"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 4 de abril de 2016

LA TRANSGRESION


Transgredir es quebrantar o violar un precepto, una ley o una norma.
También actuar en contra de una ley, pacto o costumbre.
El que transgrede pone en escena lo que se oculta, por pudor o modelos de éxito o conformismo y cuestiona la realidad, tal como se la conoce, y procura cambiarla.
Es bien conocido el experimento hecho con los monos sobre la creación de paradigmas en el sentido que siempre se hizo así, para que lo vamos a cambiar.
No importa si es mejor o peor, si podemos perfeccionarlo, dejémoslo como está.
No se debe confundir la transgresión en el sentido de infligir la ley, con la transgresión que desafía lo establecido, ya sea en su contenido, en su estructura o en su lenguaje.

Desde su etimología el término significa ir más allá de las normas o de lo aceptable socialmente.
Se puede transgredir en un modo convencional o en un modo más profundo, como una transgresión positiva, que valga la pena, que mejore y sea un avance o un progreso.
Todo cambio se ha iniciado con una transgresión.
En cuanto al lenguaje, las palabras no tienen el mismo significado para personas diferentes, se tiñen de significado con las vivencias personales, con las connotaciones propias y las experiencias.
Ni que hablar de las connotaciones sociales de los términos, con las variantes y las diferencias propias de pueblos, regiones o comunidades.
Además hay que considerar que la transgresión reiterada y evidente en cuanto a las normas puede significar dos cosas, o que la norma está fuera del sentir de la población, o que hay incapacidad de la autoridad competente para garantizarla.

No se debe transgredir sólo por violar la prohibición, sino para innovar, para cambiar y proyectar hacia el progreso futuro, mejorando la situación.
Es cierto que se genera inquietud e injusticia, el reclamo justo que se manifiesta con piquetes, protestas o cortes, impide la libre circulación y pone en conflicto a la sociedad y a sus miembros.
Por eso hay que considerar que donde hay normas hay transgresiones, hecha la ley hecha la trampa, y la manzana de Adán desde el mito bíblico nos señala la primera transgresión.
Porque para innovar es necesario vulnerar algunas normas, transgredir lo acostumbrado, y eso lleva a modificar las normas vigentes sociales o jurídicas.

¿Cuál es el límite de la transgresión?
En sentido general el límite es la ética; si es inmoral sino hay transparencia la transgresión es nociva.
Dice Foucault que la transgresión es un gesto que concierne al límite. 
El límite y la transgresión se deben mutuamente la densidad de su ser.
La transgresión no agota todo lo que ella es en el instante que franquea el límite, ella eleva el límite hasta el límite de su ser.
En el lenguaje la transgresión es lo contrario a lo políticamente correcto, y el transgresor es quien no usa palabras correctas o adecuadas.
El transgresor usa las palabras de acuerdo a la intención que le da a las misma, llama a las cosas por lo que él entiende que debe denominarse sin atarse a modos o normas en boga con los términos del lenguaje.
Modifica el mismo y si es necesario crea modismos lingüísticos.
El límite que propone Foucault es el que marca la tensión expresada en los términos acatar-transgredir.
Es una cisura muy lábil y estrecha. 
El rango puede no ser una línea sino un sector, y depende no sólo de lo que en realidad se transgrede, sino también de la intención y de la calidad que expresa ella en sí misma como cambio.
La vida fluye, la historia nos enseña que aunque es la misma, nunca es el mismo río; ese fluir es dinámico, cambiante, y para nuestro bien y nuestra felicidad debe ser factor de progreso y calidad.

Elías D. Galati 

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