Malú
Kikuchi
Existe
el derecho natural, un derecho universal, inalienable, inmutable y previo a
cualquier derecho creado por los seres humanos.
Es
un derecho que no pasa por la legislación de los diferentes países, ya que en
algunos se permite la pena de muerte y en otros, no.
Hay
legislaciones que penalizan ciertas inclinaciones sexuales, o la tortura, o las
ablaciones o no permiten la libertad de culto…
Leyes que
difieren entre sí de acuerdo a los tiempos, los signos políticos y los
distintos países.
El
derecho natural está por encima de todo esto.
Es
el mismo para todos los humanos.
Al
parecer, en Argentina, el derecho natural no es tenido en cuenta.
Depende del
gobierno de turno, de una historia con una sola memoria y de una delirante
imaginación que convirtió a los terroristas en héroes.
El
1°/1/1959 entraba Fidel Castro a La Habana, triunfante, luego de que Fulgencio
Batista abandonara el país. Declaró el 19/4/1959 ante la Asamblea de Naciones
Unidas, “no soy comunista”.
Puede
que en ese momento no lo fuera, pero lo fue.
La
URSS y EEUU estaban en plena guerra fría.
Latino
América era una presa codiciada y propicia a cualquier revolución
“antiimperialista”.
Argentina era el
país soñado,
si compraba la revolución cubana, probablemente el resto de los países de la
zona la siguieran.
El
objetivo era claro, la ayuda monetaria venía desde La Habana, vía Praga.
A
Praga llegaba desde la URSS.
En
Argentina, siguiendo una política muy torpe, se había proscripto al PJ desde
1955 (Revolución Libertadora).
El
PJ era el partido mayoritario, el malestar era evidente, sin el PJ no se
ganaban elecciones.
Frondizi llegó
al poder acordando con el PJ.
Más
adelante, aparecieron las guerrillas, las más conocidas, el * ERP, de
extracción comunista y Montoneros, PJ.
La
guerrilla tiene, por lo menos en Argentina, una connotación romántica, se debe
a Güemes y sus “infernales” y tiene siempre, a pesar de todo, una razón de ser.
Pero
el 11/3/1973, en elecciones generales limpias, no sólo participó el PJ con la
fórmula Cámpora /Solano Lima, sino que las ganó.
A partir de ahí,
la guerrilla se convirtió en terrorismo, actuó en contra de un gobierno
democráticamente electo y sin proscripciones.
Se
quedó sin “porqué”.
Durante los
gobiernos K se estableció que los crímenes cometidos desde el gobierno, aún
actuando en defensa propia, con medios no convencionales y a veces muy errados,
eran delitos de “lesa humanidad”.
Los
cometidos por los que atacaron las instituciones, secuestraron y mataron, fueron “maravillosos muchachos
idealistas”.
Tucumán,
11/12/1974, presidente de la nación María Estela Martínez de Perón.
Mientras
María Cristina Picón de Viola, embarazada de 5 meses, abría el portón del
garaje, en el auto manejado por su marido, el Capitán Humberto Viola, con sus
hijas María Fernanda de 5 años y María Cristina de 3, 3 individuos del ERP
dispararon y mataron a Viola, a la chiquita de 3 y dejaron mal herida a la de
5.
Hace casi 42
años.
Después de un
largo calvario judicial, María Cristina Picón pretende reabrir el caso.
Un
juez federal de Tucumán se niega alegando que no es un caso de lesa humanidad.
Pero
la cámara federal de Tucumán dice que si se encuentran nuevos elementos se
podría reabrir.
A
pesar que en su momento un juez de la causa aclaró que no se habían juzgado a
todos los actores, ni a los ideólogos,
los camaristas Geminiani, Figueroa y Cabral, rechazaron el pedido.
Picón,
insiste.
Recogiendo
la convención de Ginebra 1949, “no se puede atentar contra civiles inocentes” y
el caso de Duska Tadic, juzgado por el Tribunal Penal Internacional sobre la ex
Yugoeslavia y condenado a 20 años, ya que “los actores no estatales pueden
cometer crímenes de lesa humanidad”.
En el poder
judicial argentino hay demasiada “justicia legítima” y todavía muy poca
JUSTICIA.
Como
en su país no encuentra su derecho al derecho, Picón recurre a la Comisión
Internacional de DDHH.
Es triste.
Es
muy triste que después de 42 años, la Sra. Picón deba buscar fuera de
Argentina, la justicia y la defensa de los DDHH, que Argentina le niega…
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