la mujer a la que se consideraba inferior al varón.

Pero existen otros engaños, que son perversos, y algunos encarnados en creencias populares.
El mayor es aquel que considera que el fin justifica los medios.
Y que no diferencia el fin social, del individual, la soberbia y el egoísmo.
Cualquier bellaquería, cualquier violación a la norma, cualquier delito o acto criminal, no es más que eso, sin importar cuál es el fin, porque éste no lo sanea.
Y ni que hablar de la traición, tan común en nuestros días,  cuyo concepto está tan desvirtuado que hoy puede señalarse como “del otro lado me dieron más”.

El deseo, la pasión, la fama, el dinero y el poder son los motores que mueven al individuo al engaño.
Todo vale y no se ponen límites.
Pero como saber si el comportamiento es ético.
Si la conducta es honorable, responsable, honesta, útil y veraz.
Si se respetan las normas, tanto legales como sociales, se respeta la libertad, la justicia y el sentir de los otros.
Si se desempeña el rol que nos toca con autenticidad y poseyendo la debida capacidad para ejercerlo.
Si en nuestras elecciones no se privilegia la amistad, la conveniencia ni la coacción y cumplimos nuestras obligaciones con justicia.
Si estamos dispuestos a rechazar privilegios, fueros, coimas y comisiones indebidas.
Si valoramos y respetamos la reputación de todos, y antes de juzgar o hablar nos cercioramos que sea realmente la verdad lo que sostenemos.
Estaremos seguros que nuestro proceder es conforme a la ética, porque ella nos indica los valores en sí mismos que deben regir nuestra conducta.
Porque debemos respetar la verdad, la justicia, la realidad que vivimos y el sentir de los otros.

Cada uno en su interior debe conocer sus deberes y validar solo una conducta acorde con ellos.
Dice un antiquísimo proverbio oriental, que nunca tu deseo supere a tu deber, porque el deseo del hombre es legítimo en la medida que respete a sus semejantes y encuadre en un buen ordenamiento social.
Tres preguntas debemos hacernos cuando hablamos o actuamos, es verdad lo que voy a decir o estará acorde con ella lo que haga, es bueno y si es verdad y es bueno, es útil.

Decía Agustín ama y haz lo que quieras, porque lo que se hace por amor será  siempre  bueno...


Elías D. Galati 

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